Venezuela está sufriendo, desde el mes de julio de 2014, la caída progresiva de los precios del petróleo, que al día de hoy alcanza 49%. Su economía dependiente del petróleo ha sido afectada fuertemente y el Gobierno está tomando medidas para reorganizar el presupuesto y garantizar el acceso a bienes y servicios básicos, pero la gente todavía está experimentando dificultades.
En efecto, algo es evidente: el esfuerzo que hace el gobierno nacional para superar una situación que, como todas las evidencias lo indican, surgió como una acción concertada. El abastecimiento del país, en todos los aspectos y sectores, se venía desarrollando de manera regular, el país crecía de manera sostenida después de superar los avatares de 2002 y 2003 y los efectos de la crisis económica y financiera mundial que se inició en 2008 y que aún mantiene en situación difícil a los países más industrializados del planeta: EE.UU, Europa y Japón, mantenía un ritmo diferente en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe.
Los esfuerzos que inició el Presidente Chávez en el mismo 2003 con las misiones sociales cuyos frutos ya recoge el pueblo venezolano porque los resultados son inmediatos, están a punto de madurar en las áreas productivas porque requieren de un período mayor. En algunos aspectos lo vemos: el país se abastece plenamente en la mayor parte de los rubros agrícolas, como verduras, hortalizas, legumbres y frutos tropicales; seguimos teniendo escasez en cereales. Lo que más se importa son productos manufacturados: enlatados y envasados además de aquellos que desde siempre, y muchos de ellos a partir de cuando los empresarios que manejaban nuestras industrias migraron a la economía de puertos en busca de mayores y más fáciles ganancias, como las fábricas de repuestos y partes automotoras; ellas confrontan, al igual que los medicamentos y bienes y equipos médicos, las mayores dificultades.
Nunca hemos tenido una industria farmacéutica y es una de nuestros grandes tendones de Aquiles. Ello es consecuencia, lo sabemos desde siempre, de la secular deformación de nuestra estructura socioeconómica en todos los sectores productivos, altamente dependientes de monopolios y oligopolios nacionales e internacionales, hecha a la medida de las empresas transnacionales que neocolonizaron nuestro país.
Tenemos que confiar que esta batalla, cuando ha arreciado el comiso de decenas de galpones y gandolas saturadas de bienes de consumo de primera necesidad, será finalmente ganada por pueblo, gobierno y FFAA unidos. Pero la lucha es larga, quienes por doscientos años habían gobernado este país no se resignan ni se resignarán, lo suyo es el poder para hacer lo que los resultados mostrados en las series históricas de indicadores que afortunadamente has leído con interés, reflejan.
Cientos, miles de toneladas de alimentos y otros productos de consumo masivo que han sido acaparados o vendidos como contrabando por los distribuidores privados y empresas, con el fin de crear escasez, pánico, descontento con el Gobierno y de justificar la especulación de los precios inflados, han sido capturados por las fuerzas de seguridad y puestos a la venta en mercados abiertos a precios accesibles a la mayoría de la población.
Estos ejemplos son sólo una parte de la creciente y sistemática cobertura negativa y distorsionada de la situación en Venezuela en los medios de comunicación estadounidenses, españoles y de otras latitudes, siempre vociferados por sectores de la derecha más radical, pintando una imagen exageradamente sombría de la situación actual del país y retratando al Gobierno como incompetente, dictatorial y criminal. Si bien este tipo de campaña mediática coordinada contra Venezuela no es nueva -los medios de comunicación constantemente proyectaron al presidente Hugo Chávez, elegido cuatro veces por una mayoría abrumadora, como un dictador tiránico que destruía al país– sin duda evidencia que se está intensificando claramente a un ritmo acelerado el hecho de que diarios de gran tiraje como "Times", "ABC", "Clarín", de EE.UU., España y Argentina, entre otros, mantienen persistentes campañas directas contra el actual Gobierno de Venezuela, con artículos distorsionados y claramente agresivos -editoriales, blogs, opinión y noticias- lo indica que Washington ha colocado a Venezuela en la vía rápida del "cambio de régimen".
La llegada de Leamsy Salazar en Washington como un presunto colaborador de la DEA, y su exposición pública, no es casual.
Los líderes de las protestas, Leopoldo López y María Corina Machado, han sido elogiados por el ‘The New York Times’ como "luchadores por la libertad", "verdaderos demócratas", y el ‘Times’ se refirió recientemente a Machado como "una inspiración"
Estas voces influyentes deliberadamente omiten la participación de López y Machado, además de Antonio Ledezma, Alcalde de Caracas, en actos violentos, criminales, antidemocráticos e inconstitucionales. Ellos participaron en el golpe de 2002 contra Chávez, han recibido ilegalmente fondos extranjeros para actividades políticas para derrocar a su Gobierno, y ambos lideraron las protestas mortales contra Maduro el año pasado, pidiendo públicamente su derrocamiento por vías ilegales.
Aunque no ha surgido evidencia para respaldar las acusaciones escandalosas de Salazar contra Diosdado Cabello, el titular en los medios sirve para hacer una historia sensacional y crea otra mancha contra Venezuela en la opinión pública. También causa un gran revuelo entre los militares venezolanos y puede dar lugar a nuevas traiciones de oficiales que podrían apoyar un golpe de Estado contra el Gobierno. Las acusaciones infundadas de Salazar también apuntan a neutralizar una de las más poderosas figuras políticas del chavismo, y tratan de crear divisiones internas, intriga y desconfianza.
