Lo que sigue a continuación supuestamente es un capítulo de un libro que Gustavo Cisneros logró prohibir en Venezuela hace unos años, llamado "Narcotráfico S.A."
LA FAMILIA CISNEROS: LOS BRONFMAN DE VENEZUELA
Venezuela tenía hasta hace poco una relación "privilegiada" con el
narcotráfico sudamericano. Hasta 1983 exenta de la producción de
estupefacientes, Venezuela servía en cambio de estación de transbordo y
"centro bancario" del narcotráfico.
Fueron narcodólares venezolanos, por ejemplo, los que iniciaron el torrente
de dinero "lavado" hacia el mercado de bienes raíces de Florida, antes de
que a la mafia colombiana se le ocurriese siguiera la idea. Llegó a tanto
el volumen de dinero lavado procedente de Venezuela que se convirtió en
chiste popuolar decir que Florida se había separado de los Estados Unidos
... para ser un nuevo estado de Venezuela. Para 1980, se calculaba
oficialmente que el capital venezolano invertido en bienes raíces floridanos
ascendía a más de 1.100 millones de dólares. Y en 1983, según cálculos de
un funcionario de policía venezolano hechos públicos a principios de 1984,
se lavaron en Venezuela cerca de 5.000 millones de dólares.
Pero hace ya mucho que Venezuela perdió esa relación
"privilegiada"; junto con las casas bancarias que se lucran del narcotráfico
hay ahora medio millón de adictos, según se calcula, muchos de ellos hijos
de los propios narcofinacieros. Con todo, identificar el aparato del lavado
de dólares y sus jefes sigue siendo el medio más eficaz de identificar en su
conjunto a la mafia venezolana de los estupefacientes.
El 20 de julio de 1984 la revista venezolana Resumen informó
sobre versiones de que un miembro de la familia Cisneros, una de las más
poderosas familias financieras de Venezuela, estaba metido hasta los codos
en el lavado de dinero del narcotráfico en Florida. Según esa información,
tomada en su totalidad del libro In Banks We Trust, de la periodista
izquierdista Penny Lernoux, Oswaldo Cisneros Fajardo había estado vinculado
a la World Finance Corporation (WFC), una lavandería internacional de
dólares. La WFC, habiendo metido la pata ya demasiadas veces, finalmente se
vino abajo, y su presidente cubano-estadounidense, Guillermo Hernández
Cartaya, paró en la cárcel en pago de un delito relativamente leve: evasión
de impuestos.
La crónica incluía algunos de los detalles más sórdidos de los
negocios de la WFC: canje de armas por drogas en el Caribe; recursos
financieros puestos a disposición del gobierno de Fidel Castro, etc. El
reportaje suscitó aún más interés por el hecho de que El Diario de Caracas
acababa de publicar una foto del presidente Lusinchi leyendo el libro de
Lernoux, en compañía de dos altos funcionarios. El pie de la foto aseguraba
que los lectores se habían interesado especialmente en los lazos de
Cisneros con el mundo del narcotráfico. Lo cual suscitó tanta indignación
como si la revista Newsweek hubiese acusado a David Rockefeller de lavar
dinero sucio. La Organización Diego Cisneros, compañía tenedora de la
familia Cisneros, hizo publicar desplegados de página entera en la prensa de
Caracas en los cuales negaba tener relación alguna con la World Finance
Corporation, Credival, o el señor Hernández Cartaya.
Oswaldo Cisneros - en una entrevista con Resumen en la que
presentaba su versión del asunto - reconoció que en 1975 había contratado a
Hernández Cartaya para que le reorganizara la firma inversionista
Inversiones Fénix, a la cual se le llamó después Credival, y que entre los
dos habían constituido una subsidiaria de la WFC en Caracas. Pero insistió
que ése había sido el último negocio que habían hecho juntos, y que no tenía
conocimiento alguno - ni antes ni en ese momento - de que Hernández Cartaya
tuviese algo que ver con el narcotráfico o el lavado de narcodólares.
