Cuando el pueblo da la espalda

19 millones de militantes tenia en 1986 el Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, mas una cantidad parecida de aspirantes a ser miembros (simpatizantes) y aproximadamente 40 millones de jóvenes organizados en la Juventud Comunista (KOMSOMOL) para finales de la década se inicio una masiva estampida de militantes, hablando en términos bursátiles, se derribaron las acciones, ya nadie le interesaba estar en el partido de la revolución.

Para el año 1986 el Partido Socialista Unificado de Alemania Democrática, contaba con 2.260.000 militantes y la organización juvenil de ese partido la FDJ contaba con 2.300.000 ambas organizaciones sumaban algo así como el 27% de la población de la RDA, tres años después el partido se disolvió y la FDJ perdió toda su militancia

El 6 de diciembre de 1998 en un canal de televisión mientras se observaban las muestras de jubilo del pueblo por el triunfo del comandante Chávez, un destacado dirigente de Acción Democrática expresaba con tristeza; "Estas viendo esa negrita que esta bailando ahí, esa era dirigente de un comité de base del partido, estas viendo ese otro, ese también era militante del partido".

Lo curioso de todo esto, es que los mas asombrados ante esas hecatombes, han sido los que se suponían que por su "claridad" "visión " y "eficiencia’’ llevaban las riendas de la conducción política, los hombres y mujeres de las estructuras.

¿Por qué la dirigencia llega a ser mas ciega que la militancia?

Esto puede suceder cuando la estructura burocrática deja de ser instrumento del poder originario rompiéndose el principio revolucionario del gobernar obedeciendo, sencillamente esa estructura se convierte en un poder en sí mismo, en el poder vertical, en el poder reaccionario y conservador; en el poder que en el mejor de los casos tratara de interpretar aspiraciones colectivas pero desde su aislado nicho, desde su frío pedestal separado de las tormentas de la vida diaria, perdiéndose la comunicación bidireccional y es sustituida por la orden desde arriba, la verdad se convierte en memo, decreto, resolución o líneamiento.

El poder de la estructura burocrática; llámese, alcaldía, gobernación, ministerio, diputado, director, gerente, etc; asumido y ejecutado de esa forma; aún cuando quienes lo ostenten, expresen un discurso revolucionario, no dejara de ser mas que una demagogia, porque es la arbitrariedad del poder constituido pretendiendo señalarle el camino al autentico soberano, al pueblo trabajador; al poder constituyente. Y se convierten en todo poderoso, en infalibles y ante los reclamos populares con aire de grandes aleccionadores pretenden remediar con parches, hemorragias de desencantos y como alguna vez esas tácticas le funcionaron se olvidan de cuando es contraproducente.

Ya olvidados del poder constituyente, desconectado del saber originario, son otros los códigos éticos que practican los hombres y mujeres de las estructuras gubernamentales, en su gramática poder no es pueblo conciente, poder es recurso económico, es la capacidad de lobby, es el control de aparatos e instituciones. La incongruencia pasó a ser la característica fundamental, en público se habla de democracia participativa y en privado se reparten la democracia.

Así continuaran creyéndose tener control absoluto del escenario político, midiendo su fortaleza por la debilidad de su oponente, hasta que un día el pueblo pierda lo último que siempre pierde antes de un sacudón; la paciencia.

Abrebrecha y después hablamos.

 

 

José Ovalles

 

 


 



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José Ovalles


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