Un capítulo del libro "Narcotráfico S.A."

"La familia Cisneros: Los Bronfman de Venezuela"

Nota de Aporrea: Envía Nito Tite
Lo que sigue a continuación supuestamente es un capítulo de un libro que Gustavo Cisneros logró prohibir en Venezuela hace unos años, llamado "Narcotráfico S.A."
LA FAMILIA CISNEROS: LOS BRONFMAN DE VENEZUELA Venezuela tenía hasta hace poco una relación "privilegiada" con el narcotráfico sudamericano. Hasta 1983 exenta de la producción de estupefacientes, Venezuela servía en cambio de estación de transbordo y "centro bancario" del narcotráfico.

Fueron narcodólares venezolanos, por ejemplo, los que iniciaron el torrente de dinero "lavado" hacia el mercado de bienes raíces de Florida, antes de que a la mafia colombiana se le ocurriese siguiera la idea. Llegó a tanto el volumen de dinero lavado procedente de Venezuela que se convirtió en chiste popuolar decir que Florida se había separado de los Estados Unidos ... para ser un nuevo estado de Venezuela. Para 1980, se calculaba oficialmente que el capital venezolano invertido en bienes raíces floridanos ascendía a más de 1.100 millones de dólares. Y en 1983, según cálculos de un funcionario de policía venezolano hechos públicos a principios de 1984, se lavaron en Venezuela cerca de 5.000 millones de dólares.

Pero hace ya mucho que Venezuela perdió esa relación "privilegiada"; junto con las casas bancarias que se lucran del narcotráfico hay ahora medio millón de adictos, según se calcula, muchos de ellos hijos de los propios narcofinacieros. Con todo, identificar el aparato del lavado de dólares y sus jefes sigue siendo el medio más eficaz de identificar en su conjunto a la mafia venezolana de los estupefacientes.

El 20 de julio de 1984 la revista venezolana Resumen informó sobre versiones de que un miembro de la familia Cisneros, una de las más poderosas familias financieras de Venezuela, estaba metido hasta los codos en el lavado de dinero del narcotráfico en Florida. Según esa información, tomada en su totalidad del libro In Banks We Trust, de la periodista izquierdista Penny Lernoux, Oswaldo Cisneros Fajardo había estado vinculado a la World Finance Corporation (WFC), una lavandería internacional de dólares. La WFC, habiendo metido la pata ya demasiadas veces, finalmente se vino abajo, y su presidente cubano-estadounidense, Guillermo Hernández Cartaya, paró en la cárcel en pago de un delito relativamente leve: evasión de impuestos.

La crónica incluía algunos de los detalles más sórdidos de los negocios de la WFC: canje de armas por drogas en el Caribe; recursos financieros puestos a disposición del gobierno de Fidel Castro, etc. El reportaje suscitó aún más interés por el hecho de que El Diario de Caracas acababa de publicar una foto del presidente Lusinchi leyendo el libro de Lernoux, en compañía de dos altos funcionarios. El pie de la foto aseguraba que los lectores se habían interesado especialmente en los lazos de Cisneros con el mundo del narcotráfico. Lo cual suscitó tanta indignación como si la revista Newsweek hubiese acusado a David Rockefeller de lavar dinero sucio. La Organización Diego Cisneros, compañía tenedora de la familia Cisneros, hizo publicar desplegados de página entera en la prensa de Caracas en los cuales negaba tener relación alguna con la World Finance Corporation, Credival, o el señor Hernández Cartaya.

Oswaldo Cisneros - en una entrevista con Resumen en la que presentaba su versión del asunto - reconoció que en 1975 había contratado a Hernández Cartaya para que le reorganizara la firma inversionista Inversiones Fénix, a la cual se le llamó después Credival, y que entre los dos habían constituido una subsidiaria de la WFC en Caracas. Pero insistió que ése había sido el último negocio que habían hecho juntos, y que no tenía conocimiento alguno - ni antes ni en ese momento - de que Hernández Cartaya tuviese algo que ver con el narcotráfico o el lavado de narcodólares. Muchos salieron a defender la honra de Cisneros atacando la confiabilidad de Lernoux, lo que resultaba harto fácil en vista de que su carrera de "periodista" fue patrocinada por la KGB y una sarta de agencias vinculadas a la inteligencia británica tanto en los Estados Unidos como en iberoamérica. Pero la mayoría de las pruebas que presentó Lernoux sobre el tema de la WFC fueron tomadas de los expedientes de luengas investigaciones realizadas por varias instituciones estadounidenses (entre ellas el Congreso, la Dirección de Aduanas, la Dirección de Estupefacientes y un gran jurado federal) sobre Hernández Cartaya y la WFC.