Muchos salieron a defender la honra de Cisneros atacando la
confiabilidad de Lernoux, lo que resultaba harto fácil en vista de que su
carrera de "periodista" fue patrocinada por la KGB y una sarta de agencias
vinculadas a la inteligencia británica tanto en los Estados Unidos como en
iberoamérica. Pero la mayoría de las pruebas que presentó Lernoux sobre el
tema de la WFC fueron tomadas de los expedientes de luengas investigaciones
realizadas por varias instituciones estadounidenses (entre ellas el
Congreso, la Dirección de Aduanas, la Dirección de Estupefacientes y un gran
jurado federal) sobre Hernández Cartaya y la WFC.
Pero la verdadera historia de la familia Cisneros va mucho,
mucho más allá de los meros indicios que salieron a luz con motivo del
escándalo de la WFC. El error está en tratar de mirar hacia abajo desde la
posición de poder de la familia Cisneros, en lugar de hacia los lados y
hacia arriba. El lector vería las cosas más claras si, por ejemplo, le
informáramos de la existencia de una prestante familia iberoamericana que:
Se inició en los negocios con el patrocinio de uno de los principales banco
canadienses de Narcotráfico S.A: el Royal Bank of Canada;
Se ha asociado por mucho tiempo con la familia Rockefeller, que le ha hecho
el favor de venderle migajas de su imperio en Iberoamérica, incorporando a
sus miembros a las juntas directivas de varias compañías tenedoras
internacionales suyas, y que les ha permitido consolidadar esos lazos por
matrimonio con sus parientes de la familia Phelps;
Está sólidamente vinculada a los grupos bancarios de Florida que se
destacaron en el escándalo de las drogas del gobierno de Jimmy Carter;
Entró en sociedad con una casa financiera de Florida cuyas ligas con
terroristas y narcotraficantes están bien documentadas, y que recibió
millones de dólares del Banco Narodni de Moscú;
Lleva décadas promoviendo el liberalismo económico de la Sociedad Mont
Pelerin de Fiedrich von Haytek, que aboga por la legalización del comercio
de estupefacientes; y
Se unió recientemente a la campaña de David Rockfeller por hacer de la
narcoeconomía jamaicana el "modelo" para la cuenca caribeña en general.
Ahora tiene el lector una perspectiva adecuada para entender la verdadera
historia de los Cisneros, y comprender el hecho de que se trata del
equivalente venezolando de los Bronfman. No debe sorprenderle ya la
asociación del primo Oswaldo con el corrupto Hernández Cartaya.
EL IMPERIO DE LA FAMILIA
La fortuna de la familia Cisneros se centraliza en la Organización Diego
Cisneros (ODC), compañía tenedora cuyo valor se calcula en 3.000 millones de
dólares. La ODC descrita por un banquero neoyorquino relacionado con ella,
es una compañía "de tipo Gulf and Western", que abarca unas 50 firmas
productoras de bienes que van desde discos fonográficos, artículos
deportivos y computadoras hasta cosméticos y alimentos preparados, con
propiedades en los renglones de bienes raíces, agricultura, comunicaciones y
finanzas. "El grupo Cisneros, cuyas inversiones siempre han sido de
orientación internacional, se desbocó a hacer adquisiciones en los dos o
tres últimos años", comentó el banquero, añadiendo que se calcula,
"informalmente", que ha colocado unos mil millones de dólares en el
exterior.
Al igual que la Gulf and Western, dueña de Paramount Pictures,
la ODC tiene también su compañía de "entretenimiento": Venevisión. La
familia Cisneros, que adquirió esa compañía de televisión en 1961, cuando
apenas arrancaba la televisión en Venezuela, se ha valido de Venevisión para
fomentar la cultura del rocanrol y la pornografía, indispensable para crear
en cualquier país el ambiente hedonista, "chévere", delas drogas, de
"sentirse bien". El fenomenal éxito de las ventas de discos de las
estrellas de rocanrol y el disco - grabados por Sonoroven la fonográfica de
la ODC - es apenas uno de los efectos del poder publicitario que le da
Venevisión a la ODC.
