Una nota de prensa de AP, de eso que antes solían llamar "Cable Internacional", titulada: "Venezuela ratifica postura sobre disputa con Guyana" (El Impulso, Barquisimeto, 31 de diciembre de 2014. P. A6); y un libro de un joven colega que se inicia formalmente en las lides académicas como Profesor Instructor en el Instituto Pedagógico de Barquisimeto, en el área de la Historia de la Educación y la Pedagogía, y en las Ciencias Sociales, en general (Álvarez, Dalí Armando . (2014). "Visión política e histórica de nuestra Guayana Esequiba". Editorial Horizonte. C. A. Barquisimeto. P.p. 189), nos han hecho recordar la vigencia de un asunto de límite fronterizo asas polémico y largamente postergado para hallar una solución adecuada por nuestros gobernantes, tanto de las dictaduras como de la democracia y la revolución bolivariana, lo cual es sorprendente dado el sentido nacionalista y defensa del territorio, en consecuencia.
Es particularmente lo atinente a aquella porción del mapa de Venezuela o "Mapa de la Patria", como gustaba decir al historiador Federico Brito Figueroa, que cuando uno era niño de escuela, a inicios de 1970, aparecía cruzado de rayas oblicuas en nuestros cuadernillos o en las láminas que la maestra Nubia, Petra Torres o Alejandro Morales, colgaban en la pared, cual una cebra africana, en la escuelita estatal N° 224 (¿?), o del NER 514 del caserío El Hato de Baragua, municipio Urdaneta, estado Lara.
Animal lejano y curioso, enigmático y esquivo, es la cebra; además de ambiguo, pues, uno en su mente infantil no terminaba de entender si era blanco o negro, según se miraran las rayas esas que cruzaban la geografía de su piel, si era una manso animal de carga o era solo otro elemento más del paisaje. Así era el esequibo para nosotros, algo extraño y lejano, nunca sentido como "propio".
Guardamos quizá desde entonces tal imagen del referido espacio nacional genéricamente llamado "Guayana Esequiba, Territorio en Reclamación", es como una imagen visual o metáfora que a veces evocamos y formada desde aquellos ya lejanos tiempos de niño campesino que, como en el conocido poema de Miguel Otero Silva, uno se subía por los barrancos y salía por las quebradas a cortar leña, buscar agua o jopiar los chivos…
El Esequibo, Territorio en Reclamación para nosotros ha sido una entidad extraña al conjunto nacional, una tierra intermedia, para decirle al modo del profesor John Ronald Reuel Tolkien en El Señor de los Anillos, pero de una gran belleza paisajística e inmensas riquezas: impresionantes, según las fotografías, bosque hidrófilo, de galería, ya que en lengua arawaka Guayana significa "Tierra inundada de aguas", en Pacaima, bosque tropófico y por el Rapununii: sabanas tropicales, ríos y suelos aluviales propicios para la agricultura o la ganadería… (www.venezuelatuya.com/geografía/...) Como reza también la antedicha nota de prensa: "…un territorio de unos 159.500 kilómetros cuadrados que los venezolanos reclaman como suyo desde 1897. La región es rica en oro, bauxita, diamantes, maderas y petróleo", (El Impulso, ob cit).
Alguien decía también, pero ya posteriormente, por los años de la década de 1980, que la Guayana Esequiba venía a ser como esas novias de la adolescente, donde florecen las ilusiones del amor platónico y se puede hasta escribir poemas o frases de admiración en papelitos incidentales, pero nada más. Como no se tienen los medios se padece la contradicción que el comandante Chávez solía caracterizar como el dilema de un pueblo que quiere pero no puede…
Venezuela no ha podido o no ha querido solventar esa situación y como en el beisbol "El que no hace, le hacen", por eso llama la atención la noticia de que "Venezuela ratifica postura sobre disputa con Guyana", (ídem), que sigue de la siguiente guisa: "…El gobierno de venezolano expresó el martes que pudiese considerarse un acto inamistoso una declaración de la canciller guyanesa Carolym Rodríguez-Birkett sobre la disputa territorial que Venezuela mantiene con Guyana por el denominado Esequibo".
"Resulta sorprendente el anuncio realizado por la canciller Rodríguez-Birkett a medios de comunicación al afirmar que Guyana pretendía dar por terminado el proceso de de Buenos Oficios convenido entre las partes, explorando opciones adicionales, dijo la cancillería en comunicado", (ídem).
El gobierno venezolano a través de su cancillería en los últimos años, según se puede corroborar de la lectura del libro de Álvarez (ob cit) ha venido respondiendo a diversos movimientos que al respecto realiza Guyana, en una actitud reactiva y no proactiva; ya que no ha logrado elaborar una estrategia efectiva, más allá de los comunicados de ocasión, con fines de reafirmar la soberanía nacional sobre la susodicha franja, acerca de la cual ya se ha formado una especie de imaginario social ¿Cómo se logra explicar históricamente tal situación desde la perspectiva de la geopolítica del Estado-Nación venezolano, con independencia de los gobiernos, ya que conviene como recomienda Manuel Caballero estudiar procesos y no períodos de gobierno?
