Ayer genocidas del 27-F, hoy conspiradores y terroristas

El 27 de febrero de 1989 está en la memoria del pueblo venezolano como el día en que bajaron los cerros y el día en que se desarrolló la primera gran rebelión contra el capitalismo en el esquema neoliberal globalizante.

El recién estrenado gobierno de Carlos Andrés Pérez, literalmente entregó el país a los intereses de las entidades financieras del capitalismo imperial (FMI y Banco Mundial), atendiendo sus recomendaciones economicistas que estipulaban aumentos desmesurados del costo de la gasolina, alza de las tarifas de los servicios públicos, liberación de precios y otras medidas impopulares que dieron origen a las espontáneas y masivas protestas que comenzaron el lunes 27 de febrero en Caracas y otras ciudades cercanas a esta capital.

En la mañana del 27-F el pueblo venezolano amaneció en estado de shock al verse envuelto en una situación que solo los grandes acaparadores celebraban. Y no quedó otra alternativa que rebelarse frente a lo que significó el primer levantamiento de pueblo alguno contra el neoliberalismo globalizador.

La rebelión terminó cuatro días después con un saldo de miles de ciudadanos muertos, cientos de desaparecidos, hogares destruidos por efectos de la metralla, negocios saqueados y un tambaleante gobierno que, agotado de reservas morales, defendía su acción sangrienta a través de los voceros de entonces atrincherados en los partidos Ad y Copei, medios de comunicación, gremios empresariales, estamento militar y cúpula eclesiástica.

Unos años después, y desalojados del poder político, los perpetradores del genocidio del 27-F, cual episodio novelesco de Gargantúa y Pantagruel, se reagruparon para planificar las acciones sediciosas y terroristas contra el gobierno del presidente Hugo Chávez en 2002; para más señas, es la misma gente que hoy intenta derrocar al presidente Nicolás Maduro con estrategias sin precedentes de guerra psicológica, sabotaje económico y presión mediática internacional, acompañada de amenazantes expresiones de los representantes del imperialismo norteamericano.

Herederos políticos pues de aquel Carlos Andrés Pérez, son hoy Henrique Capriles, María Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma; un sátrapa este último que, por cierto, estuvo al lado de CAP acompañando sus órdenes genocidas en los días trágicos que comentamos.

Hoy decimos entonces que estos personajillos siempre han tenido la necesidad de reciclarse el pelaje que los cubre para deambular en el espacio de la mitomanía del cual son adictos; así, unas veces se hacen llamar Coordinadora Democrática, otras sociedad civil, Gente del Petróleo o sencillamente Mesa de Unidad Democrática, aunque no puedan quitarse el tufo maloliente que los asocia con los genocidas del 27-F.

fremarlu67@gmail.com

@fredone3  

 



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