El Royal Bank of Canada fue el que le dio al paterfamilias Diego
Cisneros su primera oportunidad en Caracas, tras emigrar este de Cuba en
1929. La vinculación con el narcobanco canadiense continúa hasta la fecha,
siendo representante de los Cisneros en la junta directiva del Royal José
Rafael Revenga, vicepresidente ejecutivo de la ODC y vicepresidente de
Venevisión. En 1939 Diego se "independizo" y montó la primera franquicia
embotelladora de Pepsi-Cola en Venezuela, en compañía de su hermano Antonio.
Ahora son sinónimos en Venezuela Pepsi y Cisneros, y el hijo de Antonio,
Oswaldo, es el actual presidente de la compañía.
Pero fue Diego Cisneros quien hizo de la ODC el imperio
comercial y financiero que es hoy. En Venezuela, la palabra "Rockefeller"
se convirtió en asociación inevitable con la palabra "Cisneros". Junto con
otras ricas familias, la familia Cisneros se hizo cargo de muchos de los
negocios iniciados por los Rockfeller. Entre ellos, las subsidiarias
venezolanas de Sears Roehuck, la National Cash Register, y ese proyecto
predilecto de Nelson Rockefeller, los supermercados CADA. En un momento
dado la ODC obtuvo los servicios como "asesor internacional" de George S.
Moore, expresidente del banco neoyorquino Citibank y director emérito de
W.R. Grace. Y Gustavo Cisneros, hijo de Diego Cisneros, se hizo de una
esposa bien conectada al imperio Rockefeller: Patricia Phelps, de los
Phelps del Eastern Establishment estadounidense.
Diego Cisneros sentía gran orgullo, además, de ser miembro de la
sociedad Mont Pelerin, eminentes ideólogos internacionales de la
"legalización de la economía ilegal" cuyas labores en pro de las drogas
citamos en los primeros capítulos. Diego Cisneros patrocinó numerosos
viajes de los propagandistas de la Mont Pelerin a Venezuela para arengar a
los empresarios del país, y su consigna de toda la vida, según informa su
propio hijo Gustavo, era nítida ideología Mont Pelerin: "Denme el hombre
apropiado, y trato hecho".
Al morir Diego en 1980, se hicieron cargo de los negocios sus
hijos, Gustavo y Ricardo Cisneros Rendiles, ocupando la presidencia y la
vicepresidencia, respectivamente, de la ODC. Gustavo devino heredero
forzoso del imperio, y ha continuado la labor de su padre como campeón del
modelo de "libre empresa" en la cuenca caribeña. Cuando David Rockefeller
creó en 1981 el "Comité Estadounidense-Jamaicano de Comerciantes" para
impulsar el "modelo jamaicano" de estupefacientes y libre empresa, Gustavo
Cisneros anunció la creación de una "Asociación Venezolana-Jamaicana de
Comerciantes" parecida, de la que se hizo copresidente.
La carrera de Gustavo como financista internacional va en
ascenso. Es vicepresidente de la filial venezolana de los Caballeros de la
Soberana Orden de Malta, y para 1981 se había incorporado a la junta
internacional de asesores del Chase Manhattan Bank, uniéndose a gente de la
calaña de Henry Kissinger y su socio Per Gyllenhammer de la Volvo; "Joe"
Martínez de Hoz, de Argentina; Y.K. Pao, de la Worldwide Shipping
Corporation de Hong Kong; Ian D. Sinclair, presidente de Canadian Pacific
Enterprises, Ltd; y el presidente de la Royal Dutch Petroleum Co., G.A.
