Anotaciones al margen sobre la solución de Nicmer Evans a la crisis

Vuelvo a escribir en este espacio para referirme a un escrito del señor Nicmer Evans que me ha parecido interesante, y que me ha motivado a presentar algunas reflexiones al planteamiento expuesto por él.

Nicmer Evans plantea como una medida a adoptar la cesación de pago de la deuda externa venezolana, argumentando que a través de esta decisión se podrían obtener o liberar unos 10 mil millones de dólares para ser invertidos en la reactivación económica. El señor Evans menciona a Stiglitz, economista norteamericano, premio nobel de economía. Palabras más, palabras menos, este economista plantea que una cesación de pagos no tendría por qué tener repercusiones catastróficas para cualquier país que adopte este tipo de medidas, y menciona los casos de Rusia y Argentina. De hecho, plantea que los fondos liberados y redireccionados hacia la financiación de una política fiscal expansionista tendrán un efecto positivo en la economía. Stiglitz señala textualmente que "En ese escenario, el número de empresas locales que quiebran disminuye porque los tipos de interés locales son más bajos que si el país hubiera continuado pagando su deuda, y al mismo tiempo porque la situación económica general del país mejora. Puesto que la economía se refuerza, la recaudación de impuestos aumenta lo que mejora el margen presupuestario del gobierno. […] Todo eso significa que la posición financiera del gobierno se refuerza, haciendo más probable (y no menos) que los prestamistas quieran de nuevo concederle préstamos.

El argumento usado por Nicmer Evans apoyándose en lo señalado por Stiglitz tiene ciertas aristas que es necesario analizar. En primer lugar, el economista norteamericano se refiere a un país en donde funcionan plenamente los mecanismos del mercado, donde no hay control de cambios y donde los tipos de interés tienen una relación directa con la inflación, y estos operan como incentivos o desincentivos para la inversión de las empresas, dependiendo si los mismos se mueven a la baja o al alza. Es más que evidente que la Venezuela actual no responde a este modelo, el tipo de interés no guarda relación con la inflación, por lo tanto, el tipo de interés no incentiva el ahorro. También, es obvio, que la decisión de inversión de los empresarios venezolanos no responde al movimiento del tipo de interés. El planteamiento de Stiglitz apunta a que el reforzamiento de la economía dará lugar a una mayor recaudación de impuestos, este no es el caso de Venezuela donde el presupuesto se alimenta de la renta petrolera y del IVA y no de los impuestos sobre la renta de las empresas.

Además, en Venezuela, particularmente, los fondos redireccionados hacia una política fiscal expansionista no aseguran un efecto positivo per se. Durante años el país ha presenciado la aplicación de una política fiscal expansionista que no ha significado ningún crecimiento del aparato productivo, sino más bien, un decrecimiento. La política fiscal expansionista por la vía de transferencias como pensiones y misiones ha reforzado el consumo, que frente a un sector productivo en retroceso, se ha traducido en una inflación de dos dígitos que se acerca a la hiperinflación. La reactivación del aparato productivo que tome en consideración el sector privado, requiere de otros elementos que van en contra de la concepción ideológica del gobierno, los empresarios quieren libre cambio, eliminar los controles de precios, terminar con las expropiaciones de empresas y tierras, es decir, quieren un modelo capitalista alejado de cualquier cosa que suene a socialismo. Por lo tanto, el redireccionamiento de fondos provenientes de la cesación de pagos de la deuda tendrá que dirigirse a la creación de infraestructura y a proveer dólares para la adquisición de materia prima. Sin embargo, las declaraciones del Ejecutivo apuntan a continuar con una política asistencialista que incremente sueldos, salarios y pensiones por la vía de un decreto, lo que echa por tierra cualquier aspiración a frenar la inflación y tiende a aumentar los costos de producción, y por ende a disminuir la ganancia de los empresarios, lo que es desestimulo a la inversión privada.

El señor Evans plantea la realización de una auditoría pública ciudadana con el fin de recuperar un 5% de los 206 millones de dólares fugados, aquí tenemos que decir con cierto humor, que los dólares no tienen paticas ni cerebro para ponerse de acuerdo y darse a la fuga. Aquí hay toda una red de complicidades de gente que se roba los dólares. Hasta los momentos, y a pesar de anuncios efectuados de caiga quien caiga, seguimos sin saber quiénes se robaron esos dólares. Esta medida me parece un tanto ilusoria.

