No podemos ser un país de paz si no tenemos vocación de justicia, si no practicamos y ejercitamos a diario nuestro sentido de justicia. ¿Que la justicia es relativa? pero para los que no cuentan con un sistema de valores, para los que no tienen una moral encarnada.
Los socialistas creemos en la solidaridad humana, creemos en la igualdad y en la libertad; por eso luchamos. Y sobre la base de valores socialistas debemos ser justos y hacemos justicia. Sin dignidad, sin respeto a la humanidad y a la vida en general, no hay justicia posible; no puede haber paz.
Solo dentro de estos límites morales la justica tiene sentido para el revolucionario socialista. Cuando toda la sociedad alcance esos niveles de civilización habrá paz. La paz no puede ser a costa de la dominación de unos pocos sobre la mayoría. No puede haber paz mientras haya privilegios y desigualdad. Mientras siga habiendo gente sin educación, sin viviendas dignas, sin derecho a la salud; no puede haber paz sin leyes que fundamenten los principios socialistas. Mientras no derrotemos el viejo sistema no habrá paz.
La paz debe ser dignidad humana, conquistada no negociada; no puede ser la paz a cambio de nuestra libertad. Así, hablar de Paz es hablar de claudicación, de entrega. La paz de esos matrimonios que han durado 60 años solo porque un señor, ahora viejito y respetable, tranquilo, pacífico, estuvo 60 años sometiendo a sus caprichos y voluntad a una pobre mujer.
Cada vez que veo al presidente Maduro extendiéndole la mano a Obama, a los empresarios, a la oposición, en nombre de la paz me indigno, y más aún cuando dice hacerlo en el nombre de todos nosotros ¡Tamaña tontería!!
La lucha de clases, primero, no se decreta, está ahí; unos la libran, otros la disimulan. ¿De cuál paz habla el presidente? ¿De la paz de la claudicación? Negar la lucha de clases en una revolución es un contrasentido, una estupidez. Yo no quiero la Paz del que se encierra en su casa para, que no lo roben; del que no se indigna y reacciona ante una injusticia, para no buscarse problemas; o del que tiene que vivir treinta años con una mujer que no quiere, para no pelear. del que no hace críticas al gobierno, para que no lo fichen. La paz del cómodo, la paz del distraido no la quiero. La paz del cobarde no es paz, es entrega, es vivir sin vida.
Una revolución que no se pelea no se gana. Yo creo que la prudencia es de las peores virtudes, si acaso es una virtud. Se puede ser precavido, se puede táctico, se puede ser discreto, pero no es "típico del venezolano" tanta moderación, tanta cautela para tomar decisiones; así no queremos que se hagan las cosas. La verdad que nadie sabe qué espera el gobierno para tomar decisiones contundentes, las que sean, hacia la izquierda o hacia la derecha, no importa ya. Da igual, porque el fascismo, los capitalistas, la burguesía ladrona de este país junto al imperio (que sí están claros) continúan con su lucha para aplastarnos definitivamente: socialismo, gobierno, revolución, legado, rebeldía, conciencia, todo desaparecerá.
En esta semana, por poner un ejemplo de la "cautela" con la cual actúa el gobierno y quiere evitar conflictos, el Sebin incautó 14 millones de medicamentos vencidos en los depósitos de una farmacéutica. Pero en esta misma semana el ministro de salud, Henry Ventura, "estima cancelar la deuda a las transnacionales farmacéuticas y proveedores de medicamentos" un pocotón de dólares "debido a que ya fueron asignadas las divisas y deben comenzar a aparecer los medicamentos en los anaqueles". ¿Será que el estúpido soy yo, que no me doy cuenta la táctica de la "cautela" del presidente?
Hablar de lo mismo, de lo que es obvio, es un ejercicio de autotortura, pero ejemplos del "estilo blandito" del gobierno sobran, a pesar de las excusas sesudas de algunos intelectuales renegados. No pedimos que nos expliquen el porqué de tanto caradurismo para mostrarse tan torpe. Ya no queremos que nos expliquen nada, es preferible así cuando el disimulo es malo.
A pesar de los hijos de Chávez, la lucha de clases continúa ¿Qué sería del pueblo cubano ahora, si Fidel Castro no hubiera tomado todas las decisiones revolucionarias que tomó, por miedo a una invasión norteamericana o a los ataques terroristas? Ese es el problema, que mientras la prudencia prolonga la agonía, o sea, nos alarga la vida dentro de esta farsa, la población moralmente se diluye, confundida y desesperanzada, resignada al tedio de lo mismo siempre. Es preferible la tensión del cambio, del vivir viviendo, que la paz de los miedosos.