Aclaratoria histórica entorno a la muerte de Fabricio Ojeda

Estoy escribiendo este artículo para corregir de nuevo un error histórico que durante muchos años se ha cometido con respecto a la muerte (o asesinato) de ese héroe guerrillero que fue Fabricio Ojeda. Ya en esta misma pagina de Aporrea hace unos cuantos años lo hice, pero al parecer no se tomó mucho en cuenta.

En mi libro "EVOCACIONES", hago una narración de los hechos ocurridos aquel 21 de junio de 1966 y que viví muy de cerca, pues para la época prestaba mi servicio militar como escolta del presidente Raúl Leoní.

Comenzaré por aclarar lo que en repetidas ocasiones he escuchado y leído de algunos escritores, periodistas y políticos cuando se han referido a l caso Fabricio Ojeda, ese prohombre que abandonó la comodidad de su curul en el entonces Congreso Nacional para irse a la montaña a formar parte de los grupos guerrilleros que combatían en contra de la oprobiosa seudodemocracia que se había instaurado en el país, siendo precisamente en el gobierno de Leoni cuando se iniciaron las desapariciones forzosas de todo aquel que militara o simpatizara por algún partido de izquierda, sobre todo por el partido comunista.

Este 21 de junio escuché las palabras pronunciadas por José Vicente Rangel en la ceremonia donde se entregaban los cuerpos de algunas victimas del puntofijismo a sus familiares, luego de ser hallados tras una ardua labor de investigación, coincidiendo esta fecha con el día que apareció sin vida Fabricio Ojeda. Allí José Vicente dijo que Fabricio había estado detenido en los calabozos del SIFA ubicados en el palacio Blanco. Esto no es completamente cierto. En realidad los calabozos del SIFA, así como su sala de interrogatorios quedaban en el cuarto piso del cuartel de la Guardia de Honor y allí fue que llevaron y tuvieron preso a Fabricio. La compañía de Servicios Espéciales, a la cual yo pertenecía, quedaba en el quinto piso, el último de ese edificio. Uno de los ascensores era únicamente para trasladar a los funcionarios del SIFA al cuarto piso. A la tropa y hasta oficiales no les estaba permitido usarlo, salvo algunas excepciones y su entrada era custodiada por un soldado que en un escritorio tomaba nota de todo el que subía hasta ese piso.

A continuación transcribo lo escrito en mi libro "EVOCACIONES" en este caso:

Una mañana del mes de Junio de 1966, encontrándome en el destacamento de la Guardia Presidencial, posteriormente Guardia de Honor, me dirigía a la compañía de Servicios Especiales, a la cual yo pertenecía la cual estaba ubicada en el quinto piso.

Estábamos allí un grupo de escoltas a los cuales se nos entrenaba para realizar un simulacro de atentado contra el presidente de la republica. Esto como parte de los actos para celebrar un aniversario más de ese cuerpo militar.

En el pasillo de la planta baja había dos ascensores, uno conducía a todos los pisos y el otro exclusivamente al cuarto piso donde estaban los calabozos del SIFA, cuerpo represivo perteneciente a las Fuerzas Armadas. Allí en uno de esos calabozos se encontraba detenido Fabricio Ojeda. Tenía pocas horas de haber sido trasladado hasta allí, pero la noticia se corrió como reguero de pólvora por todo el cuartel.

Frente al ascensor que conducía a las instalaciones del SIFA se encontraba un soldado sentado en una silla con su escritorio. Hacia las veces de recepcionista y un sargento técnico de tercera estaba conversando con él. Al pasar frente a ellos y darle el correspondiente saludo militar me detuvo y preguntó hacia donde me dirigía, le respondí que a la compañía de Servicios Especiales; "tenga, lleve esto al cuarto piso", me dijo entregándome un paquete cubierto con un paño blanco, que supuse era comida por el olor que tenia. Nosotros teníamos prohibido tomar ese ascensor, siempre tuve curiosidad por saber lo que había allí aunque sabíamos que funcionaban las oficinas y calabozos del SIFA, sospechaba que algo más se ocultaba en ese piso, entonces no vacilé en cumplir una orden que muy bien me hubiese negado a cumplirla sin afectarme, al contrario, el sancionado seria el sargento por darme una orden que iba contra los reglamentos del cuartel. Pero más pudo mi curiosidad y no quise perder la oportunidad que se me presentaba, agarré el paquete y tomé el ascensor hasta el cuarto piso.

Al abrirse la puerta del ascensor me encontré con un civil sentado en una silla con un escritorio similar al del soldado de la planta baja, tenia puesto una chaqueta negra y estaba escribiendo algo en un libro grueso de caratula negra. Le entregué el paquete y después de revisarlo me dijo:"Hazme el favor y llévalo a aquella celda" le pregunté quien estaba allí y respondió;"Fabricio Ojeda"

Confieso que en aquel momento yo me sentí nervioso, a la vez que pensé que estaba a punto de conocer personalmente a un hombre que ya era parte de la historia política contemporánea de Venezuela y me dirigí a la celda donde se encontraba aquel prohombre. ¡Me estaba poniendo en contacto con la historia viva!.

