Desde que el presidente Nicolás Maduro decretó el esperado cierre fronterizo con Colombia, en Táchira, con el departamento de Santander, comenzó un intencionado ataque mediático que se acrecienta con el recién Estado de Excepción en el Zulia. Analizaré brevemente cómo operan los medios colombianos.
Antes la estrategia desde el Norte, en componenda con figuras como Uribe Vélez, era atacar al Gobierno de Venezuela con los calificativos de terrorista, una vez que se lo acusaba de financiar a las FARC, y de antidemocrático, con la exageración de la compra de armas.
Ahora, mientras se intenta desangrar a Venezuela por la frontera con el contrabando de extracción y las casas de cambio que fraguan la devaluación del bolívar, los medios al estilo Caracol mienten en la deportación de colombianos cuando difaman sobre su maltrato y la agresión de sus mujeres, para poder esgrimir el gastado calificativo de violador de derechos humanos. Algo absurdo para quien exporta el paramilitarismo y el narcotráfico, y con ellos la muerte por encargo y las prepago.
Como es bien sabido, estos medios pertenecen a las familias oligárquicas de ese país. Su estrategia es vender la mentira por noticia, y hacer de la manipulación su política editorial. Eso se manifiesta en decir que el presidente Maduro es xenofóbico y anticolombiano.
Además de manipular, muestran la voz del poderoso, de la oligarquía recalcitrante, mientras desconocen la opinión del pueblo, del ciudadano de a pié, del campesino.
Finalmente, esos medios no reconocen la grave situación fronteriza de Venezuela con Colombia, más bien hablan de derechos humanos y valores, acto ridículo en quienes legitiman la ilegalidad, una vez que justifican el bachaqueo de productos subsidiados por el Estado venezolano y la devaluación de nuestra moneda desde allá.