Caricatura sin humor, humorista sin honor

¿Es ilimitado el derecho a la libertad de divulgación? ¿Informar y opinar son derechos o patentes de corso?

Estamos hablando de la caricatura sobre el Escudo Nacional de la Republica Bolivariana de Venezuela del dibujante colombiano Vladdo, publicada en la revista Semana. Se trata de una masiva y despiadada campaña mediática desatada por la derecha colombiana contra Venezuela.

Quienes han salido a defender o excusar al caricaturista, incluido el propio Vladdo, han jugado a desviar al asunto medular del suceso. La estrategia ha sido justificar como algo normal y democrático, que el humor grafico se mofe de los políticos y critique situaciones sociales determinadas. El presidente colombiano Santos se coloco como ejemplo de haber sido criticado en la parodia grafica de su país.

He ahí la maniobra, el contrabando ideológico. Quiero apuntar cinco verdades explicitas y ocultas sobre este hecho inédito en las relaciones entre los dos países.

1) El caricaturista no burlo a una persona en particular, ni al Gobierno o Partido Socialista, si su intención era criticar nuestro desempeño político. Se burlo de un Símbolo Patrio con significado histórico y sustento constitucional. Como el señor Vladdo sabe por -ser experto en los aspectos gráficos del mensaje- el Escudo es una representación espiritual del sentido de pertenencia a ese algo inconmensurable, unidad indisoluble de nuestro universo sentipensante que llamamos Patria. Por tanto, al hacer uso grotesco de nuestro Escudo para expresar su opinión acerca de la situación de nuestro país, no solo estamos ante una injerencia inaceptable, sino además, al tratarse de un extranjero, se consuma una ofensa xenófoba, impía, belicosa y repugnante. Es un remedo de las campañas nazis contra los judíos y todo aquel a quien consideraran inferior.

2) Es falso que el caricaturista Vladdo ofendió la venezolanidad por iniciativa propia, ejerciendo una pretendida libertad de expresión; su patrón le dio la pauta y el satisfizo la chequera goda.

3) Esa burla desconsiderada es parte de la campaña antibolivariana llevada a cabo por la oligarquía colombiana, que tiene doble filo: atacar y destruir la Revolución chavista, para –con una Venezuela debilitada- lanzarse sobre el Golfo de Venezuela y PDVSA, y simultáneamente, distraer al pueblo colombiano de sus propios problemas, donde la pobreza y la pérdida de soberanía ante el capital transnacional, son el hambre de cada día.

4) Al denunciar esta afrenta, el Presidente Maduro asume la vocería del sentimiento de todo un pueblo, que lamenta la saña y el cinismo con que nos tratan unos malos vecinos, que deberían ser más bien nuestros buenos hermanos.

5) Quizás Vladdo se dejo llevar por los honorarios y limosnas de sus mecenas, olvidándose que la ética es la estética de la política y quintaesencia de la creación. El sentido común indica que es mejor respetarnos y amarnos hoy, que infestar los días de odios para que la plomazón mate la risa.

Estoy recordando al genial Jaime Garzón, asesinado en Colombia por ser humorista ético, y a otro genio que si no se huye de Colombia, lo matan (dicho por el mismo): García Márquez. Cosas terribles que hemos lamentado; como lo ocurrido al pionero del humor venezolano del siglo XX, Leoncio Martinez, muerto a garrotazos por antecesores de la derecha golpista de hoy.

Cosas impensables en la Venezuela chavista.



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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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