Franklin Virgüez es más coherente que algunos de los nuestros

Lo bueno de un momento difícil

Es que espanta las falsas amistades

(Sabiduría popular)

En el año 2007 me tocó dirigir la coral de una empresa del Estado. En ese entonces logramos armar un grupo de 40 personas entre obreros oficinistas y hasta ejecutivos de la empresa que se unían a través de la música grupal. Con el coro, hicimos el experimento de montar unas canciones de Alí primera con arreglos corales hechos por mí en un popurrí que llamé "tríptico de Alí primera". Una vez hecho el montaje, nos fuimos a un barrio que se consideraba bastante "peligroso" a participar en una actividad social: Venta de insumos para comida, cedulación odontología etc. Propuse que el coro hiciera ahí una presentación al aire libre. Una coral no se aprecia en su máxima expresión sin los equipos adecuados, pero allí estuvimos con el mensaje institucional pero sobre todo con el mensaje político.

De regreso en la oficina, se me hizo un llamado de atención, porque mis "camaradas" de la direccionalidad institucional consideraron que:

"1.- Había puesto en riesgo a los trabajadores al ponerlos a cantar en plena calle con un público que no conocía nada de coros.

2.- Hacer canciones de Alí Primera con el coro era hacer política con el arte y el artista se debía a un público, tenía que trabajar para todos"

Eso generó un intenso debate sobre si el arte era un medio de expresión del mundo interior del artista o debía servir como herramienta crítica para mostrar las contradicciones en el seno del capitalismo. De esas discusiones salieron dos cosas significativas: Mi salida de esa empresa ocho meses después y la publicación de un ensayo corto llamado "Arte, lucha de clases y transición revolucionaria" que hice luego de asistir a unas mesas de trabajo muy buenas en FRAPOM donde se venía debatiendo desde mucho antes sobre ese tema. El ensayo se puede ver en http://www.academia.edu/5789506/Marcos_Mel%C3%A9ndez_Arte_lucha_de_clases_y_transici%C3%B3n_revolucionaria

Básicamente se hablaba de que el arte tenía muchas dimensiones y que una de ellas era su dimensión político- educativa. No podía por lo tanto limitarse sólo al mundo interior del artista, o, en todo caso, no podía ser objeto de financiamiento exclusivo del Estado, convertir en cosa pública el mundo interior de alguien. No se trataba –ni se trata- de eliminar el arte intimista, sino de discutir su pertinencia para la revolución y cuál arte se debía mediatizar en mayor medida.

Durante el final de la concesión a las empresas 1BC que terminó con las transmisiones en señal abierta de RCTV, se puso de nuevo en la palestra nacional ese debate. Los artistas de la televisora esgrimían que su arte no era político, que su trabajo era entretener a todo el mundo indiferentemente de su posición política. Sin embargo, existían evidencias claras de que lo que transmitía el canal estaba en contra de los intereses del pueblo en su búsqueda de una sociedad que lograra la superación de la miseria material y espiritual como proponía el Plan Nacional Simón Bolívar: Racismo, clasismo, burla hacia los adultos mayores, pornografía etc., era lo que se transmitía.

Los negros (a mí no me gusta eso de afrodescendientes, por favor discúlpenme) sólo aparecían en papeles cómicos dentro de las novelas. Nunca el negro era el príncipe azul del culebrón o el narrador de noticias en horario estelar de RCTV.

En los programas de cámara escondida nunca le mamaban gallo a Marcel Granier o a Eladio Lares, siempre era un "bolsa pata en el suelo" el que era objeto de la burla. Películas porno, telenovelas semi porno, promoción de líneas calientes, apuestas y un etcétera que no voy a seguir enumerando fueron prueba de que la posición política del canal era fomentar la miseria espiritual, por lo tanto no era viable darles concesión para transmitir eso en señal abierta.

Hoy la discusión vuelve a tener vigencia cuando Franklin Virgüez encarna un personaje llamado Diosdado, que es militar y que es narcotraficante en una telenovela de Telemundo Internacional. Con eso, la novela se hace parte activa de la campaña contra el camarada Diosdado Cabello en la que lo quieren involucrar mediáticamente con el mundo de la droga para lesionar su imagen y la del país.

Han acusado a Franklin de traidor ¿Traidor a quién? Él siempre ha sido escuálido y ha estado activamente en contra de la revolución. Lo que ha hecho Franklin Virgüez es dar un paso al frente y decir "el arte es un hecho ideológico y político" para asumir a través de su trabajo actoral, la campaña de las transnacionales en contra de la revolución. Estoy de acuerdo con Franklin en que todo artista es un actor político. Él, lo está manifestando en la práctica.