Wagner. Todos ellos, por supuesto, encabezados por David Rockefeller. En
noviembre de 1983 pusieron a Gustavo en la junta internacional de asesores
de Pan American World Airways (PanAm), donde convergen, entre otros, Sol
Linowitz, de United Brands; Cyrus Vance, abogado de Gulf and Western;
Theodore Hesburgh, rector de la Universidad de Nortre Dame; y Yet Keung-kan,
presidente del Bank of East Asia, de Hong Kong. Ahora se ha sumado también
a sus "realizaciones" una nueva posición en la junta internacional de
asesores de la Beatrice Foods.
Los lazos de Cisneros con la combinación Carter-Vance no son
nuevos. Según fuentes en Washington, durante el gobierno de Jimmy Carter,
Cyrus Vance, entonces secretario de Estado, a menudo se valía de Cisneros
como "interlocutor" con ciertos grupos políticos de la región. Cisneros y
su viejo camarada Pedro Tinoco, hijo, hicieron desde Caracas cuanto estuvo
de su parte para impulsar el boom financiero venezolano en Florida. Cuando
Robert Graham, gobernador de ese estado y ferviente partidario del esquema
de "banca libre", llegó a Caracas en octubre de 1980 para estimular las
inversiones venezolanas en Florida, Gustavo Cisneros y Pedro Tinoco, hijo,
fueron quienes le organizaron el gran agasajo a él y a sus patrocinadores.
Pero la conexión también se extiende, por supuesto, al ámbito financiero.
Por 1978 los Cisneros adquirieron propiedad minoritaria del Florida First
National Bank de Jacksonville, la principal integrante de una compañía
tenedora de alcance estatal llamada Florida National Bank of Florida. Puso
a Tinoco en la junta directiva del banco para representar allí el interés de
los Cisneros.
Ahora, resulta que el Florida First National es un banco
interesante. Es uno de los tres banco floridanos que encabezaron la pelea
por levantar las restricciones bancarias en ese estado hacia fines de los
setentas. Tales modificaciones de la ley eran indispensables para convertir
a Florida prácticamente en un refugio bancario para el dinero del
narcotráfico.
La Florida National Banks tiene también otro rasgo muy
interesante: era la principal tenedora de la Charter Oil Company, que tenía
en la junta directiva de Florida National dos de sus directores: Edward
Ball y el presidente de la Charter, Raymond Mason. La Charter, que quebró
en 1984, alcanzó notoriedad cuando salió la noticia de que había servido
como conducto de las compras de petróleo libio impulsadas por Billy Carter,
el hermano del presidente. Ese escándalo pasó a la historia como el
"Escándalo Billygate".
Pero a Gustavo Cisneros no lo perjudicó en lo mínimo todo eso.
Todo lo contrario: en 1981, según se dice, vendió sus acciones, obteniendo
de ellas una ganancia multimillonaria.
La World Finance Corporation y el enlace cubano
Pareciera que Oswaldo Cisneros, primo de Gustavo, dirige en
Venezuela mucho más que la compañía Pepsi-Cola. Según un informe que
apareció el 1 de julio de 1984 en El Diario de Caracas, Oswaldo es el enlace
de una plan para reestablecer relaciones comerciales y diplomáticas entre
Venezuela y Cuba, con la esperanza de legitimar su calidad actual de
intermediario comercial cubano-estadounidense, en violación del embargo
impuesto por los Estados Unidos a Cuba. El Diario de Caracas sostuvo que
Cisneros visitó Cuba en un avión del a Pepsi-Cola el 7 de junio de 1984 y
que se reunió personalmente con Fidel Castro. En una entrevista concedida
el 12 de Agosto a la revista Resumen, Cisneros no negó que hubiese viajado
a Cuaba, pero insistió que fue por motivos de familia y personales, que la
reunión con Castro ocurrió por "pura casualidad" y que sólo se habló de "una
serie de generalidades". Oswaldo agregó que tenía muchos otros miembros de
la junta directiva de Pepsi que habían participado en la invasión de Bahía
de Cochinos y que todo el cuento era un intento de desacreditar sus bien
cultivadas credenciales anticastristas.
Pero hay otras cosas que le falta explicar a Oswaldo Cisneros.
