Pedagogía petrolera: A 140 años de La Alquitrana y el gran terremoto de Cucutá

El 18 de mayo de 1875, un terrible terremoto devastó la población de Cúcuta, aledaña al estado Táchira. Para esa fecha, tenía una población aproximada de 21.500 habitantes, 137 establecimientos comerciales y 72 industriales, una sociedad pública, un consulado, un colegio para niños, dos escuelas primarias para varones y dos para niñas.

El terremoto, ocurrido a las 11:15:11 de la mañana, de magnitud 7,3 Mb, tuvo su epicentro en Cúcuta, afectando también al estado Táchira. En los días anteriores, se sintieron tres o cuatro sacudidas, con tal magnitud, que según testigos de la época, se agrietaron los muros y cayeron al suelo objetos de las mesas; los mismos señalaron que la primera sacudida fue un domingo por la tarde, 16 de mayo de 1875. La segunda sacudida fue el 17 de mayo a las 5:00 a.m. y, aunque menos intensa que la primera, hizo correr  nuevamente a la gente a patios, jardines y calles. Hubo otra sacudida en la tarde de ese día lunes, y quizás otros dos más la víspera de la catástrofe. Por eso el pueblo de la Villa de Cúcuta estaba aterrado por los temblores. [2]

Se calculó que el número de víctimas sumó alrededor de 2.000, muchos no contabilizados entre Cúcuta y poblaciones vecinas afectadas en un radio de 80 kilómetros, que quedaron sepultados bajo los escombros de las casas. Entre esas poblaciones hay que mencionar La Villa del Rosario, San Luis, Salazar, Arboledas de Las Palmas, Gramalote, Bochalema y San Faustino en Colombia, y de San Antonio, Capacho, San Cristóbal, La Mulata, Rubio, Michelena, La Grita y Colón en Venezuela, donde cayeron las casas y hasta a más de 100 kilómetros y más allá de Mérida hubo grandes daños; además fue sentido a gran distancia como en Bogotá y Caracas, donde se apreció como un sismo de mediana intensidad que alarmó a sus pobladores.

La parte que más nos interesa es la afectación que sufrió el sector conocido como “Cerro Negro”, en el estado Táchira, ya que la falla geológica permitió aflorar por primera vez y de manera espontánea el petróleo en la finca llamada “La Alquitrana”, de Don Manuel Antonio Pulido. En el lugar existe actualmente un museo en la citada finca dedicado al petróleo ubicado en la antigua carretera de San Cristóbal a Rubio, por la vía de El Corozo.

Motivado a la hora del terremoto -describe nuestra fuente-, las once y cuarto de la mañana, muchas personas se salvaron pues se encontraban en sus faenas rutinarias de agricultura, ganadería y de comercio al aire libre, no obstante, en un colegio de niñas ubicado en Cúcuta, todas sus alumnas murieron bajo los escombros, ya que en vez de correr hacia un patio lateral del aula, lo que hicieron fue correr hacia la calle, cayéndoles encima la estructura del portal de entrada del colegio. Por las faldas de los cerros y montañas inmensos peñascos se deslizaban y los caminos se bloquearon de derrumbes de aludes de tierra suelta, árboles y matas caídos por todos lados, algunos hasta arrancados de raíz, otros simplemente caídos de lado. En ese entonces aún no se había implementado el telégrafo pero en Cúcuta había una oficina, el operador no podía comunicar la novedad y recogió algunos instrumentos del telégrafo y viajó en mula hasta Chinácota, donde encontró la línea que no se había cortado y telegrafío a Bogotá. Desde el atrio de la catedral se leían los telegramas públicamente para enterarse de lo ocurrido mientras que del lado venezolano permanecía aislado sin poder comunicar la gran catástrofe ocurrida. Hubo pillaje en Cúcuta en medio de las ruinas, y 7 personas fueron juzgadas y sentenciadas a muerte por las pocas autoridades que quedaron, la fuerza nacional que existía en la ciudad, abandonada de sus jefes, se entrega a la rapiña; y las autoridades todas aterradas abandonaron también la ciudad, quedando en las ruinas a merced de ladrones, que aumentaban sus filas con cuantos veían sacar cuantiosos dineros de las cajas de hierro.

De la página digital “Desde Rubio”, extraemos la siguiente información:

 

La primera experiencia petrolera íntegramente venezolana la realizaron hombres del estado Táchira: Manuel Antonio Pulido, José Antonio Baldó, Ramón María Maldonado, Carlos González Bona, José Gregorio Villafañe y Pedro Rafael Rincones, quienes crearon privadamente y con un capital de 100.000 bolívares, el 12 de octubre de 1878, la empresa La Petrolia del Táchira, casi cuarenta años después de las apreciaciones del doctor Vargas sobre los recursos petrolíferos del país.

El 3 de septiembre de 1878 el gran estado de los Andes (Táchira) otorgó a la señora Dolores de Pulido, los derechos exclusivos para la explotación por 50 años, de 100 hectáreas en Cerro Negro y La Alquitrana, cerca de Rubio. El interés por esta iniciativa nació como consecuencia del terremoto del 18 de mayo de 1875 que sacudió la región tachirense y provocó la aparición de menes en La Alquitrana.
Para conocer y familiarizarse con las operaciones petroleras estadounidenses, Pedro Rafael Rincones visitó los estados de Nueva York, Pensilvania y Ohio. Además de los conocimientos adquiridos, Rincones trajo a Venezuela equipos, materiales y herramienta para perforación y producción de pozos y refinación de crudos. Adiestró al personal venezolano requerido por La Petrolia, y por todo lo que hizo por iniciar el desarrollo de la industria de los hidrocarburos en Venezuela bien merecido tiene el calificativo de pionero en la transferencia de tecnologías petroleras.

La Petrolia permaneció en el registro de comercio durante los años 1878-1934. Su actuación fue muy modesta. A su primer pozo, el Eureka-1, le siguieron otros que dieron pequeños volúmenes de producción que escasamente alimentaban una pequeña refinería que procesaba 15 barriles de petróleo por día, cuyo principal producto de exportación hacia pueblos de Colombia era el kerosén. Esta experiencia tiene mucho mérito empresarial porque preparó a los primeros trabajadores petroleros del país. Rincones, además de realizar las actividades gerenciales y operacionales a su cargo, fue un gran relacionista y comunicador. Para mantener al personal, allegados y visitantes informados sobre las ges­tiones de la empresa, él mismo hacía la publicación institucional The Petrolia Star, primera en su género en Venezuela. Infortunadamente, este intento de venezolanos emprendedores con fe – o con esperanza – en su país, se arrastró lánguidamente y hubo de cerrar el 8 de abril de 1934, después de más de 50 años de labor (“Desde Rubio”, página digital).



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César Eulogio Prieto Oberto

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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