Diosdado no necesita defensores

Porque él se defiende por sí mismo con suficiencia. Los revolucionarios tienen obligación de defenderse ante la calumnia, y sus camaradas de rodearlo de solidaridad porque el sitio que ocupa un líder del movimiento es un puesto de lucha por una patria mejor. Además, nada más reñido con el pensamiento revolucionario que la corrupción y los corruptos de manera que un atentado falaz contra alguno de ellos va directamente contra el mismo pueblo. El ataque contra Diosdado se convertirá en búmeran que dejará lecciones imborrables en la mente obtusa de los opositores pero más importante que eso, en la mente de los revolucionarios porque sirve para debatir y exaltar los valores morales indispensables en la estructura moral de los dirigentes y de quienes aspiran a transitar esos duros caminos.

Diosdado ha dicho públicamente que no es corrupto ni narcotraficante, de múltiples maneras. Ante todo se ha presentado ante el pueblo para afirmar su integridad con la franqueza, responsabilidad y valentía propias de quien conoce el papel que desempeña en la lucha revolucionaria. Ha desafiado públicamente, sin tapujos, la demostración de una sola prueba que pudiera inculparlo, argumento que convierte en absurda la acusación de los corruptos que lo acusan de tal. Además, también por reducción al absurdo, si existiese la más débil sospecha de un acto deshonesto la oposición lo hubiera crucificado desde hace mucho tiempo. En tercer lugar ha recurrido a la justicia nacional y prontamente a la internacional para incoar demanda penal contra los impostores que han pretendido intimidarlo. Por todo esto y más la torpe campaña contra el dirigente se convierte en promoción de los valores de un revolucionario.

Por otra parte el argumento determinante en su defensa es el valor de la palabra, virtud que escasea y que reclama rescate y difusión urgentes. Es necesario elevar el valor de la palabra empeñada por hombres y mujeres dignos en las filas revolucionarias para restablecer el valor de la honestidad e integridad ética y moral de la mujer nueva, del hombre nuevo. El valor moral de la palabra empeñada es columna fundamental para la reestructuración de la integridad de los seres humanos reclamados por la revolución y debe tener tanta validez como un documento registrado. Esta lección de vida humana digna está siendo impartida con estoicismo encomiable por el Camarada Diosdado. En este sentido, la solidaridad revolucionaria se impone en defensa de ella misma y de sus ideales y de los paradigmas que la representan.

mavet456@cantv.net


 

 



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