Los frágiles acuerdos de los Presidentes de Colombia y Venezuela en la reunión de Quito necesitan muestras concretas de buena voluntad, señales claras a los pueblos y a las dirigencias de querer convivencia, de recoger las ofensas. El gobierno de Venezuela tiene una buena oportunidad de bajar el tinte guerrerista a la confrontación. Si las señales son de signo contrario, si se sigue profundizando el conflicto, la reunión de Quito será un fracaso que lamentaremos. Recordemos.
En pleno conflicto cayó un sukhoi en la frontera, dos capitanes murieron, las investigaciones aún no terminan, el hecho elevó las suspicacias belicistas, los comentarios abundan. En este ambiente, el Presidente declara, leamos la noticia:
"El Presidente de la República, Nicolás Maduro, anunció la adquisición de 12 nuevos aviones sukhoi por parte del Estado venezolano a la República de Rusia, con el objetivo de incrementar la flota de las aeronaves de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), además de reemplazar el avión Sukhoi-30 que se precipitó a tierra el pasado jueves 17 de septiembre".
La compra de los sukhoi se relaciona con el conflicto con Colombia, es inevitable, fue un paso en la escalada. Es momento de estudiar la decisión.
A primera vista, la compra es inobjetable, el país se prepara para su defensa, ese parece un buen argumento. Sin embargo, si revisamos la historia vemos que las carreras armamentistas no han dado buen resultado, quienes salen ganando son los mercaderes de armas y perdiendo los humildes. Pero además, y de mayor importancia, la compra se produce en un ambiente muy tenso en las relaciones con el vecino Colombia, sin dudas deteriora más la relación entre los países, estimula el carácter belicista de lado y lado, eleva el chovinismo, el fanatismo. Son muchas las razones para aplazar esa compra. Pero además, el gobierno nos dice que hay dificultades económicas muy graves, y en ellas justifica la actitud frente a los humildes colombianos: ya el país no soporta la carga de tanto colombiano, se dijo; y se sacaron cuentas, cientos de miles cruzan las fronteras, millones hay aquí. Por allí comenzó esta escalada con claro tinte chovinista, xenofóbico, que ya llega a la compra masiva de material bélico. Ahora bien, en medio de dificultades graves, el gobierno gasta millones de dólares en la compra de aviones de guerra, el absurdo no necesita explicación. Se le envía a la gente un mensaje errático: hay plata para la guerra pero no para la comida. Con qué cara se le dirá a la masa que debe amarrarse el cinturón, reducir gastos. Más razones para anular la compra.
La historia nos dice que la carrera armamentista hundió a la Unión Soviética, el gasto militar fue insostenible. Guardando las distancias y las cifras, esta compra tiene el mismo signo. Indica que el gobierno no tiene clara su estrategia en la construcción del Socialismo y en su confrontación con la oligarquía colombiana y la internacional. El problema no es de equipamiento militar, es de equipamiento ético, moral, intelectual, de formación, de organización de la masa, de los civiles y de los militares. De eficacia del Socialismo para formar una relación humana diferente a la del egoísmo capitalista, amorosa, ser un ejemplo para el mundo y para los vecinos, de seguridad, de cooperación. Si la batalla fuese principalmente en el terreno militar y se decidiera por el material bélico ganarían los países del norte, los pueblos no tendrían chance de liberarse.
Allí esta de ejemplo que nos dio la Revolución Cubana, aquel pueblo con su dignidad mantuvo a raya al capitalismo mundial durante más de medio siglo. Supo el imperio capitalista que agredir militarmente aquel país le saldría muy caro por la resistencia feroz de aquel pueblo convertido cada uno de sus miembros en un Comandante en Jefe. Y así, la Revolución Cubana ganó la batalla de la Paz… con Conciencia del Deber Social, con el ejemplo de sus líderes, el recuerdo de sus próceres, el conocimiento de su historia y de la teoría revolucionaria universal.