Pero la verdadera historia de la familia Cisneros va mucho, mucho más allá de los meros indicios que salieron a luz con motivo del escándalo de la WFC. El error está en tratar de mirar hacia abajo desde la posición de poder de la familia Cisneros, en lugar de hacia los lados y hacia arriba. El lector vería las cosas más claras si, por ejemplo, le informáramos de la existencia de una prestante familia iberoamericana que:

Se inició en los negocios con el patrocinio de uno de los principales banco canadienses de Narcotráfico S.A: el Royal Bank of Canada;

Se ha asociado por mucho tiempo con la familia Rockefeller, que le ha hecho el favor de venderle migajas de su imperio en Iberoamérica, incorporando a sus miembros a las juntas directivas de varias compañías tenedoras internacionales suyas, y que les ha permitido consolidadar esos lazos por matrimonio con sus parientes de la familia Phelps;

Está sólidamente vinculada a los grupos bancarios de Florida que se destacaron en el escándalo de las drogas del gobierno de Jimmy Carter;

Entró en sociedad con una casa financiera de Florida cuyas ligas con terroristas y narcotraficantes están bien documentadas, y que recibió millones de dólares del Banco Narodni de Moscú;

Lleva décadas promoviendo el liberalismo económico de la Sociedad Mont Pelerin de Fiedrich von Haytek, que aboga por la legalización del comercio de estupefacientes; y

Se unió recientemente a la campaña de David Rockfeller por hacer de la narcoeconomía jamaicana el "modelo" para la cuenca caribeña en general.

Ahora tiene el lector una perspectiva adecuada para entender la verdadera historia de los Cisneros, y comprender el hecho de que se trata del equivalente venezolando de los Bronfman. No debe sorprenderle ya la asociación del primo Oswaldo con el corrupto Hernández Cartaya.

EL IMPERIO DE LA FAMILIA

La fortuna de la familia Cisneros se centraliza en la Organización Diego Cisneros (ODC), compañía tenedora cuyo valor se calcula en 3.000 millones de dólares. La ODC descrita por un banquero neoyorquino relacionado con ella, es una compañía "de tipo Gulf and Western", que abarca unas 50 firmas productoras de bienes que van desde discos fonográficos, artículos deportivos y computadoras hasta cosméticos y alimentos preparados, con propiedades en los renglones de bienes raíces, agricultura, comunicaciones y finanzas. "El grupo Cisneros, cuyas inversiones siempre han sido de orientación internacional, se desbocó a hacer adquisiciones en los dos o tres últimos años", comentó el banquero, añadiendo que se calcula, "informalmente", que ha colocado unos mil millones de dólares en el exterior.

Al igual que la Gulf and Western, dueña de Paramount Pictures, la ODC tiene también su compañía de "entretenimiento": Venevisión. La familia Cisneros, que adquirió esa compañía de televisión en 1961, cuando apenas arrancaba la televisión en Venezuela, se ha valido de Venevisión para fomentar la cultura del rocanrol y la pornografía, indispensable para crear en cualquier país el ambiente hedonista, "chévere", delas drogas, de "sentirse bien". El fenomenal éxito de las ventas de discos de las estrellas de rocanrol y el disco - grabados por Sonoroven la fonográfica de la ODC - es apenas uno de los efectos del poder publicitario que le da Venevisión a la ODC.

El Royal Bank of Canada fue el que le dio al paterfamilias Diego Cisneros su primera oportunidad en Caracas, tras emigrar este de Cuba en 1929. La vinculación con el narcobanco canadiense continúa hasta la fecha, siendo representante de los Cisneros en la junta directiva del Royal José Rafael Revenga, vicepresidente ejecutivo de la ODC y vicepresidente de Venevisión. En 1939 Diego se "independizo" y montó la primera franquicia embotelladora de Pepsi-Cola en Venezuela, en compañía de su hermano Antonio. Ahora son sinónimos en Venezuela Pepsi y Cisneros, y el hijo de Antonio, Oswaldo, es el actual presidente de la compañía.