Su esposa, la cubana Ella Fontanals de Cisneros, es hermana de José
Fontanals Pérez, actualmente miembro de la junta directiva del Banco
Nacional de Cuba, en La Habana, y asesor económico de Fidel Castro. Los
nexos de Ella con su hermano no son cosa del pasado; su esposo Oswaldo
reconoció en su entrevista con Resumen que él facilitó por lo menos una
visita discreta de José Fontanals a Caracas, para asistir al funeral de su
madre.
Según se dice, Ella vive parte del tiempo en Caracas y parte en
Nueva York, y fuentes cercanas a la DEA informan que en esta ciudad
frecuenta sitios a donde acuden también diplomáticos cubanos, tanto en
funciones como retirados, así como narcotraficantes colombianos, entre ellos
Jemel Nassel de Lehder, ex esposa del rey de la mafia colombiana, Carlos
Lehder.
Quizá el lector se pregunte cómo puede el clan anticastrista de
Cisneros departir amigablemente con los actuales diplomáticos fidelistas.
La historia de la World Finance Corporation (WFC), narrada en varias
comisiones del Congreso de los Estados Unidos, demuestra que la imbricación
de las redes castristas y anticastristas en el cálido bajo mundo de las
drogas no es tan "imposible" como quisiera Oswaldo Cisneros que creyeran los
investigadores.
La WFC fue fundada en Coral Gables, Florida, por un banquero
cubano en el exilio, de apellido Hernández Cartaya. Este sujeto tenía desde
el principio algún tipo de contacto en las organizaciones de inteligencia;
participó en la invasión de Bahía de Cochinos, lo capturaron, lo liberaron,
y entró a trabajar en el Citizens and Southern Bank de Atlanta hasta que
decidió poner su propio negocio. El abogado de la WFC, cuya firma aparece
en el acta constitutiva de esa entidad, era Walter Sternling Surrey, muy
bien relacionado ex agente de la OSS, quien se quedó con la WFC hasta 1976.
Surrey era también el abogado de Ronald Stark, un terrorista que cumple
sentencia en Italia por sus vínculos con las Brigadas Rojas. Antes de sus
actividades en Italia con los círculos del narcoterrorismo Stark había sido
miembro de la Brotherhood of Eternal Love, organización que partició en la
producción de la mayoría de los alucinógenos que se distribuyeron en los
Estados Unidos a lo largo de los setenta. Esta hermandad, con la que nos
toparemos en capítulos posteriores, fue uno de los primeros conductos del
narcotráfico y el lavado de dinero sucio entre los Estados Unidos, el Caribe
y América Central.
Según varios informes, la WFC fue desde el principio una
lavandería de narcodinero. Ya en 1977 era propietaria de nueve compañías
más un banco en Miami, así como de subsidiarias en ocho países
iberoamericanos. Unibank, una filial panameña, controlaba sucursales en
las Antillas holandesas, las islas Caimán, Londres, los Emiratos Arabes
Unidos y Texas. A los siete años de existencia, la hoja de balance de la
WFC arrojaba un saldo positivo de más de 500 millones de dólares. Una mala
(y posiblemente ilegal) inversión en los Emiratos Arabes Unidos echó por
tierra el grupo en 1977, le costó a los inversionistas 55 millones de
dólares y obligó a Hernández Cartaya a huir del país con un pasaporte
colombiano falso. La investigación posterior al desplome de la WFC reveló
que una subsidiaria de la que poseían el 98 por ciento, el National Bank of
South Florida, estaba involucrada en el lavado de narcodinero, los llamados
autopréstamos y varios otros abusos.
Pero antes que todo eso sucediera, la WFC había obtenido un
préstamo de 2 millones de dólares del Narodny Bank de Moscú en 1975. A
juzgar por las pruebas disponibles, Hernández Cartaya había hecho más que
suficiente para merecerlo.
