Economía, política y dialogo: ¡demasiado tarde!

Un optimista perseverante dirá que siempre se deben tener esperanzas; pero realmente así como hay organizaciones que no se pueden recuperar así también hay relaciones, y con ellas sus diálogos, que tampoco se pueden recuperar. Quien haya escuchado con atención al Presidente Nicolás Maduro en su presentación del informe a la asamblea del día 21 de los corrientes y siga con atención las menudencias diarias de distintos dirigentes oficialistas, podrá tener desesperanza en cuanto a las posibilidades del dialogo con factores de oposición.
Es probable que en el año 2000/2002 hubieran podido tenerse otros resultados, pero ya es muy poco factible en los asuntos que anotamos de seguidas, a menos que se dé un cambio radical donde el oficialismo señalase que ha estado equivocado o que todo era un juego, una mentira o algo semejante; o que la oposición aceptase el proyecto de socialismo confundido y rentista de la administración bolivariana. Demasiado comprometido está ya el presidente NM y la administración que preside, y las consecuencias, dado el escenario desde 2012 –y más aún en 2014 y 2015- serán agudizaciones de la problemática económica y social con desenlaces que otros pueden ordenar mejor.

Se conoce que, parte de las bases de la democracia es el entendimiento y el diálogo. El diálogo, por su parte, es la base de las negociaciones. Las negociaciones, requieren el reconocimiento del contrario o los que se encuentran en posiciones diferentes a la que maneja o comparte uno de los participantes de determinado conflicto, situación problemática o canalización de diferencias. Para esto se dialoga y se negocia en la economía y el comercio, por ejemplo. En la política, existen pasiones adicionales. Por sentido común o preparación se sabe también que, los que negocian, deben tener conocimientos y determinadas habilidades personales y de manejo de grupo. El interés de esta nota, remite a algunos de los elementos señalados para el conflictivo ambiente económico y político por el que transita actualmente Venezuela.
Dentro de un perfil de optimismo para la nación, puede ser que ésta o la parte de ella que se opone a la administración bolivariana, representen una posición de avanzada y exigencia para futuros gobernantes, en lo que puede la actitud de estos de insistencia en un escenario de prosperidad y felicidad así como de demagogia mientras la realidad indica lo contrario. Esto no lo obstaculizará el hecho de que, como pasa en todos los procesos similares, varios de los participantes en antiguas camarillas y perversiones de gobiernos anteriores –y que actualmente forman parte de la oposición- andan hoy con actitud de yo no fui. ¿Qué es lo que se podría dialogar? ¿Sobre cuáles puntos podrían o deberían conversar gobierno y oposición? Es indudable que puede haber un universo amplio de respuestas a estas preguntas. En cualquier caso, una revisión de los siguientes elementos no brinda muchos elementos de optimismo.
Sobre el modelo económico. Es claro que, aun con lo que se dice en la Constitución, a la administración bolivariana la propiedad privada –sobre todo la que no es de oficialistas- le produce una especie de urticaria. Lo que significa el nivel de vida y elementos derivados en la actividad social de los agentes privados, voceros del Ejecutivo -empezando por el Presidente NM y antes HC- lo han convertido en elementos pecaminosos e inmorales -aunque ellos sean beneficiarios fáciles de elementos similares-. La administración no define, sin embargo, llevar a cabo un proceso que signifique una mayoritaria expropiación de los medios de producción y estructurar una sociedad socialista. La definición del presidente NM en la presentación del 21 es que en Venezuela se tiene ya un “…modelo socialista en su primera fase”. Por lo demás, la sociedad venezolana en una parte importante, no quiere socialismo y, en su momento, no eligió al Presidente HC para que desahogara su comunismo mal formado. No se podían tener muchas esperanzas de que el presidente HC u hoy día NM y sus exegetas, pudieran lidiar con las complejidades de las economías de planificación central, que atormentaron a economistas marxistas bien formados y a verdaderos revolucionarios. ¿Qué avance puede haber entonces en un diálogo, donde se quiera respetar e impulsar la propiedad privada y la economía de mercado, por un lado y, donde, a hurtadillas, o declaradamente, según el estado de ánimo o los compromisos, se le maldiga? Ningún avance.