Pero fue Diego Cisneros quien hizo de la ODC el imperio comercial y financiero que es hoy. En Venezuela, la palabra "Rockefeller" se convirtió en asociación inevitable con la palabra "Cisneros". Junto con otras ricas familias, la familia Cisneros se hizo cargo de muchos de los negocios iniciados por los Rockfeller. Entre ellos, las subsidiarias venezolanas de Sears Roehuck, la National Cash Register, y ese proyecto predilecto de Nelson Rockefeller, los supermercados CADA. En un momento dado la ODC obtuvo los servicios como "asesor internacional" de George S. Moore, expresidente del banco neoyorquino Citibank y director emérito de W.R. Grace. Y Gustavo Cisneros, hijo de Diego Cisneros, se hizo de una esposa bien conectada al imperio Rockefeller: Patricia Phelps, de los Phelps del Eastern Establishment estadounidense.

Diego Cisneros sentía gran orgullo, además, de ser miembro de la sociedad Mont Pelerin, eminentes ideólogos internacionales de la "legalización de la economía ilegal" cuyas labores en pro de las drogas citamos en los primeros capítulos. Diego Cisneros patrocinó numerosos viajes de los propagandistas de la Mont Pelerin a Venezuela para arengar a los empresarios del país, y su consigna de toda la vida, según informa su propio hijo Gustavo, era nítida ideología Mont Pelerin: "Denme el hombre apropiado, y trato hecho".

Al morir Diego en 1980, se hicieron cargo de los negocios sus hijos, Gustavo y Ricardo Cisneros Rendiles, ocupando la presidencia y la vicepresidencia, respectivamente, de la ODC. Gustavo devino heredero forzoso del imperio, y ha continuado la labor de su padre como campeón del modelo de "libre empresa" en la cuenca caribeña. Cuando David Rockefeller creó en 1981 el "Comité Estadounidense-Jamaicano de Comerciantes" para impulsar el "modelo jamaicano" de estupefacientes y libre empresa, Gustavo Cisneros anunció la creación de una "Asociación Venezolana-Jamaicana de Comerciantes" parecida, de la que se hizo copresidente.

La carrera de Gustavo como financista internacional va en ascenso. Es vicepresidente de la filial venezolana de los Caballeros de la Soberana Orden de Malta, y para 1981 se había incorporado a la junta internacional de asesores del Chase Manhattan Bank, uniéndose a gente de la calaña de Henry Kissinger y su socio Per Gyllenhammer de la Volvo; "Joe" Martínez de Hoz, de Argentina; Y.K. Pao, de la Worldwide Shipping Corporation de Hong Kong; Ian D. Sinclair, presidente de Canadian Pacific Enterprises, Ltd; y el presidente de la Royal Dutch Petroleum Co., G.A. Wagner. Todos ellos, por supuesto, encabezados por David Rockefeller. En noviembre de 1983 pusieron a Gustavo en la junta internacional de asesores de Pan American World Airways (PanAm), donde convergen, entre otros, Sol Linowitz, de United Brands; Cyrus Vance, abogado de Gulf and Western; Theodore Hesburgh, rector de la Universidad de Nortre Dame; y Yet Keung-kan, presidente del Bank of East Asia, de Hong Kong. Ahora se ha sumado también a sus "realizaciones" una nueva posición en la junta internacional de asesores de la Beatrice Foods.

Los lazos de Cisneros con la combinación Carter-Vance no son nuevos. Según fuentes en Washington, durante el gobierno de Jimmy Carter, Cyrus Vance, entonces secretario de Estado, a menudo se valía de Cisneros como "interlocutor" con ciertos grupos políticos de la región. Cisneros y su viejo camarada Pedro Tinoco, hijo, hicieron desde Caracas cuanto estuvo de su parte para impulsar el boom financiero venezolano en Florida. Cuando Robert Graham, gobernador de ese estado y ferviente partidario del esquema de "banca libre", llegó a Caracas en octubre de 1980 para estimular las inversiones venezolanas en Florida, Gustavo Cisneros y Pedro Tinoco, hijo, fueron quienes le organizaron el gran agasajo a él y a sus patrocinadores. Pero la conexión también se extiende, por supuesto, al ámbito financiero. Por 1978 los Cisneros adquirieron propiedad minoritaria del Florida First National Bank de Jacksonville, la principal integrante de una compañía tenedora de alcance estatal llamada Florida National Bank of Florida. Puso a Tinoco en la junta directiva del banco para representar allí el interés de los Cisneros.

Ahora, resulta que el Florida First National es un banco interesante. Es uno de los tres banco floridanos que encabezaron la pelea por levantar las restricciones bancarias en ese estado hacia fines de los setentas. Tales modificaciones de la ley eran indispensables para convertir a Florida prácticamente en un refugio bancario para el dinero del narcotráfico.

