A propósito de ser ciego

Cuando un niño muere de hambre en Venezuela

Semejante método -la dialéctica, ciencia del movimiento de las cosas- puede ser aplicado al examen de materias como Biología y Química, que escapan al control de los poderosos, pero nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se corre el riesgo de suscitar la atención. Cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras. Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas narices de la policía. Los gobernantes que conducen a los hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en la miseria, se piense en el gobierno. De ahí que hablen de destino. Es al destino, y no al gobierno, al que atribuyen la responsabilidad de las deficiencias del régimen. Y si alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias, se le detiene antes de que llegue al gobierno.

Bertold Brecht -Las cinco dificultades para decir la verdad-

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Cuando un niño muere de hambre en Venezuela, nadie puede ser engañado. Ignoro, que irán a decir los jerarcas del gobierno, hoy atados a un estilo de vida llena de placeres, lujosas camionetas, banquetes, escoltas y, por supuesto, cualquier forma privilegiada del poder.

Los privilegios del poder se hacen tolerables en el terreno de las disputas políticas, por aquello, que más bien tales prebendas son necesarias para atacar al adversario en cualquier gobierno, pero semejantes privilegios se convierten en obscenos, al tener una infame noticia que nos confirma la muerte por causa de hambre de un bebé de apenas 18 meses, cuyo nombre, Royer Augusto Machado Machado¹, ha quedado inscrito como la referencia incapaz de un gobierno, cuya mácula se ha extendido por todo un país, en el cual es imposible ocultar la pobreza originada por un nefasto gobernante, cuya micción verbal está concentrada en una "guerra económica", donde las víctimas no son precisamente los políticos de turno, quienes deberían ir a la vanguardia, sino por el contrario, los más débiles son quienes perecen en ese "campo de batalla", ante la evacuación de errores que se cometen en la praxis desde la presidencia de la República.

Cuando un niño muere de hambre en Venezuela, no faltarán los panegíricos de turno quienes justificarán que semejante hecho ocurría antes que ellos llegaran al poder. Y si bien es cierto, esta condenable muerte ocurrió en un estado cuya riqueza petrolera, ni siquiera ha podido asentar en espacios de vida digna, a ese inmenso proletariado que desde hace 100 años, emigró hacia un estado, buscando mejores condiciones de vida, tampoco es menos cierto, que quienes llegaron al poder lo hicieron levantando las banderas de acabar con tan nefasta realidad. Por ello, no hay justificación alguna en esta Venezuela, cuyos "gobernantes" se jactan en decirnos una y otra vez, que tenemos las mayores riquezas de petróleo en el planeta, mientras un bebé como Royer, ha muerto de hambre. Eso es barbarie política. Y justificar una muerte de ese tipo, o endosar la responsabilidad que se tiene ante un hecho de tal naturaleza a un gobernante regional o local sería la moralina conjugada en máximo exponente.

Cuando un niño muere de hambre en Venezuela, vienen a nuestra memoria, millones de casos en el mundo que nos narran múltiples medios sobre historias de niños que también mueren de hambre por diversas razones políticas, económicas, sociales y hasta religiosas. Por lo general, son países sumidos en guerras civiles y gobiernos enfrascados en décadas por cruentas luchas por el poder, pero esa todavía no es la historia que vivimos en una patria, cuyo nombre adjetivado por el apellido de Bolívar, al parecer existen algunos que sólo quieren mancillarla en el ususfructo de un gobierno corrompido, lapidario, pueril, insensible y corrupto.

Cuando un niño muere de hambre en Venezuela, ese niño merecía otro destino. ¡Sí! Un destino que siempre muy pocos viven prometiendo, pero quienes al parecer no ven en el presente que tenemos un pueblo, y sobre todo niños que no tienen qué comer. En consecuencia, estamos ante la presencia de "gobernantes" legalizados en su concepción de poder, pero deslegitimados en sus acciones de hecho; verbigracia, es obvio que no merecen semejante poder. Tal vez, por ello, Maduro y sus congéneres asociados con la cúpula del partido oficialista, cierran sus ojos, para no ver por siempre, los ojos cerrados de Royer. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.

¹ http://laiguana.tv/articulos/34673-bebe-muere-hambre-mientras-dormia-zulia-madre



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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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