Legalidad burguesa, Justicia, Derecho y pueblo

Es difícil liberarse de la hipocresía y del miedo que se esconden en la metáfora, símil, anécdota, ironía y sarcasmo, pues esas técnicas discursivas las hemos aprendido, desde la escuela hasta la universidad, estupidizados con buenos modales, para legitimar el Estado burgués y su legalidad, que no permiten que las cosas se llamen por su nombre, escondiendo siempre la verdad, maquillada y edulcorada. Incluso, hay palabras "tabú", que son secreto a gritos, que nadie reconoce pública u oficialmente, pero que todos saben.

Este es el caso del poder judicial y del Pueblo en Venezuela. Ambos de desprecian mútuamente. El primero, porque desde los magistrados, pasando por los secretarios, escribientes, alguaciles, abogados, defensores y acusadores, incluso, salpicando y homologando en el mismo caño, a fiscales y al resto de miembros del Consejo Moral Republicano, todos han sido formados en la vieja legalidad burguesa, al servicio del Estado burgués, razón por lo cual, piensan actúan y sus aberraciones contra el Pueblo, solo responden a la naturaleza para la cual fueron formados. El segundo, el Pueblo, porque en su lenguaje llano, solo conoce y llama las cosas por su nombre, reconociendo que la justicia está aún: ciega, sorda y muda, es decir, está vedada para el Pueblo.

Aún hoy, después de diecisiete años de revolución, el Poder Judicial y el Poder Moral Republicano (Ministerio Público, Defensoría del Pueblo y Contraloría General de la República), siguen entrampados en leyes que no se corresponden con el Estado social de justicia y derecho que nos concede la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV: 2000), es decir, para un Estado Socialista, en esta República Bolivariana de Venezuela.

Por estas razones, entre otras, sobre todo, las crematísticas, somos testigos de que la justicia sea tan ciega, tan sorda, tan muda y tan a conveniencia del capital, de quien tenga billete, como en la IV República, tanto, que si el Diputado William Ojeda publicara hoy, por primera vez, aquel libro que lo llevó a la cárcel en la IV República, seguramente, generaría el mismo efecto, de cana e irritación, por tanto aludido.

Por esto, hemos sido testigos de extravagancias como aquella del "vacío del poder" cuanto derrocaron con un Golpe de Estado al Comandante Hugo Chávez, en el año 2002. Por esto, también, observamos que el poder judicial está repartido en tribus que todos critican y desprecian, pero que casi son intocables, por inasibles, como las del Opus Dei y sus extensiones copeyanas, respetando el feudo de los masones que no son socialistas, ni bolivarianos, sino una gran logia, que siempre ha cuidado hacerse del poder para sus fines y los de los suyos (aunque, no andan en las perversiones de los otros), más los nichos adecos que ellos preservan con gran celo.

Todos ellos, hoy están hoy unidos como hermanos y fuerzan por "La salida" del Presidente obrero Nicolás Maduro Moros, porque odian todo lo que sea socialista y huela a Chávez, además de que están muy convencidos de su pronto derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, razón por la cual administran justicia sobre la base de sus fobochavismos, ayudando al caos y al enredo que conflictúe la vida nacional, sin despreciar que el hecho de no impartir justicia, ni administrarla a tiempo, es el gran colaboracionismo a favor del golpismo, al caotizar la justicia.

No es de extrañar cómo manifiestan, abierta y veladamente, su rechazo al gobierno, cómo aplican "Operación Morrocoy" y cómo operan injustamente contra el Pueblo, en tribunales y fiscalías, muy pesar de los titánicos esfuerzos que han emprendido, tanto las dos últimas presidentas del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), como la Fiscal General de la República (FGR), Luisa Ortega Díaz, a la cabeza del Ministerio Público (MP), sin que pueda, tampoco, soslayarse, cómo la Dirección Ejecutiva de la Magistratura (DEM), desde que el Ing. Argenis Chávez asumió las riendas de la misma, ha acercado la justicia al Pueblo y ha reivindicado a aquellos inermes, víctimas de jueces cuyas actuaciones han sido muy reprochables e injustas, incluso, hasta crueles.