La Florida National Banks tiene también otro rasgo muy interesante: era la principal tenedora de la Charter Oil Company, que tenía en la junta directiva de Florida National dos de sus directores: Edward Ball y el presidente de la Charter, Raymond Mason. La Charter, que quebró en 1984, alcanzó notoriedad cuando salió la noticia de que había servido como conducto de las compras de petróleo libio impulsadas por Billy Carter, el hermano del presidente. Ese escándalo pasó a la historia como el "Escándalo Billygate".

Pero a Gustavo Cisneros no lo perjudicó en lo mínimo todo eso. Todo lo contrario: en 1981, según se dice, vendió sus acciones, obteniendo de ellas una ganancia multimillonaria.

La World Finance Corporation y el enlace cubano

Pareciera que Oswaldo Cisneros, primo de Gustavo, dirige en Venezuela mucho más que la compañía Pepsi-Cola. Según un informe que apareció el 1 de julio de 1984 en El Diario de Caracas, Oswaldo es el enlace de una plan para reestablecer relaciones comerciales y diplomáticas entre Venezuela y Cuba, con la esperanza de legitimar su calidad actual de intermediario comercial cubano-estadounidense, en violación del embargo impuesto por los Estados Unidos a Cuba. El Diario de Caracas sostuvo que Cisneros visitó Cuba en un avión del a Pepsi-Cola el 7 de junio de 1984 y que se reunió personalmente con Fidel Castro. En una entrevista concedida el 12 de Agosto a la revista Resumen, Cisneros no negó que hubiese viajado a Cuaba, pero insistió que fue por motivos de familia y personales, que la reunión con Castro ocurrió por "pura casualidad" y que sólo se habló de "una serie de generalidades". Oswaldo agregó que tenía muchos otros miembros de la junta directiva de Pepsi que habían participado en la invasión de Bahía de Cochinos y que todo el cuento era un intento de desacreditar sus bien cultivadas credenciales anticastristas.

Pero hay otras cosas que le falta explicar a Oswaldo Cisneros. Su esposa, la cubana Ella Fontanals de Cisneros, es hermana de José Fontanals Pérez, actualmente miembro de la junta directiva del Banco Nacional de Cuba, en La Habana, y asesor económico de Fidel Castro. Los nexos de Ella con su hermano no son cosa del pasado; su esposo Oswaldo reconoció en su entrevista con Resumen que él facilitó por lo menos una visita discreta de José Fontanals a Caracas, para asistir al funeral de su madre.

Según se dice, Ella vive parte del tiempo en Caracas y parte en Nueva York, y fuentes cercanas a la DEA informan que en esta ciudad frecuenta sitios a donde acuden también diplomáticos cubanos, tanto en funciones como retirados, así como narcotraficantes colombianos, entre ellos Jemel Nassel de Lehder, ex esposa del rey de la mafia colombiana, Carlos Lehder.

Quizá el lector se pregunte cómo puede el clan anticastrista de Cisneros departir amigablemente con los actuales diplomáticos fidelistas. La historia de la World Finance Corporation (WFC), narrada en varias comisiones del Congreso de los Estados Unidos, demuestra que la imbricación de las redes castristas y anticastristas en el cálido bajo mundo de las drogas no es tan "imposible" como quisiera Oswaldo Cisneros que creyeran los investigadores.

La WFC fue fundada en Coral Gables, Florida, por un banquero cubano en el exilio, de apellido Hernández Cartaya. Este sujeto tenía desde el principio algún tipo de contacto en las organizaciones de inteligencia; participó en la invasión de Bahía de Cochinos, lo capturaron, lo liberaron, y entró a trabajar en el Citizens and Southern Bank de Atlanta hasta que decidió poner su propio negocio. El abogado de la WFC, cuya firma aparece en el acta constitutiva de esa entidad, era Walter Sternling Surrey, muy bien relacionado ex agente de la OSS, quien se quedó con la WFC hasta 1976. Surrey era también el abogado de Ronald Stark, un terrorista que cumple sentencia en Italia por sus vínculos con las Brigadas Rojas. Antes de sus actividades en Italia con los círculos del narcoterrorismo Stark había sido miembro de la Brotherhood of Eternal Love, organización que partició en la producción de la mayoría de los alucinógenos que se distribuyeron en los Estados Unidos a lo largo de los setenta. Esta hermandad, con la que nos toparemos en capítulos posteriores, fue uno de los primeros conductos del narcotráfico y el lavado de dinero sucio entre los Estados Unidos, el Caribe y América Central.