La red WFC incluía a la escoria del bajo mundo financiero del
continente. El representante colombiano del grupo inversionista panameño de
la WFC, el Unibank, era Jaime Mosquera, banquero colombiano que fue a dar a
la cárcel en 1982 por fraude. Mosquera era contacto de Hernández Cartaya
desde que ambos trabajaron en Citizens and Southern, siendo Mosquera el
representante de ese banco en Bogotá. Una de las primeras acciones de la
WFC fue comprar un banco colombiano pequeño, el Banco del Estado, e
instalar a Mosquera como presidente. En 1975, Unibank trató de negociar un
papel estelar en un préstamo de 100 millones de dólares al instituto
agrícola Idema, propiedad del Estado colombiano, valiéndose para ello de la
influencia de Christian Mosquera, hermano de Jaime que por aquel entonces
era superintendente bancario de Colombia. Según testimonio ante la comisión
del Congreso de los Estados Unidos que investigó la maniobra de la WFC,
Hernández Cartaya era al mismo tiempo representante secreto del gobierno
cubano y se proponía usar el préstamo como incentivo para que el gobierno de
López Michelsen cooperara con Cuba en las rutas "norteñas" del narcotráfico.
El Unibank de Panamá fungía también como conducto de las compras
de armas de los sandinistas, antes de que el grupo rebelde auspiciado por
los cubanos derrocara a Anastasio Somoza en 1978. También se tienen
informes preliminares de que Unibank mediaba el canje de armas por drogas
tanto en Venezuela como en Colombia.
Hernández Cartaya era un tipo versátil. También se le acusó de
financiar las actividades terroristas del notorio grupo anticastrista de
Orlando Bosch. Un funcionario de la WFC, un tal Duney Pérez Alamo,
pertenecía al grupo de Bosch y era amigo íntimo de Gaspar Jiménez, el agente
de Bosch que arrestaron en México en 1976 cuando intentó secuestrar al
cónsul general cubano en la ciudad de México. Fuentes del gobierno mexicano
citadas por Lernoux afirman que el gobierno tiene pruebas de que la WFC pagó
50.000 dólares para que Jiménez se escapara de la cárcel, con la condición
de que Jiménez cerrara el pico en relación a la WFC.
Los nexos de la WFC con los principales narcotraficantes eran
abundantes. Los expedientes de la Dirección de Estupefacientes indican que
uno de los colaboradores más allegados de Hernández Cartaya era un vendedor
mayorista de drogas que trabajaba con la mafia de Santo Traficante. En todo
caso, la financiera Dominion Mortagage Corporation, vinculada a Traficante,
registró sus oficinas con el mismo domicilio que las de la WFC de Hernández
Cartaya. La DEA sostiene además que un empleado de la WFC llamado Enrique
"Kaki" Argomaniz era sospechoso de tráfico de drogas y armas y que es
hermano del conocido mayorista de narcóticos Alberto Argomaniz.
Oswaldo Cisneros le ratificó a la revista Resumen de Venezuela
que trabajó con Hernández Cartaya, de la WFC, pero insistió, "nunca supe, ni
puedo afirmar que Hernández Cartaya haya estado conectado" con el comercio
de la droga. Segúnj su versión, Hernández Cartaya y Cisneros efectivamente
fundaron conjuntamente una subsidiaria de la WFC en 1975-1976; la relación
duró un año, tras el cual se acabó la relación de Hernández Cartaya con
Inversiones Fénix, y no se volvió a saber nada de ellos, supuestamente.
Pedro Tinoco, hijo: socio de Cisneros
El abogado Pedro Tinoco, hijo, representante venezolano del
Banque Sudameris, el banco de los intereses financieros jesuitas y de las
compañías aseguradoras venecianas, es socio de Cisneros en diversos
negocios. Informalmente, a Tinoco se le conoce también como "el hombre del
Chase" en Caracas, así como el contacto principal de la familia Rothschild.
Gracias a su posición como primer ejecutivo del Banco Latino de Venezuela,
ocupa una destacada posición en el llamado "Grupo Occidente", el más
poderoso grupo empresarial en la frontera colombo-venezolana, uno de los
sitios más concentrados del mundo en lo que a cultivo de drogas se refiere.
