A propósito del 50 % de mujeres y jòvenes a la AN

Cada vez que el Presidente Maduro se refiere a la propuesta de escogencia de candidatos a la Asamblea Nacional para las venideras elecciones, en un 50 por ciento mujeres y un 50 por ciento menores de 30 años, sospecho que los aplausos del auditorio no son del todo sinceros y hay muchas interrogantes al respecto.

No hay duda del carácter extremadamente inclusivo de la Revolución Bolivariana y sus agigantados pasos para convertir la función social en una bandera que hoy palpamos como realidad convincente. La Venezuela de abajo, de adentro, pobre, oscurecida, arrinconada, olvidada y burlada gobiernos tras gobiernos adeco-copeyanos, es hoy visible, protagonista, participativa y constructora de un proceso de cambios. Venezolanas y venezolanos sin distingo de edad y sexo la han labrado durante 16 años de lucha.

La Revolución Bolivariana, sin dudas, abrió las puertas a un nuevo liderazgo y fue precisamente Hugo Chávez el genio y artífice para que millones de desalentados y sin voz se convirtieran en hacedores de una Revolución. Es así como en el espectro nacional nos encontramos con un liderazgo en el cual se destacan mujeres y hombres de cualquier edad y condición social. Todos tienen su espacio para demostrar su temple revolucionario mediante una práctica eficiente, responsable y honesta.

Es así como partimos de preceptos elementales, lejos del dogmatismo, el proselitismo, el populismo y el discurso demagógico a la hora de una construcción revolucionaria. Un partido revolucionario es un hilvanar de cuadros y lo mejor de lo mejor debe conformar su directriz. Igual consideración hay que darle a la dirección del gobierno revolucionario en cualquier nivel. Con ninguna de estas dos vertientes se juega ni se experimenta. En fin, una Revolución es algo serio. Muy serio.

En concreto. Una Revolución si es democrática y socialista es incluyente. La Revolución Bolivariana debe seguir los pasos de la inclusión social y política, como principal legado del Comandante Chávez.

Entonces, bien bueno el momento para afirmar que esa propuesta del 50% mujeres y 50% menores de 30 años, más allá de cualquier intención de captación y en conocimiento de la proporción poblacional que representan, pudiera desdibujar el proyecto revolucionario. Que cada quien se gane el puesto que se merece en la dirección revolucionaria con trabajo, respeto, experiencia, formación, constancia y compromiso. Nada de esto se consigue a la vuelta de la esquina ni de la noche a la mañana.

Al fin de cuentas, es la lucha del día a día y de años lo que amalgama al dirigente. Ser revolucionario no es un problema de edad o sexo. Es de conciencia y compromiso para luchar por una causa. En nuestro caso el Socialismo Bolivariano. Para parafrasear el dicho popular en boga: el imperialismo no juega carrito. En consecuencia, mientras más inclusión, más revolución.



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Juan Azocar


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