Por otra parte, el señor Evans plantea una unificación cambiaria y que el sueldo mínimo que según sus cálculos es de 750 dólares calculados a Bs. 6,30 el cambio, se calcule al dólar unificado. Supongamos que el cambio unificado alcanza los Bs. 50 por dólar, esto implicaría que el sueldo mínimo llegaría a Bs. 37.500 (Bs.50 x 750). Es fácil imaginarse el impacto que esto tendría en términos de inflación. Ninguna empresa, ni siquiera estatal podrá continuar operando con los niveles de precio actual si el salario mínimo en dólares de Bs. 6,30 se lleva a un dólar unificado de Bs. 30 o 50.

También, hay otra propuesta que consiste en la protección de la producción nacional y subsidio pertinente. Aquí debemos recordar que este es un camino ya transitado en Venezuela y en América Latina que se llamó sustitución de importaciones, política que fracasó al crear un sector productivo dependiente del Estado, ineficiente y con productos de mala calidad que no tenían posibilidad alguna de ser exportados exitosamente. También se habla como otra medida reactivadora del aparato productivo el control obrero directo de las empresas del Estado. Aquí habría que discutir en qué consistiría ese control obrero. Hay que entender que los obreros son asalariados, en la medida que no se disminuya la inflación, lucharán por obtener mejores salarios para compensar la pérdida de poder adquisitivo, lo que reduce el nivel de ganancias de la empresa, ganancias que son necesarias para reinversión. Lo que hemos visto en las empresas del Estado es una constante lucha de los sindicatos por mejorar sus ingresos independientemente que eso lleve a las empresas del Estado a una situación deficitaria.

Nicmer Evans plantea la lucha contra el burocratismo, debemos decir que esta idea no tiene nada de original, eso se viene repitiendo hasta el cansancio. Sin embargo, en la práctica la Administración Pública ha venido creciendo en forma desmedida. Hablemos claro, acabar con el burocratismo implica reducir en más de un 50% la nómina del Estado, obviamente esta es una medida que no se tomará, porque el desempleo se dispararía y el costo político sería inmenso. Aquí sigue existiendo una política clientelar que se expresa en una burocracia hipertrofiada. Señor Evans una lucha real contra el burocratismo significaría el fin de la revolución.

También, se plantea un control estatal y planificación de las importaciones, de alguna manera no se supone que es lo que debería haber hecho CADIVI y ahora debe hacer CENCOEX, no veo aquí nada nuevo bajo el sol. Los controles de cambio no han funcionado a largo plazo en ninguna parte. Si existiera un libre cambio se importaría automáticamente aquello que tiene una demanda real en la sociedad. Se importaría whisky y pañales y desodorantes y carne y todo, en la proporción que el mercado demande.

El señor Evans plantea un cambio de gabinete. ¿Cuántos gabinetes hemos tenido a lo largo de estos 15 años? La verdad es que perdí la cuenta. Yo plantearía algunas condiciones para la conformación de los gabinetes: 1) que los ministros tengan conocimientos y estudios en el área específica, 2) que en un plazo de 30 días presenten las metas trimestrales a alcanzar, 3) que trimestralmente presenten los logros obtenidos, publicados en los periódicos y por internet. 4) que no puedan pedir recursos adicionales por más de un 30% del presupuesto original, 5) que se les prohíba expresamente llevar un equipo personal al ministerio de más de 3 personas, 6) si el logro de las metas en dos trimestres consecutivos no llega a un 60%, sean destituidos automáticamente.

También, se plantea un ajuste de la gasolina en un plazo de tres a cuatro años, que lleve el precio de la gasolina a su nivel de costo. Debo decir que estoy de acuerdo con este planteamiento.

Un punto medular que me parece que falta en las medidas propuestas por el señor Evans es lo referido a la inflación. Si no hay una política antiinflacionaria es muy difícil enrumbar la economía del país, y en estos momentos, los economistas coinciden en que la inflación se combate con un control de la liquidez monetaria, algo que no se ha hecho en Venezuela por el costo político que implica.

Como verá señor Evans he tomado en serio su reto de debatir acerca de las medidas que propone. Estamos a sus órdenes. Aunque creo que no sería mala idea traer a los cerebros económicos de Bolivia para que nos asesoren como lo han hecho en su país para tener un alto nivel de crecimiento, estabilidad de la moneda e inflación de un solo dígito. Claro, hacer algo bien desde el principio es muy distinto a arreglar un entuerto económico de esta envergadura.



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Hernán Luis Torres Núñez


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