Con excepción de ciertos juicios de valor que innecesariamente abundan en el libro de Álvarez, cuestión que no es propia de un texto con pretensiones académicas y que fue sometido a revisión por dos o tres expertos, pero que al parecer no hicieron recomendaciones en ese sentido por falta de una lectura cuidadosa, en el aparte "Breve reseña geopolítica de la República Bolivariana de Venezuela, (1999-2014)" de la obra: "Visión política e histórica de nuestra Guayana Esequiba", su autor realiza una especie de síntesis de la política exterior de la revolución bolivariana para concluir que, como en anteriores gestiones políticas, "…en los últimos 15 años (Venezuela ha mostrado) poco interés por su integridad territorial", (ob cit., p. 23).
Sin embargo, hay que tener presente que ha sido todo lo contrario, la revolución bolivariana como nunca antes en la historia ha promovido el sentido de identidad y pertenencia exaltando lo que don Mario Briceño Iragorry llamara "Tapices de historia patria". (Mario Briceño-Iribarren (1982). Tapices de Historia Patria. Ensayo de una morfología de la cultura colonial" (Caracas, Quinta Edición, 1982).
Otra cosa es que no se ha procurado incentivar conflictos fronterizos de manera irresponsable, en cambio ha hecho mucho por la integración latinoamericana y caribeña, acogiéndose, según se puede observar en los logotipos de Petro-Caribe, energía para la unión, Unasur, Telesur, Nuestro Norte es el sur que, además, son recogidos en la página 26 del libro de marras; por lo que podemos decir que esta es una obra de ciertas inconsistencia en la identificación y fundamentación de cuál es su tesis principal; ya que por un lado afirma que el comandante Chávez fue un campeón de la integración latinoamericana y por el otro lo niega; aludiendo al objetivo 3 del Plan de la Patria señala que busca "…la conformación de una zona de paz en América Latina y el Caribe". En ese sentido reafirma una tradición, como se comprende de la lectura de la nota de AP: "En 1966, Venezuela y Guyana firmaron en Ginebra un acuerdo por el cual convinieron en buscar una solución práctica y pacífica a la disputa territorial, bajo el auspicio de las Naciones Unidas", (ob cit).
Finalmente, no hay que confundir un aspecto fundamental: pensar que como se promueve una salida práctica y pacífica con Guyana, Venezuela muestre una actitud débil. Aunque sí convendría desarrollar una campaña escolar y por los medios de comunicación social sobre la importancia de nuestra Guayana Esequiba, porque como decía un desaparecido locutor larense en su muy conocido programa radial de música venezolana, Los Venezolanos Primero: "De Venezuela ni un centímetro para nadie"…
Como fuere, esta obra "Visión política e histórica de nuestra Guayana Esequiba", (Barquisimeto, 2014) ofrece una aproximación desde una perspectiva personal y, en consecuencia, marcada por cierta postura política que quiere ser "independiente de las facciones en pugna" chavistas-opositores, pero realizado con sentido nacionalista; sobre todo viniendo de quien es parte de las nuevas generaciones cuyos puntos de mira se han formado en el marco de una Venezuela marcada por la polarización, con centros universitarios que no escapan a ello, pero aun así inculcan la importancia de la investigación. Lo cual no es poca cosa, ya con el tiempo se irá incrementando la pericia que corresponde en la elaboración de un producto académico, como dice su autor, Álvarez:
"El presente trabajo es una contribución a la cultura general del venezolano y a quien pueda interesarle los problemas limítrofes, que sirva como consulta sobre la reclamación de la Guayana Esequiva, y luego pueda profundizar en otros textos de mayor relevancia" (…) "Una de las motivaciones que me llevó a realizar este escrito, fue cuando Guyana pretendió extender su plataforma continental (2012) y el Estado venezolano tardó mucho tiempo en responderle diplomáticamente. Además del desconocimiento que un significativo número de compatriotas ostenta sobre la historia de Venezuela y, específicamente, sobre la Guayana Esequiba", (ob cit., p. 14).
En cambio, en los últimos días del 2014 sí fue rápido en responder nuestra cancillería a las declaraciones inamistosas del gobierno guyanés por boca de la Lic. Carolyn Rodríguez- Birkett, de allí que se puede decir que la Guayana es nuestra pero la solución a tal cuestión limítrofe debe ser práctica y pacífica y no ser motivo de controversias y actitudes chauvinistas, como hacían ciertos regímenes no hace mucho tiempo donde por ganar apoyo nacionalista se involucraron en conflictos bélicos de graves consecuencias humanas, por ejemplo en las Malvinas argentinas…de donde se tiene que hay que ser astutos como serpientes y mansos como palomas, además de que es muy importante que las nuevas generaciones reflexionen sobre estos aspectos; estas notas mínimas de prensa y pequeños libros sobre Guyana Esequiba, en consecuencia, no deberían pasar desapercibidas sino ser motivo de lectura, conversación y estudios, sin importar que se tengan observaciones sobre su contenido, sino incentivar que como decía don Rigoberto Lanz: "Que siga la discusión"…tanto en ambientes académicos como en la calle y en nuestras comunidades.