Pero, nada de lo anterior expuesto representa el fondo del problema, pues ese dantesco escenario se corresponde con la legalidad burguesa. Se trata de que hay que hacer leyes revolucionarias, para alcanzar la justicia a favor del Pueblo, por el buen vivir, por la verdad. Resulta que, incluso, se han dado casos emblemáticos, que han pasado por todas las instancias hasta llegar al TSJ, favoreciendo al golpismo, a los sectores fascistas y a los intereses del gran capital, porque nuestra todavía existente y vigente legislación posee todos los subterfugios legales que dan esa posibilidad de burlar la justicia, impartiendo justicia, evidente paradoja.

Por ello, debemos elegir, diputados dispuestos a hacer leyes revolucionarias, a favor, de la mayoría y al servicio del Estado Comunal, que es decir, a favor del Pueblo. Y esos diputados, sin lugar a dudas, jamás pueden ser los propuestos por los oposicionismos golpistas, que en la IV República fueron esa élite privilegiada, que aún hoy, mantiene secuestrada la justicia, gracias a esas leyes burguesas y anacrónicas.

Ahí tenemos los ejemplos más elocuentes. Las únicas leyes orgánicas revolucionarias con las que contamos en Venezuela, como derivación de la CRBV en este proceso de cambios hacia el socialismo, son las aprobadas por la vía de "Habilitante", tanto por el Comandante Hugo Chávez, como por el Presidente Obrero, Nicolás Maduro.

De otra manera, no ha sido posible que en la Asamblea Nacional (AN), según lo establece el artículo 203 de la CRBV, se hayan aprobado leyes orgánicas para organizar los poderes públicos y para desarrollar los derechos constitucionales y los que sirven de marco normativo de otras leyes. La razón es una: la derecha se propone torpedear la creación de leyes revolucionarias, para dar paso a la restauración de la IV República y del capitalismo neoliberal, con su democracia representativa, de manera tal, que en un descuido, al alcanzar una mayoría circunstancial del TSJ, la eventual destitución del Presidente Obrero, Nicolás Maduro, les sea posible, dentro de las posibilidades de un "Golpe de Estado Institucional" o "Golpe de mano", dentro del menú de posibilidades que manosean, para "La salida", los sectores golpistas de los oposicionismos y los caballitos de Troya, con el gobierno de Barak Obama. De atreverse a jugarse esta carta los sectores golpistas disfrazados de institucionalistas, no hay duda, que el Pueblo profundizaría la revolución, se depuraría el Poder Judicial y el Poder Moral, además de que se profundizarían leyes al servicio del Pueblo.

Por lo pronto, es posible que tanto la formación, los pensa de estudio en las universidades, como el ejercicio del derecho, al igual que en el caso de los médicos, los abogados sean empleados directos del Estado venezolano y se proteja al ciudadano de la explotación de los chupasangre, que a cuenta de la necesidad de cualquier ciudadano de acceder a la justicia y de ser representado, los abogados o profesionales del derecho trafiquen con su necesidad, su pena, su dolor y con su libertad, por aquello del libre ejercicio. No se puede traficar con la justicia, ni con la educación. El uso crematístico del derecho y la justicia, solo es tolerado injustamente en un Estado capitalista, al servicio de los intereses de la burguesía.

En este sentido, con la formación universitaria que han recibido, no podemos esperar más de estos profesionales del derecho, que al igual que los médicos, usurpan impunemente un título que no tienen y se hacen llamar "doctor", porque en la formación o deformación universitaria de castas y aristocracia, que todavía arrastramos, el llamarse doctor los coloca por encima del resto de nosotros, los mortales.

Urgen cambios, transformaciones y hacer posible una sociedad justa, acorde con nuestra nueva institucionalidad, que no es la de la democracia representativa, ni burguesa. Urgen, una nueva legalidad, justicia y derecho, al servicio del Pueblo, esto es, al servicio del Estado Comunal.



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Luis Alexander Pino Araque


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