Según varios informes, la WFC fue desde el principio una lavandería de narcodinero. Ya en 1977 era propietaria de nueve compañías más un banco en Miami, así como de subsidiarias en ocho países iberoamericanos. Unibank, una filial panameña, controlaba sucursales en las Antillas holandesas, las islas Caimán, Londres, los Emiratos Arabes Unidos y Texas. A los siete años de existencia, la hoja de balance de la WFC arrojaba un saldo positivo de más de 500 millones de dólares. Una mala (y posiblemente ilegal) inversión en los Emiratos Arabes Unidos echó por tierra el grupo en 1977, le costó a los inversionistas 55 millones de dólares y obligó a Hernández Cartaya a huir del país con un pasaporte colombiano falso. La investigación posterior al desplome de la WFC reveló que una subsidiaria de la que poseían el 98 por ciento, el National Bank of South Florida, estaba involucrada en el lavado de narcodinero, los llamados autopréstamos y varios otros abusos.

Pero antes que todo eso sucediera, la WFC había obtenido un préstamo de 2 millones de dólares del Narodny Bank de Moscú en 1975. A juzgar por las pruebas disponibles, Hernández Cartaya había hecho más que suficiente para merecerlo.

La red WFC incluía a la escoria del bajo mundo financiero del continente. El representante colombiano del grupo inversionista panameño de la WFC, el Unibank, era Jaime Mosquera, banquero colombiano que fue a dar a la cárcel en 1982 por fraude. Mosquera era contacto de Hernández Cartaya desde que ambos trabajaron en Citizens and Southern, siendo Mosquera el representante de ese banco en Bogotá. Una de las primeras acciones de la WFC fue comprar un banco colombiano pequeño, el Banco del Estado, e instalar a Mosquera como presidente. En 1975, Unibank trató de negociar un papel estelar en un préstamo de 100 millones de dólares al instituto agrícola Idema, propiedad del Estado colombiano, valiéndose para ello de la influencia de Christian Mosquera, hermano de Jaime que por aquel entonces era superintendente bancario de Colombia. Según testimonio ante la comisión del Congreso de los Estados Unidos que investigó la maniobra de la WFC, Hernández Cartaya era al mismo tiempo representante secreto del gobierno cubano y se proponía usar el préstamo como incentivo para que el gobierno de López Michelsen cooperara con Cuba en las rutas "norteñas" del narcotráfico. El Unibank de Panamá fungía también como conducto de las compras de armas de los sandinistas, antes de que el grupo rebelde auspiciado por los cubanos derrocara a Anastasio Somoza en 1978. También se tienen informes preliminares de que Unibank mediaba el canje de armas por drogas tanto en Venezuela como en Colombia.

Hernández Cartaya era un tipo versátil. También se le acusó de financiar las actividades terroristas del notorio grupo anticastrista de Orlando Bosch. Un funcionario de la WFC, un tal Duney Pérez Alamo, pertenecía al grupo de Bosch y era amigo íntimo de Gaspar Jiménez, el agente de Bosch que arrestaron en México en 1976 cuando intentó secuestrar al cónsul general cubano en la ciudad de México. Fuentes del gobierno mexicano citadas por Lernoux afirman que el gobierno tiene pruebas de que la WFC pagó 50.000 dólares para que Jiménez se escapara de la cárcel, con la condición de que Jiménez cerrara el pico en relación a la WFC.

Los nexos de la WFC con los principales narcotraficantes eran abundantes. Los expedientes de la Dirección de Estupefacientes indican que uno de los colaboradores más allegados de Hernández Cartaya era un vendedor mayorista de drogas que trabajaba con la mafia de Santo Traficante. En todo caso, la financiera Dominion Mortagage Corporation, vinculada a Traficante, registró sus oficinas con el mismo domicilio que las de la WFC de Hernández Cartaya. La DEA sostiene además que un empleado de la WFC llamado Enrique "Kaki" Argomaniz era sospechoso de tráfico de drogas y armas y que es hermano del conocido mayorista de narcóticos Alberto Argomaniz. Oswaldo Cisneros le ratificó a la revista Resumen de Venezuela que trabajó con Hernández Cartaya, de la WFC, pero insistió, "nunca supe, ni puedo afirmar que Hernández Cartaya haya estado conectado" con el comercio de la droga. Segúnj su versión, Hernández Cartaya y Cisneros efectivamente fundaron conjuntamente una subsidiaria de la WFC en 1975-1976; la relación duró un año, tras el cual se acabó la relación de Hernández Cartaya con Inversiones Fénix, y no se volvió a saber nada de ellos, supuestamente.