Yo quedé gratamente impresionado por la forma en la que aquel hombre me agradeció cuando le entregué el paquete. Y era lógica mi sorpresa, la imagen que se nos había pintado de todo aquel que pertenecía a los partidos de izquierda y guerrilleros era la de criminales y asesinos. A los miembros del partido comunista se les llamaba despectivamente "Ñangaras". Para nada se nos hablara cual era el verdadero motivo de la lucha de esa gente. La imagen que me quedó de Fabricio fue la de un hombre lleno de esperanzas, lo menos que demostró fue querer abandonar este mundo por sus propios medios. Como se quiso ver poco despues.

El 21 de Junio de 1966 estábamos el grupo de catorce soldados seleccionados para los actos antes mencionados realizando unas prácticas en el cerro "paguita", ubicado en los jardines del Palacio de Miraflores. Como a las cuatro de la tarde el oficial que nos comandaba ordenó dirigirnos al cuartel trotando en dos columnas. Al llegar al portón principal del destacamento observamos un grupo considerable de personas civiles, hombres en su mayoría y algunas damas. Eso era algo inusual, pensamos que eran periodista porque algunos tenían cámaras fotográficas en sus manos. Al notar nuestra presencia uno de ellos dirigió su cámara hacia nosotros y nos tomó una foto. El oficial que nos comandaba ordenó acelerar el paso y subimos hasta el quinto piso por las escaleras. Luego se nos ordenó quitarnos el traje de deportes y ponernos el de diario para llevarnos a nuestro cuartelito en la "Casona".

El motivo de la presencia de los periodistas en el portón principal del destacamento lo supimos al siguiente día, cuando al llegar al pequeño casino del cuartelito después del desayuno nos pusimos a leer los periódicos. Uno de los diarios de circulación nacional sacó en primera página la foto que nos habían tomado la tarde anterior con la siguiente leyenda. LA GUARDIA PRESIDENCIAL CORRE AL SABER LA MUERTE DE FABRICIO". ¡Que periódico tan embustero!, pensé yo al leer aquello. Hasta ese momento, estoy seguro, que ninguno de los que salíamos en esa foto sabíamos nada al respecto, incluso el oficial que nos comandaba.

Los diarios destacaron la noticia como un suicidio. Ese fue el informe que dio el gobierno, que Fabricio se había ahorcado guindándose a una de las ventanas del calabozo donde se encontraba detenido. Pero los que conocían eso calabozos se preguntaban: ¿de donde, con que y como se guindó?, porque allí no había como hacerlo. Además que a los presos no se les permitía tener ni siquiera correas, para evitar que atentarán contra su vida, ¡¿irónico verdad?. En esos calabozos no había posibilidad de que alguien se colgara con una soga o algo similar porque sencillamente no había donde y con que hacerlo.

Con respecto a la aparición del cadáver de Fabricio en las instalaciones y un supuesto calabozo en el palacio Blanco la respuesta es sencilla; lo mataron en el cuarto piso del destacamento de la Guardia de Honor donde funcionaba el SIFA y lo llevaron hasta el sitio que le hicieron ver a sus familiares de donde se colgó.

Entonces surge otra pregunta que confirma lo dicho por mí: ¿porque si Fabricio estaba en el palacio Blanco, los periodistas se apostaron a la entrada del destacamento de la Guardia de Honor en espera de noticias y no había nadie a las puertas del Palacio Blanco?.

Mucha gente sabia esto, tanto así que a los pocos días de este hecho encontrándome de permiso me metí en uno de los baños públicos del centro Simón Bolívar y en una de las paredes un letrero decía: "LA GUARDIA PRESIDENCIAL FUE LA QUE MATÒ A FABRICIO OJEDA, RECONOCELOS POR LOS ESCUDOS". Yo le comenté esto a un oficial de mi compañía y tan solo me dijo: "NO LE PARES, PERO ANDA MOSCA".

Como dije Antes, este articulo lo escribo para que se investigue lo que en realidad pasó con el caso Fabricio Ojeda y no se continúe cometiendo el error histórico de decir que Fabricio estaba detenido en el palacio Blanco donde según la fuente del entonces gobierno se suicidó colgándose de una ventana en un calabozo del palacio Blanco.,



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Hermo Rosales

Comunicador social, poeta, cuentista, escritor, autor entre otros de los libros, “Evocaciones”, “El jardín de las Dalias”, “Mi abuelo el cazador”. Sus trabajos han sido publicados por los diarios “Provincia”, “SigloXXl”, “El Norte” y la revista “Síntesis”, es cofundador del semanario “Anzoátegui hoy”

 hermos4848@yahoo.com

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