El capitalismo solicita urgente operadores políticos capaces de mantener su dominación

Del sistema capitalista forman parte orgánica, tanto los gerentes de las altas corporaciones como los gobernantes, legisladores, ejecutivos, judiciales, militares "imparciales", "apolíticos", sin dejar al margen a los sacerdotes, los intelectuales asimilados, a una clase media sumisa, a unos obreros distraídos por una dirigencia sindical meramente economicista, a una masa dócil. Todos forman parte de un entramado que permite que el sistema funcione. Cuando algunas de estas piezas fallan el sistema tiene mecanismos para corregir.

El funcionamiento del estamento político es fundamental, es el encargado del grueso del funcionamiento de la sociedad de tal manera que acepte y beneficie al sistema capitalista. Cuando el estamento político falla por alguna razón, cuando ya no consigue someter, convencer al resto de la sociedad y abultados sectores se escapan de su control, llegó la hora de remozar la forma de dominación del capitalismo.

La esencia de la dominación capitalista en su forma de democracia burguesa son las elecciones, esas son su mayor circo, sus olimpiadas, su campeonato mundial. Cuando llegan las elecciones las tensiones sociales bajan, todo se subordina a ese circo. Son esperanza vana de solución de los problemas sociales que se focalizan en los gobernantes de turno que deben salir y vendrán otros con las soluciones en el bolsillo. De esta manera, de elección en elección, de frustración en frustración, las sociedades son dominadas.

En Venezuela éste es el caso, el sistema de dominación capitalista instalado en los últimos tres años se ha agotado, la esencia de la dominación democrático-burguesa, la eleccione burguesa, el "reality show", ha perdido su capacidad de distraer, ya no es creíble; al contrario, con su accionar deja en evidencia su incapacidad, abre puertas a otra opción. Veamos.

Las peleas entre el gobierno y la oposición, los dos de derecha, los dos capitalistas, qdebían ser unas peleas como la lucha libre mexicana, donde la sangre es de remolacha, o como los disgustos de la familia kardashian que todos saben que son de mentiritas pero distraen; se han convertido, por falta de inteligencia de los participantes, en una pelea que perjudica la dominación capitalista.

Las elecciones son sagradas, intocables. Cuando los bandos no respetan las reglas del juego, entonces el sistema electoral burgués deja de cumplir su función, no sofoca, no amortigua las tensiones sociales, este deterioro es claro síntoma del agotamiento de la democracia burguesa. Al contrario, una elecciones glamorosas indican, así lo dicen sus plumíferos, un gran evento democrático, de allí sale fortalecido el sistema de dominación.

En Venezuela el enfrentamiento se les fue de las manos a los polos de poder de las derechas, vanos fueron los llamados al diálogo, inútiles los escritos clamando por un nuevo pacto, el enfrentamiento entre la asamblea y el ejecutivo sigue agravándose hasta el punto que corroe al sistema electoral burgués.

El gobierno, al carecer de estrategia, al no ser socialista pero tampoco respetar las reglas de la democracia burguesa, al no poseer plan coherente, se enfrenta de forma ambigua a la derecha atrincherada en la asamblea. El gobierno, a ratos escupe para arriba, a ratos tumba la mesa o da vueltas sin rumbo como un carrito chocón. Cuando niega el referéndum con excusas extravagantes lesiona de manera grave al sistema electoral burgués, que es de donde emana su propia legitimidad. Cuando no reconoce la fuerza del adversario pierde sentido de la realidad, se interna en el territorio de la fantasía. Al alejarse del Socialismo, del Plan de la Patria, se priva de su fuente natural de legitimidad, pierde el apoyo de los desposeídos, ahora confundidos, desesperanzados.

La derecha fue a las elecciones parlamentarias con la consigna de salir del gobierno antes de terminar su período, esa consigna que le favoreció en lo electoral se convirtió en un formidable obstáculo para construir el pacto que reclamaba la democracia burguesa. De esta manera, el choque fue inevitable, ninguna de las dos derechas, ni la del gobierno ni la de la oposición, estaban en condiciones de un pacto, de respetar las reglas de la democracia burguesa. El enfrentamiento camina hacia nuevas soluciones.

El capitalismo está en un momento de debilidad, la crisis de transición, la pérdida de credibilidad es peligrosa para el sistema y es propicia para el surgimiento de una opción socialista verdadera que retome el camino de Chávez, pero también, con mucha fuerza, reclama una salida fascista.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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