Los banqueros de Caracas pintan a Tinoco como "el banquero más
listo de la ciudad... joven, agudo y siempre en acción". También pudiera
ser uno de los más sucios. Sus vínculos con la familia Cisneros Rendiles
son tales que se los considera como un solo grupo. Por ejemplo, en 1981,
Gustavo Cisneros lo nombró presidente de la junta directiva de la cadena de
supermercados CADA.
Cuando el Banco Latino decidió crear una nueva sede central en
1980, Tinoco obtuvo el préstamo del Banque Sudameris, de la Banca della
Svizzera Italiana, de American Express International Banking Corporation y
de Araven Finance, Ltd. (asociación de la Kuwait International Investment
Company, Morgan Grenfell el Banco Consolidade de Venezuela, y el Banco
Latino, del mismo Tinoco).
Tal como se ha documentado en este libro, éste es el grupo que
maneja grandes cantidades de dinero ilegal. Las oficinas de Sudameris,
American Express y las más venerables compañías aseguradoras venecianas son
omnipresentes en toda Iberoamérica. Ellas controlan el negocio de seguros y
reaseguros y otros grandes negocios relacionados. De 1981 a 1983,
Iberoamérica perdió más de mil millones de dólares en "fuga de capitales",
la mayor parte ilegales, y continúa perdiendo fondos en este momento, los
cuales se dirigen hacia el sistema financiero de ultramar. Cuentas falsas,
falsas pólizas de seguros, subsidiarias falsas que emplean falsos
consultores y fletan barcos y aviones falsos, van a cuentas bancarias de
ultramar, y después de ahí a condominios e Miami o adonde sea. Existe una
economía fantasma cuyo propósito es extraer fondos de Iberoamérica, y la
sostienen compañías milmillonarias como la Generali. Como ya anotamos, el
mismo grupo Cisneros tiene mil millones de dólares fuera de Venezuela.
Gustavo Cisneros Rendiles, Oswaldo Cisneros Fajardo, Pedro
Tinoco y sus amigos mantienen un pie en esta economía fantasma. Ellos
trabajan a un nivel bastante superior al de los meros políticos del país, a
quienes se digna dar apoyo económico de vez en cuando para obtener un favor
aquí y allá. Continuamente se codean - quizás con un ligero
estremecimiento - con los Hernández Cartaya y la World Finance Corporation.
Como ya se dijo, el Hongkong and Shangai Bank no mantiene bolsas de heroína
en sus bóvedas, ni acostumbra prestarle dinero a los mercaderes de del
interior de Tailandia que cosechan la amapola; lo que hace es funcionar como
banco central y emisor de moneda para los cientos de bancos chinos de
ultramar que sí lo hacen. El Citibank no maneja directamente a sabiendas la
fuga de capitales; sus funcionarios del "personal bancario internacional"
mantienen una pequeña lista de excolegas que lo hacen por ellos, para que el
Citibank pueda ser el recipiente final de estos depósitos. El HongShang
describe esto como "libre empresa", y los ideólogso de la Sociedad Mont
Pelerin se encargan de elaborar las justificaciones filosóficas del caso.
Lo importante no es tanto que se atrape a Oswaldo Cisneros con
las manos en la masa, aunque eso no deja de ser divertido; más que eso, la
Organización Diego Cisneros, el Grupo Latino, y el resto de los de su calaña
colaboran con los banqueros de la orden jesuita y los bancos de liquidación
de los viejos fondi europeos para ordenar los asuntos de las naciones y sus
sitemas financieros, en tal forma que un Hernández Cartaya estará a su
disposición a cualquier hora que le truenen los dedos. En el remolino del
bajo mundo financiero, ladrones y hampones como Cartaya compiten entre sí
por las gracias de los olímpicos, quienes escogen a sus sirvientes de entre
los sobrevivientes.