La verdad está en el medio

Esta frase me ha llamado siempre mucho la atención ya que permite, de una forma muy gráfica y sencilla, terminar discusiones estériles y acaloradas sobre asuntos de diversa índole, cuando ambas partes pretenden que su posición es La Verdad.

La traigo a colación en momentos en los cuales la situación que vivimos, le otorga un papel protagónico a 2 tendencias igualmente radicales que están cuasando enormes daños a una sociedad hastiada de la confrontación y que en dichas posturas no ve camino para las soluciones.

Ver el otro lado de la moneda siempre ha sido un ejercicio personal que procuro realizar con frecuencia de forma de acercarme más a las posibilidades de solución de los conflictos y obviamente esto pasa por pensar que no tengo en mis manos la verdad.

Las posiciones de los extremos son muy claras y aglutinan a algunas figuras importantes de ambas tendencias políticas (pro-régimen y anti-régimen). Ambas son igual de irracionales y provistas de un enorme ego que les impide ver al país del medio.

En mi opinión son tan peligrosas ambas que deben llamarnos a reflexión para impedir que continúen siendo las que definan los acontecimientos.

Somos muchos más quienes cada día rechazamos esas posturas intolerantes, extremas y muy primitivas que pretenden llevarnos a creer que la solución de los problemas debe ser el “exterminio” del otro, muy parecido a eso que la historia conoció como la “Solución Final”.

Una solución que pase por acabar el contrario nunca será una solución, todo lo contrario, se convertirá en un problema aún mayor que terminará por convertirse en casi irresoluble.

Todos consideramos que el país no está bien, independientemente de lo que creamos sea el origen de la situación. En ambos grupos coexisten personas equilibradas, de pensamiento moderno y seguramente muy dispuestas a aportar sus capacidades para reorientar al país hacia una fórmula de inclusión con desarrollo.

Yo apostaría a que de esos grupos saldrán los futuros líderes que podrán acompañar a la sociedad venezolana en esta compleja hazaña de característica casi épicas dado el nivel de destrucción en el que nos encontramos y no hablo sólo del económico, muy importante, pero del más trascendente que es el moral y ético.

Las posturas extremas cada día producen más rechazo y tienen menos adeptos por lo que llama profundamente la atención la falta de agudeza de muchos de sus mentores quienes las continúan estimulando.

Tenemos que deslastrarnos del primitivismo que conduce a crear grupos radicales, los cuales siempre parten de la misma premisa: son los poseedores de la única verdad. Lo vemos en el mundo como una amenaza a la estabilidad del sistema moderno de convivencia de la sociedad, por lo que debemos entonces, en nuestra pequeña realidad de país, hacer los mayores esfuerzos por “aislar” a dichas tendencias.

Entiendo que lo que propongo no sea una tarea fácil y quizás muy incómoda, ya que tendremos que asumir posiciones dentro de nuestra propia cohorte que serán consideradas desde traición, por los más radicales, hasta ingenuas, pasando por cobardes, por los menos aguerridos. En lo personal, no me preocupa.

Esto nos debería aglutinar a quienes defendemos la convivencia democrática de todas las tendencias y que consideramos que todas pueden y deben aportar en el arduo pero apasionante desafío de construir un país que devuelva a nuestros hijos las oportunidades de crecer y desarrollarse en libertad y les garantice, sobre la base de su esfuerzo personal, un futuro promisorio.


malarcia@icloud.com

@malarcia



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