Sobre el control de cambios. El control de cambios implementado por la administración bolivariana desde hace más de 10 años no ha logrado eliminar la fuga de divisas, ni desarrollar la competitividad de exportaciones o empresas, ni eliminar la escasez o el desabastecimiento agudizados desde 2013. Después de usarlo para controlar traídas de insumos para periódicos o empresas en general, viajes de ciudadanos al exterior y ejecutar una forma de control económico convertido en control político, hemos pasado a escuchar y observar afirmaciones de funcionarios de la administración, corroborando ese último uso. Mientras, el sistema ha ido siendo afectado por la corrupción y se ha ido complejizando, brindándole una especie de reinado al dólar paralelo o negro y convirtiéndolo en una variable determinante y sin ningún tipo de control. En varias oportunidades la administración bolivariana ha ofrecido cambios en el sistema referido y generalmente no han habido modificaciones significativas. Quedó nuevamente demostrado en la alocución del 21 de enero. ¿Qué se puede negociar o dialogar sobre el control de cambios? Muy poco, y se observa que la administración seguirá teniéndolo como un arma de control político.
Sobre la participación del Estado. Aunque se trata con el actual, de un gobierno violador de la propia Constitución que fue de su interés le fuera aprobada, es claro que en ésta hay un definido sesgo estatista. La evolución de la economía y los hechos políticos, han perfilado la delimitación de los intereses centralizadores y de sobredimensionar la participación del Estado en la economía por parte de los Presidentes HC, NM y los grupos políticos en el poder. Basta ver el caso de distintas empresas que se le han ocurrido a la administración bolivariana –se hayan creado o no- o las que han pasado a propiedad estatal por expropiaciones u otros mecanismos. Pero se trata, también, del interés de dirigentes de la administración bolivariana de desarrollar una especie de Estado invasor y controlador de la vida y desempeños de los ciudadanos. Ahora, más que nunca, se trata de un Estado Omnipotente. Controlar y canalizar ideológicamente la educación, afectar los derechos de propiedad, controlar la información y el acceso a las divisas, entre otros elementos, se encuentran entre ejecutorias que se han tenido o entre sus ambiciones. Más aún se trata del perfil de un Estado con dos grandes perversiones. La primera la politización del gasto para la defensa de los intereses políticos de los grupos gobernantes y para sus derivados en corrupción. La segunda, la limitación de toda forma de transparencia que le permitiese a la sociedad ejercer los mecanismos de control y supervisión y se faciliten, correspondientemente, procedimientos como el atinente a los desvíos de los fondos de instituciones diversas tal cual ha sido denunciado. Se trata de un verdadero Estado expansionista que ha venido desarrollando lo que ya se ha perfilado como un Estado omnipresente. Es éste, parte del escenario que se relaciona con el déficit fiscal y la profundización de la problemática del endeudamiento público que se ha presentado, mantenido y agudizado a medida que han avanzado los 16 años de administración bolivariana. ¿Cuántas cosas se pueden dialogar y negociar en cuanto a esto? ¿Son elementos como los referidos los que se requieren para ubicar mejor la participación del Estado en el proceso de crecimiento y desarrollo? ¿Qué tanto de una verdadera reforma del Estado se está dispuesto a aceptar e impulsar? De esto último, muy poco.

Sobre los poderes públicos. Las facilidades brindadas a los Presidentes HC y NM para el control de los poderes públicos, por parte de la población que, inicialmente, aspiró a que se llevasen a cabo cambios en la economía y la sociedad venezolana desde la administración bolivariana, fueron considerables. Como pasa con la costumbre, el Ejecutivo se acostumbró al control del CNE, el Tribunal Supremo, la Fiscalía y ni que decir la Contraloría. Se trata de poderes supeditados, hacia donde la civilidad y los honestos se dirigen por su convicciones democráticas, pero no porque puedan esperar resultados imparciales. Si bien pueden tenerse observaciones hacia el desempeño de algunos agentes económicos, la realidad es que todas estas instancias en su supeditación al poder central, han generado un estado de zozobra sobre los derechos ciudadanos y de propiedad. ¿Están acaso la administración bolivariana y sus representantes en la Asamblea Nacional en posición de pensar el desempeño de la nación sin esta parcialidad de los poderes públicos? ¿En caso de negociaciones, se aceptaría que en todas esas instancias fuesen elegidos o nombrados ciudadanos probos y sin parcialidades, como deben existir en toda sociedad civilizada? Los nombramientos y procesos tenidos en diciembre 2014, con la composición resultante en organismos como CNE, Defensoría del Pueblo y otros, demuestran que no.

Sobre los medios de comunicación. Siempre deseó el presidente HC y hoy NM, que los medios televisivos -por ejemplo-, transmitiesen novelas “culturales”, programas para crearles consciencia a los venezolanos y realizasen campañas de ideologización. Se les ha escapado a ellos y sus seguidores que algunos ciudadanos cubanos desde hace décadas se preocupaban por las reacciones que en los televidentes tenían programas de no siempre fácil aceptación, como son los concernientes a grabaciones o ejecuciones de lo que se ha dado en llamar música culta o clásica. La administración bolivariana siempre deseó -y sigue deseando- que los medios de distinto tipo no informasen o diesen cabida a informaciones o análisis inconvenientes para sus intereses. Las informaciones y análisis económicos deberían ser, en su óptica, transfigurados, para concluir que todo va bien, como han planteado –también- la mayoría de los gobiernos y ministros anteriores y que se adicionan a los actuales. La diferencia es que, la actual administración ambicionó siempre, claramente, controlar definidamente los medios de comunicación, que son parte de los baluartes de las democracias en el mundo. Son las democracias y las posibilidades de difundir la información y la verdad las que, entre otros elementos, han permitido el avance de naciones y pueblos e incluso, evitado que, ciertas catástrofes, hayan sido de mayor magnitud. Revolucionarios verdaderos como A. Gramsci le asignaban un gran valor a la verdad. ¿Qué se puede negociar sobre la verdad y la libertad? Más aun, la actual administración ya se posesionó de varios medios de comunicación antes privados y se ha obsesionado con sancionar a otros.

Planteadas así las cosas, y con las restricciones señaladas: ¿Qué es lo que se puede dialogar y negociar? Parece que muy poco. Es necesario un nuevo entusiasmo nacional, que permita canalizar, con mayor realismo y consenso, la voluntad de la mayoría creciente que expresa intereses contrarios a la actual administración.

eortizramirez@gmail.com
@eortizramirez


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