La amenaza y la oportunidad del 1 de septiembre

El primero de septiembre está en el centro de las expectativas políticas, lo que ese día suceda marcará el futuro del país. Las piezas se mueven con nerviosismo, cada uno esconde y muestra a su conveniencia. Intentemos un examen del evento que nos permita comprender mejor lo que ese día pase. Exploremos.

Esta manifestación tiene relación directa con el referéndum, la batalla se traslada desde las oficinas del CNE, del cumplimiento de los requisitos, de las respuestas tardías a una toma de fuerza en la calle. Es decir, el 1 de septiembre está ligado a la intención de revocar al gobierno, a la búsqueda de reforzar al revocatorio, de presionar la fecha de la elección, pero también de endurecer otras vías.

El gobierno, que erró en el objetivo de la batalla contra el revocatorio, que en lugar de recuperar el apoyo popular se limitó a trabajar en los vericuetos legales, que en lugar de forjar un liderazgo en la calle resucitó a escarrá, ahora no encuentra cómo frenar el posible ascenso de la derecha externa.

Entonces, el 1 de septiembre es un episodio más de la pugna de la derecha del gobierno enfrentada a la derecha de la mud, una batalla entre capitalistas. En el fondo, el revocatorio y la manifestación son componentes de la guerra por la transición, lo que se discute es quién administra el capitalismo, si el gobierno con su populismo o la oposición restringiendo al máximo la participación de los humildes en la renta.

Parece ser que ninguno de los dos bandos tiene capacidad para una movilización que asombre, ya pasaron los días del chavismo con Chávez llenando avenidas, ahora se prestigian los escenarios cerrados, acotados; y parece que la derecha perdió la capacidad de aquellas manifestaciones de abril.

Esta situación le da al 1 de septiembre una importancia crucial. Si la derecha externa consigue impresionar, por lo menos suficiente para lo mediático, si el gobierno no consigue disipar esa imagen de fuerza, entonces, la derecha externa escalará otro peldaño igual al de las elecciones del 6 de diciembre, habrá cambios de calidad, la situación dentro del gobierno será otra, y la relación con el gobierno de los demás factores políticos cambiará. Quizá ahora, bajo la presión, el gobierno deje el pragmatismo, la superficialidad, reconozca los errores y emprenda su rectificación, el camino de recuperar la pasión que otrora acompañó al Chavismo.

Ahora bien, si la manifestación es escuálida, si la derecha externa no consigue movilizar ni siquiera para llenar las tomas abiertas de la televisión, entonces su situación interna cambiará, el referéndum se alejará y las salidas violentas se acercarán, los liderazgos se moverán, las posiciones se revisarán, aparecerá el diálogo junto a la vía violenta.

Falta ver cuál será, en este caso, la actitud del gobierno: ¿volveremos a los llamados a diálogos, regresarán los pedidos de fechas del revocatorio, o es posible que el gobierno petrifique su posición y fuerce a una sustitución del liderazgo en la mud?

Para los chavistas revolucionarios la situación en cualquier caso sigue igual: es necesario que el Chavismo entre en la batalla que hasta ahora escenifican dos facciones del capitalismo. El día que el Chavismo se dé cuenta que el Rondón de estos tiempos es el Socialismo, y que el Socialismo no es un asunto de retórica sino de cambios en la economía y la conciencia, ese día la batalla estará ganada.

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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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