Estamos a tiempo

Antes de proceder a una intervención directa, los gringos ensayan el derrocamiento de gobiernos que no atienden sus intereses y no siguen su política exterior imperialista, con iniciativas encubiertas destinadas a la agudización de las contradicciones políticas internas y a profundizar las debilidades económicas e institucionales del país objetivo, utilizando como plataforma sus Misiones Diplomáticas. Aprovechan al máximo las deficiencias de la gestión de gobierno para montar escenarios desestabilizadores. De ello dan cuenta las sorprendentes revelaciones de Assange, Snowden y los archivos desclasificados de Washington.

En la lucha por la independencia, es crucial ganar batallas diplomáticas como la escenificada en la Cumbre de las Américas de Panamá, pero la victoria definitiva solo será posible, garantizando la gobernabilidad y la estabilidad económica interna, para impedir que se vayan a pique las expectativas del pueblo respecto del proceso. De lo contrario, la mesa estaría servida para que avance el proyecto restaurador neocolonial, de la mano del gran capital transnacional. Por ello, hay que atacar las causas estructurales de la crisis, ante el evidente agotamiento de una política económica que está corroyendo aceleradamente los logros sociales de la revolución. El gobierno debe encarar la grave situación de inseguridad y violencia social que compromete la paz y la soberanía de la Nación. Es crucial enfrentar la corrupción que está minando la estructura del Estado desestabilizando las finanzas públicas y erosionando la credibilidad del gobierno.

La revolución ha sobrevivido al golpe continuado y a la guerra de IV generación que le plantó el imperio desde sus albores, porque concitó un amplio respaldo popular alrededor del liderazgo del Comandante Chávez, sustentado en un proyecto nacional que tiene como norte la concreción de la democracia participativa y la justicia social, para darle acceso a las grande mayorías históricamente excluidas, al bienestar económico y social. El "golpe de timón" urgente e impostergable que exigió el Presidente fundador de la V República en el ocaso de su vida, anticipó la terrible tempestad que amenaza con hacer naufragar el proyecto bolivariano. Estamos a tiempo de retomar el rumbo.



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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

 gamarquez2@yahoo.com

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