La obra del Maestro Prieto. A propósito del Libro de Antonio Ecarri

“Mi nombre es propiedad de mi pueblo. Se lo he entregado pero con una condición: que no me lo maltraten. Que busquen en ese nombre, no sombras sino compañía para trabajar por Venezuela. Que no pongan ese nombre al servicio de las malas causas, porque entonces recuperaré el nombre y me que quedaré solitario con él”

Luis Beltrán Prieto Figueroa. Discurso pronunciado en la instalación de la Convención del Pueblo, en el Teatro Boyacá de Caracas. 08-12-1967, que dio origen al MEP

El Profesor Nelson González, Presidente de FETRAMAGISTERIO, entregó a mis manos el Libro “Un Mandato Ineludible”. Diálogos con Luis Beltrán Prieto Figueroa, elaborado por el escritor, docente y dirigente político Antonio Ecarri Bolívar. De dicha obra ya me había hecho comentarios otro amigo y diputado zuliano, José Luis Pirela; con él, junto a Nelson labramos una gran amistad de muchos años a partir de nuestra militancia en la entonces Juventud Socialista del MEP, a pesar de los distintos rumbos que hemos asumido el afecto sigue incólume. Como decía Aristóteles, “la amistad es casi como una virtud”.

Me despierta un gran interés toda obra del Maestro y de lo que implique referirse a él, bastó una noche para leer un libro, que en este caso tiene una connotación muy particular por tratarse de un autor que venido de las filas de la juventud mepista, es hoy el vicepresidente de Acción Democrática y parlamentario por esa organización política, la misma organización de la que vino Prieto, la que a través de su cogollo, mas no de las bases, lo negó y le jugó la más vil de las traiciones, al trampearle su segura candidatura dentro de AD y su innegable triunfo electoral en 1968. Una cruel afrenta a un ilustre venezolano, definido por el propio Ecarri como “…combatiente de las mejores causas ligadas a la gente más humilde”.

A pesar de encontrarme con algunos pasajes de esta obra, que obviamente no puedo compartir, como por ejemplo, dejar en manos del pensamiento radical de Prieto, del apoyo recibido por sectores de izquierda como el Partido Comunista a su candidatura en 1968, las razones que conllevaron a la derrota del Maestro, sin que se ponga de manifiesto el Gran Fraude y el Escamoteo de Votos, que entonces promovió la oligarquía y sus aliados políticos para evitar que uno de los más plecaros venezolanos alcanzara la victoria electoral, es obviar una verdad del tamaño de una catedral; sin embargo, no es menos cierto que esta obra pone de manifiesto, dos aspectos que a mi juicio la hacen meritoria y que, de alguna manera, cumple con el mandato ineludible que en su yo interno asumiera Ecarri Bolívar frente al siempre recordado Miguel Otero Silva.

Antes, considero necesario aclarar que mi posición política e ideológica conocida por todos, como militante de izquierda y de la causa socialista, no puede ser impedimento para estimar en su justa dimensión un libro que sobre Prieto escriba un actual dirigente de Acción Democrática; muy por el contrario, valoro que con su afinada pluma, un verbo elegante y contagioso, el autor describa pasajes sobre el maestro y su encumbrada dimensión intelectual, su amor eterno por la patria de Bolívar y, sus luchas por conquistar la nueva sociedad, colocando así estos conocimientos a la vista de las nuevas generaciones.

Los dos aspectos a los que quiero referirme, descritas por el autor en “Un Mandato ineludible”, son por un lado, la compilación que hace del Maestro Prieto en su extensa obra literaria para reivindicarlo en el honorifico pedestal del mas grande constructor del pensamiento educativo de nuestra historia contemporánea y, por otro lado la descripción del evolutivo pensamiento político y filosófico de un venezolano venido del pensamiento centro-izquierdista, para transitar sus épicas luchas en las hondonadas del pensamiento marxista hasta llegar a convertirse en la mayor expresión del intelecto socialista moderno en la Venezuela del siglo XX. Por cierto, siempre recuerdo, sobre este último aspecto que la primera referencia que escuché fue del Dr. José Vicente Rangel en 1983 en San Cristóbal, cuando siendo candidato del MEP le comentaba a mi padre que si existía una coincidencia incuestionable entre el maestro Prieto y el, era la evolución ideológica y progresista de ambos, pues Rangel venia de URD y Prieto de AD.

