En cultura y turismo hay mucho que contar

Los venezolanos pudieran tener un tremendo canal de televisión identificado con el área del turismo que se encargara –únicamente- de promover nuestra geografía, las diversas regiones que enriquecen el país que somos, sus habitantes y con un éxito increíble porque hay mucho que mostrar.

Hay gente inteligente que, con equipos sofisticados y guiones también inteligentemente desarrollados o creados, lo pudieran hacer. El problema que tenemos (lo hemos tenido siempre) es que quienes han recibido la responsabilidad de responder frente a todo nuestro sistema comunicacional, han asumido, a la vez, el diario accionar de la política informativa gubernamental y no han podido responder con planificación, diseños y acciones a otras áreas importantísimas de la comunicación nacional e internacional.

En el área cultural –que también pudiera tener su propio canal y/o compartirlo con el inicialmente antes citado, vivimos una exitosa experiencia que inició una revolución televisiva cuando, en el Consejo Nacional de la Cultura, Conac, fue producido el triple sistema comunicativo –posteriormente premiado- integrado por el semanario cultural de Venezuela TodosAdentro Impreso, TodosAdentroTelevisión y TodosAdentroRadio, los tres estuvieron acompañados por –diríamos que una publicación menor de cuatro páginas- denominada Diverso y Adentro, que tenía una edición semanal.

Digamos que esta especie de sistema de comunicación semanal –realizado por un estupendo equipo de profesionales- tenía una producción cultural de alto rango, que mostraba hasta donde le permitían los recursos presupuestarios que recibía.

El acontecer cultural y turístico pudiera ser mostrado como nunca, pero para ello, se requiere del rescate de una visión profunda, filosófica, sociológica, comunicacional y más política que nada, bien inserta en lo nacional y lo internacional y una de las primeras cosas que hay que hacer, es borrar de nuestras mentes –o al menos de quienes siempre han pensado de esa manera- la costumbre de seguir, de copiar modelos o patrones externos por considerar que eso es lo que se debe hacer.

Lo cierto de todo, es que los venezolanos lo podemos hacer mucho mejor, con una visión desarrollada por nuestros propios y talentosos profesionales, que los hay a lo largo ancho de esta Venezuela pujante.

Es obvio que podemos ser nuestros propios guías para obtener nuestros propios productos y encantar y satisfacer a nuestra gente –no lo podemos sin los venezolanos – la cual siempre está dispuesta a hacerlo.

Estamos claros en que los venezolanos y como es de esperarse –los latinoamericanos- no somos copias de nadie y no podemos someternos a modelos hechos para que los copiemos pasivamente. ¿Por qué tengo que ser como quieren que sea, es decir, un consumista reiterado y a ultranza, lector de lo que quieren que lea, de lo banal, usuario de una televisión repetitiva que vende una variada y extensa gama de patrones culturales, ideas, costumbres y conductas que debemos aceptar?

Los latinoamericanos –y entre ellos los venezolanos- debemos ir tras nosotros mismos, tras nuestros primeros pasos, cuando desde pequeños asombrábamos a nuestro padres a quienes les decíamos ¿por qué? ¿y por qué?, cuando nos decían algo. Ese modo interrogador de ¿por qué? No debe desaparecer de nuestras vidas, por el contrario, debe seguirnos a todos lados, debe estar presente en nuestras vidas y debe girar en torno a cada una de las realidades que constituyen el entorno que nos rodea.

Los cultores y quienes hacen periodismo y manejan parte de la importante comunicación de la sociedad, debe transmitir la importancia del ¿por qué? a todos los ciudadanos, porque ante una interrogante de esa naturaleza, que nos increpa, debemos responder con verdades, las cuales en letras, imágenes o sonidos, deben mostrar lo real y no lo confeccionado, que es a lo que han venido acostumbrando a los ciudadanos de estas sociedades.

Cultura y turismo no son realidades confeccionadas, son realidades naturales, con capacidades para ser optimizadas, bien visualizadas y expresadas, pero no adornadas para moldear a las personas.

 



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Pedro Estacio


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