Los adultos son los verdaderos culpables

Hay una realidad inobjetable en el país; estamos en dificultades. Padecemos una crisis prolongada, que se ha venido acentuando en los tres últimos años, cada uno peor que el otro, con una inflación sin precedentes en la historia contemporánea, con una gran escasez de productos básicos, con una devaluación que hace que el dinero no valga absolutamente nada. Todo este panorama desolador nos ha dado tan impresionantemente en la cara, que ni siquiera nos ha dado tiempo de acostumbrarnos, o de asimilar el fenómeno, y estoy seguro que, a más de uno, lo que nos está pasando les debe parecer un sueño de mal gusto.

Con todo esto expuesto, y a lo cual hemos llegado por un proceder de quienes nos gobiernan, hay una esperanza en el país, sobre todo en los jóvenes, quienes son los personajes inocentes en todo este cuento, pues cualquier persona con menos de 25 años, solamente ha vivido dentro, o bajo la influencia del gobierno chavista durante todo este tiempo, porque desde 1992 hasta 1998 se vivió en Venezuela el proceso de asimilación del pensamiento chavista, luego materializado con la elección presidencial de Hugo Chávez Frías.

Y quien eligió al presidente barinés fue un pueblo que hoy, todo él, cuenta al menos con 40 años de edad, muchos de ellos unos ancianos, y llama la atención lo poco reflexivos que son, la nula autocrítica los deja en evidencia, pues hemos visto cómo se critica, y muchas veces se criminaliza a jóvenes que de ninguna manera son culpables, ni para bien, ni para mal, del proceso político llevado a cabo en este país en los últimos años. Los jóvenes simplemente son víctimas de este conflicto, y como meros espectadores de esta “guerra”, están perdidos en el limbo ocasionado por quienes han conducido a toda una sociedad al caos y la miseria.

He visto cómo una enorme cantidad de muchachos, todos ellos en la mejor época de sus vidas, o se han ido del país, o muchos de ellos tienen serias aspiraciones de hacerlo, por la sencilla razón de que el sitio que les proporcionó el nacer, no les ofrece ninguna posibilidad de disfrutar lo que todo joven anhela, como lo es la necesidad de una vida social, de un trabajo digno que le permita costearse sus gastos, por muy banales que sean, jóvenes que viven en un lugar que regularmente es ridiculizado por los habitantes de otros sitios, entre otras cosas, porque quienes le gobiernan son incapaces de crear una economía que le permita ser un país “normal”.

Pero ante este gris panorama, los adultos, verdaderos autores intelectuales de todo este drama, se lavan las manos como Pilatos, muchos de ellos llamando traidores a quienes osen pisar el mosaico de Maiquetía para buscar unos horizontes inexplorados, pero que solo la esperanza de algo mejor los conduce hacia ese "algo" que les sacie la angustia, y, por qué no decirlo, muchas veces el hambre, como lo hacen las grandes manadas de animales en el Serengueti, cuando se seca un lugar, trayendo consigo una muerte segura para quien se pretenda quedar estacionario en un solo lugar, así que la única esperanza es irse a buscar un mejor destino en tierras lejanas.

Ya es tiempo de asumir responsabilidades, de dejar de hacerse “los vivos”, y achacarle los errores propios a otros individuos, sobre todo si son los que menos velas tienen en ese entierro. Fui testigo de muchos personajes que antes de 1998 decían que “si el chavismo no sirve, nosotros mismos lo cambiamos”, pues señores, creo que hay suficientes síntomas de que aquí no es que huele, es que apesta a que los cosas van muy mal, y quienes lo propiciaron, tienen que tener la valentía de arreglarlo, que las abuelitas de antes, esas misma que los criaron a ustedes, y que parece que no entendieron su mensaje, le decían: “tú lo quebraste; arréglalo”.

cesaraltuve@gmail.com


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