Pedro Tinoco, hijo: socio de Cisneros

El abogado Pedro Tinoco, hijo, representante venezolano del Banque Sudameris, el banco de los intereses financieros jesuitas y de las compañías aseguradoras venecianas, es socio de Cisneros en diversos negocios. Informalmente, a Tinoco se le conoce también como "el hombre del Chase" en Caracas, así como el contacto principal de la familia Rothschild. Gracias a su posición como primer ejecutivo del Banco Latino de Venezuela, ocupa una destacada posición en el llamado "Grupo Occidente", el más poderoso grupo empresarial en la frontera colombo-venezolana, uno de los sitios más concentrados del mundo en lo que a cultivo de drogas se refiere. Los banqueros de Caracas pintan a Tinoco como "el banquero más listo de la ciudad... joven, agudo y siempre en acción". También pudiera ser uno de los más sucios. Sus vínculos con la familia Cisneros Rendiles son tales que se los considera como un solo grupo. Por ejemplo, en 1981, Gustavo Cisneros lo nombró presidente de la junta directiva de la cadena de supermercados CADA.

Cuando el Banco Latino decidió crear una nueva sede central en 1980, Tinoco obtuvo el préstamo del Banque Sudameris, de la Banca della Svizzera Italiana, de American Express International Banking Corporation y de Araven Finance, Ltd. (asociación de la Kuwait International Investment Company, Morgan Grenfell el Banco Consolidade de Venezuela, y el Banco Latino, del mismo Tinoco).

Tal como se ha documentado en este libro, éste es el grupo que maneja grandes cantidades de dinero ilegal. Las oficinas de Sudameris, American Express y las más venerables compañías aseguradoras venecianas son omnipresentes en toda Iberoamérica. Ellas controlan el negocio de seguros y reaseguros y otros grandes negocios relacionados. De 1981 a 1983, Iberoamérica perdió más de mil millones de dólares en "fuga de capitales", la mayor parte ilegales, y continúa perdiendo fondos en este momento, los cuales se dirigen hacia el sistema financiero de ultramar. Cuentas falsas, falsas pólizas de seguros, subsidiarias falsas que emplean falsos consultores y fletan barcos y aviones falsos, van a cuentas bancarias de ultramar, y después de ahí a condominios e Miami o adonde sea. Existe una economía fantasma cuyo propósito es extraer fondos de Iberoamérica, y la sostienen compañías milmillonarias como la Generali. Como ya anotamos, el mismo grupo Cisneros tiene mil millones de dólares fuera de Venezuela. Gustavo Cisneros Rendiles, Oswaldo Cisneros Fajardo, Pedro Tinoco y sus amigos mantienen un pie en esta economía fantasma. Ellos trabajan a un nivel bastante superior al de los meros políticos del país, a quienes se digna dar apoyo económico de vez en cuando para obtener un favor aquí y allá. Continuamente se codean - quizás con un ligero estremecimiento - con los Hernández Cartaya y la World Finance Corporation. Como ya se dijo, el Hongkong and Shangai Bank no mantiene bolsas de heroína en sus bóvedas, ni acostumbra prestarle dinero a los mercaderes de del interior de Tailandia que cosechan la amapola; lo que hace es funcionar como banco central y emisor de moneda para los cientos de bancos chinos de ultramar que sí lo hacen. El Citibank no maneja directamente a sabiendas la fuga de capitales; sus funcionarios del "personal bancario internacional" mantienen una pequeña lista de excolegas que lo hacen por ellos, para que el Citibank pueda ser el recipiente final de estos depósitos. El HongShang describe esto como "libre empresa", y los ideólogso de la Sociedad Mont Pelerin se encargan de elaborar las justificaciones filosóficas del caso.

Lo importante no es tanto que se atrape a Oswaldo Cisneros con las manos en la masa, aunque eso no deja de ser divertido; más que eso, la Organización Diego Cisneros, el Grupo Latino, y el resto de los de su calaña colaboran con los banqueros de la orden jesuita y los bancos de liquidación de los viejos fondi europeos para ordenar los asuntos de las naciones y sus sitemas financieros, en tal forma que un Hernández Cartaya estará a su disposición a cualquier hora que le truenen los dedos. En el remolino del bajo mundo financiero, ladrones y hampones como Cartaya compiten entre sí por las gracias de los olímpicos, quienes escogen a sus sirvientes de entre los sobrevivientes.


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