El autor, narra con frases de alto nivel expresivo, haciendo gala de su privilegiada emoción y conocimiento, propia de quienes sin pedantería nos hacemos participes del pensamiento “prietista” (y, me perdona el Profesor Ecarri si no es así, aunque el mismo lo deja entrever, con la decidida ayuda de dos fantásticos conocedores del Prieto “extramuros”, los sobrinos del Maestro y también mis dilectos amigos, Leopoldo Espinoza Prieto y Edmundo Prieto), los predios de la Asunción, del paisaje margariteño, y de su oficina parlamentaria en el primer piso del Edifico Pajaritos cuya primera presentación al pasar al umbral era la inolvidable sonrisa morena de la siempre recordada Alicia.

Ecarri expone en su obra la carta de un menú sobrio, pero polémico (como nuestra historia y la de todas las patrias irreductibles), dejando, y de ahí el privilegio de la obra, en manos del lector un juicio para evaluar a sus anchas la obra del maestro Prieto y, aunque tal vez por su posición política y militante intenta empujar “las brasas” hacia una parcela, lo cual no me parece grave; más bien enaltece el hecho de que un adeco escriba desde su corazón, se hace merecedor de catalogar de honestos su pensamiento y análisis sobre acontecimientos de un venezolano que sufrió en carne propia la más terrible de las torturas, como la invisibilidad durante décadas, pretendiendo sus detractores que su obra tan profunda como un océano fuera a parar al basurero de la historia.

Hago esta reflexión, por cuanto Ecarri justifica, me imagino en su decorosa evaluación sobre los encumbrados afectos y la ruptura de la amistad entre Prieto Figueroa y Rómulo Betancourt, su natural derecho a la admiración por este último, intentando, como quien no quiere la cosa razonar su actual militancia (Ecarri no venía de AD cuando se incorporó al MEP, sino de URD) y un dejo de nostalgia por los caminos distintos que asumieron ambos líderes; claro, sin expresarlo, como diría mi amigo Adelso González Urdaneta “leyendo entrelineas”. EL autor señala: “…Rómulo Betancourt, desde siempre, tuvo razón al proponer una sociedad plural, una ideología socialdemócrata y una vía reformista, sin complejos, para evitar los traumas de una lucha de clases y la tiranía de un partido único propuesto por el atraso comunista.”

No obstante a pesar de tales apreciaciones, que respeto pero no comparto, el Profesor Ecarri, a partir de la página 173 de su obra, coloca dos documentos de plena vigencia capaces de interpretar las personalidades de ambos líderes, me refiero a la carta enviada por el maestro Prieto a Betancourt, el 26 de julio de 1967 (por cierto, día conmemorativo del 24 aniversario del Asalto por parte del Movimiento Martiano encabezado por Fidel Castro al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba) y la tardía respuesta de Rómulo Betancourt (que el expresidente justifica) desde Berna, (Suiza), el 6 de noviembre del mismo año.

Basta con analizar ambas misivas para determinar claramente el pensamiento político, ideológico y filosófico de ambos personajes, y no tener dudas en que venía el desenlace, eso lo sabe el Profesor Ecarri Bolívar, sin embargo no quiero profundizar en este aspecto del libro porque me gustaría conocer la impresión de quienes no han leído esas cartas y de quienes no han el libro, para que saquen sus propias conclusiones, en eso soy participe de la intención del autor de la obra. Al respecto solo me queda asentar, que Prieto y Betancourt no eran tan afines como se quiere hacer parecer, por lo menos en el pensamiento político e ideológico, los aconteceres posteriores se encargaron de demostrarlo.

Prieto siempre creyente en los principios de la universalidad y de los mayores valores de un militante revolucionario los asumió desde su corazón a pesar que sus verdugos intentaron defenestrarlo; el maestro asumió sus cauces naturales, los que hoy lo hacen un gigante en el recuerdo de todos los venezolanos. Decía respecto a las amistades el filósofo Aristóteles: “Cualquiera puede enfadarse, eso es muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente no resulta tan sencillo”. A pesar de mis diferencias puntuales, valoro en alto grado el ejercicio intelectual del Profesor Ecarri Bolívar y el homenaje que le hace a Prieto, recomiendo la lectura de su obra.


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Victor Barraez


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