En mi opinión la crítica no debería ser para Franklin. Él, está siendo coherente en el arte con su discurso político ideológico. La crítica es para Winston Vallenilla que insiste en que el arte debe hacerse "para todo el mundo sin distinciones políticas" la crítica es para Omar Acedo, Omar Enrique, Daniela Cabello, Roberto Antonio o Roque Valero que tienen mucho talento y espacio comunicacional nacional pero que limitan su hecho artístico revolucionario a componerle serenatas al comandante más no a mostrar las contradicciones del modelo actual de sociedad denunciando por la vía del arte lo que ocurre en el país y el mundo.

Así lo hizo sin perder la belleza artística Alí Primera, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Mercedes Sosa, Calle 13, Ska-p, etc., en el mundo o Gino González, el dúo insurgente, el grupo Madera, Dame pa’matala y otros en Venezuela.

La crítica va para los cineastas revolucionarios que se limitan a hacer obras "épicas" historicistas sobre Bolívar y Miranda pero no combinan ese aporte con una producción de carácter crítico respecto al mundo actual.

Franklin Virgüez asume su barranco con par de cojones y se suma a la canalla mediática internacional en una producción dramática para emplear el arte como medio para coñacear la moral revolucionaria. Mientras tanto, Omar Acedo le canta su serenatica al comandante poniendo al pueblo a lloriquear de vez en cuando por un lado y por el otro es jurado en Venevisión de los reality show que tanto hemos criticado.

Mientras tanto Tves pone durante toda la mañana de lunes a viernes un circo audiovisual idéntico al de televén o Venevisión pero lanzando de vez en cuando un ramalazo criollo con algún llanero o cocinando algún mondongo para decir que son venezolanos.

Por su parte VTV transmite los viernes un programa horroroso donde un pseudo humorista presenta los modismos regionales del país ridiculizando sin darse cuenta al campesinado. Además parodia a Walter Martínez pretendiendo que con eso hace reír. ¿Por qué no ridiculiza a Luis Chataing en sus parodias y sí a Walter? ¿Por qué no ridiculizan a National Geographic Chanel que presenta solapadamente mensajes anti lationamericanos con programas como "preso en el extranjero?. En eso me parecen más coherentes los escuálidos Emilio Lovera y el conde del Guácharo, que parodiaron a Lusinchi, a Caldera, a Chávez y parodian hoy a Maduro –además, hacen reír y tienen público-.

La decisión política de Virgüez desmonta el discurso pueril y baboso de algunos artistas –chavistas y opositores- que siguen creyendo que el artista se debe [sólo] a su público, y debe mostrar [sólo] su mundo interior sin prejuicios políticos. Lo de Virgüez es mucho más avanzado que lo hecho por más de un artista "revolucionario" sujeto a financiamiento por parte del gobierno.

El arte es un hecho POLÍTICO y muestra la posición ideológica del artista. Pues incluso los pseudo apolíticos como Gustavo Dudamel o el Maestro Abreu, presentan claramente una posición al no decir nada sobre política nacional, ya que no decir nada es una posición ideológica, en mi opinión, la peor y más agresiva de todas.

Aprovechemos este momento difícil de ataque a la revolución para espantar las falsas amistades y hacer arte en favor de la conciencia. Hay gente haciéndolo: El Frente Revolucionario Artístico Patria o Muerte FRAPOM, La cantera, Los Cayapos, las mesas de cultura de los consejos comunales, los consejos presidenciales de cultores, el Teatro Arlequín, Andrés Cerceau, Esteban Trapiello y un gran etcétera., están haciendo trabajos bien hechos pero casi invisibles para la política nacional.

Esos grupos y organizaciones pueden producir un ciclo de novelas, documentales teatro y películas que generen no una defensa, sino una contraofensiva comunicacional revolucionaria que levante la moral, que muestre las contradicciones del mundo capitalista y denuncie la corrupción interna donde sea el caso sin renunciar a la belleza del arte, sin renunciar a lo interesante y sin ahuyentar al público con programación aburrida. Pongámosle a esos grupos buenos espacios de programación nacional y se verán resultados. Dejemos de lado el arte baboso inofensivo y lleno de catarsis, para mejorarlo, no por amor al arte, sino por amor a la patria.

@marcosmelendezm marcosleonardove@yahoo.com



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