El Hatillo también reclama cambio

Al igual que el estado Miranda, en su conjunto, que quiere y necesita cambio a nivel del ejecutivo regional y de la representación opositora en la Asamblea Nacional, pues, en ambas instancias, la comunidad mirandina no recibe la respuesta adecuada, que cada vez necesita con mayor urgencia.

En cuanto a la gobernación, en materia de la ejecutoria de obras como en la atención de los servicios que, por ley, le correspondería atender al gobernador Capriles, es notoria la ineficacia y la ausencia de la acción ductora de la administración regional; y en cuanto a la representación parlamentaria, dejan mucho que desear unos diputados que se disputan el record de inasistencias a las sesiones plenarias y a las reuniones de las comisiones de trabajo y que sólo se ocupan de intentar obstaculizar el funcionamiento del Parlamento Nacional , es decir, son unos parlamentarios que no cumplen con las responsabilidades para las cuales fueron electos.

Siendo esto el motivo del sentimiento creciente que se palpa en las colectividades mirandinas, particularmente, en los sectores mayoritarios de bajos recursos, de aspirar a un cambio en la identificación política de quienes hasta ahora tienen esa responsabilidad de atenderles y de darle respuestas concretas a sus requerimientos.

Igual situación se presenta en el Municipio El Hatillo, en donde tanto el ejecutivo municipal como la Cámara edilicia tampoco cumplen con sus responsabilidades, generando una sensación de acefalía en la ciudadanía hatillana en general, y, especialmente, en los habitantes del Casco Histórico y en los de los sectores populares y de la zona rural.

Hasta la fecha el alcalde David Smolansky más se ocupa de sus actividades conspirativas como militante de su organización política, Voluntad Popular, de clara orientación fascista, que de estar pendiente de sus responsabilidades como primera autoridad municipal.

Privilegia sus viajes al interior como los de fuera del país por encima de las visitas y asistencia de las comunidades que están bajo su jurisdicción. Se preocupa más en promover tradiciones culturales ajenas a la idiosincrasia hatillana, demostrando con ello el menosprecio que siente, él y su equipo de gobierno, por lo autóctono y por los valores que expresan la hatillanidad.

En este sentido, es más que evidente, el interés que hasta ahora ha demostrado de favorecer e incentivar a los comerciantes expendedores de licor antes que estimular el sano esparcimiento de los vecinos hatillanos; para ello, basta con tener presente la ingrata experiencia que vivió la comunidad del Casco Histórico y las de zonas adyacentes, cuando se le ocurrió dar la buena pro para que se realizara en el Casco la extraña fiesta Oktoberfest , que si bien se corresponde plenamente con la tradición cervecera de la ciudad alemana de Munich, en cambio, es absolutamente ajena a la tradición hatillana; lo cierto es que el Pueblo estuvo secuestrado durante 10 horas con sus accesos y salidas cerradas por el capricho de un alcalde y de unos funcionarios con manías culturales extranjerizantes, convirtiendo de paso a la Plaza Bolívar hatillana en un gigantesco botiquín.

La tendencia a favorecer a los comerciantes del licor y del jolgorio antes que a la ciudadanía, se expresa, también, en la poca o nula disposición a hacer cumplir las ordenanzas que protegen a la ciudadanía de los ruidos molestos y de los escándalos en la vía pública en horas de la noche, cuando los vecinos necesitan descansar y reponer sus energías; pues no, son varios los negocios que irrespetan las ordenanzas y no hay manera para que las autoridades municipales actúen en beneficio de rescatar la convivencia comunal.

Pero donde, mayormente, se hace notar la inoperancia de las autoridades municipales, encabezadas por el flamante alcalde Smolansky, es en el ámbito de la seguridad, que fue la gran propuesta que formuló a los electores en la campaña electoral del 2013. Su consigna central fue: El Hatillo, un Municipio blindado ante la inseguridad. Tamaña farsa cuya magnitud se corresponde con el creciente malestar que cunde en el seno de la comunidad hatillana. El fracaso en materia de inseguridad no puede ser peor que el que ya se observa y se vive en todo El Hatillo, que afecta por igual a todos los sectores de la comunidad, ricos o pobres, blancos o negros, hombres o mujeres, chavistas o escuálidos o independientes.

Ante esta situación, el alcalde Smolansky, que al principio se ufanaba de tener controlada la situación, ahora, ante el desborde de la inseguridad, que es de su competencia directa, se limita a señalar que requiere el apoyo de la Guardia Nacional; más ineficacia, imposible.

Ciertamente, con Smolansky, El Hatillo es un Municipio blindado… pero para resguardar el consumo etílico que está migrando de otros lares de la ciudad de Caracas; para apoyar a los comerciantes que violan las ordenanzas; para que se sigan violentando las normas urbanísticas…pero no para brindarles seguridad y confianza a sus habitantes.

Y frente a todos estos desaguisados, qué hacen los flamantes miembros de la Cámara Municipal, todos adscritos a la derecha paraopositora, es decir, afines al también ausente alcalde David Smolansky, pues, absolutamente nada, sólo cobrar sus jugosas dietas y no velar porque se cumplan las ordenanzas municipales.

Por estas razones y muchas otras que se nos quedan, por los momentos, en el tintero se siente crecer la hierba del descontento con las actuales autoridades municipales y surge al plano de la conciencia comunal la necesidad y el reclamo del cambio también para El Hatillo.



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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