Escenarios, tendencias, encuestas y dramatología de las elecciones 2018

A mi hermano Javier Biardeau

"Bola de cristal de las estadísticas, las masas están atravesadas por corrientes y flujos, a imagen de la materia y de elementos naturales. Aunque puedan estar "magnetizadas" y lo social pueda envolverlas como una electricidad estática, la mayor parte de las veces hacen tierra, o precisamente "masa": absorben toda la electricidad de lo social y lo político y lo neutralizan sin retorno. Todo las atraviesa, todo las imanta, pero se difunden en ellas sin dejar rastro. En el fondo, la apelación a las masas siempre se quedo sin respuestas. Las masas no irradian, sino que al contrario, absorben toda la radiación de las constelaciones periféricas del Estado, de la Historia, de la Cultura, del Sentido… ¿Mucha gente se pregunta porque las masas no reaccionan, será que perdieron la sensibilidad o que no tiene conciencia… son acaso siempre implosión e inercia? 1+1+1+1 que siempre suma cero (0)"

Jean Baudrillard

A LA SOMBRA DE LAS MAYORIAS SILENCIOSAS

Hegel se preguntaba si era posible medir, sumar, lo inconmensurable, atrapar en el número a una magnitud que se niega a ser medida. Horacio Oliveira permite que Julio Cortázar narre su historia, "una o múltiples historias", historia que tiene numerosos finales posibles. La Rayuela de Cortázar nos habla de la ambigüedad del porvenir y de las múltiples lecturas que son posibles en el cruce y los caprichos de las cadenas causales. la Rayuela, como la vida, es un juego que se libra brincando sobre un solo pie. La vida no es un paquete determinista en donde todas las piezas vienen dadas, "no es una dialéctica pelota pared", nos advierte Cortázar.

A cada rato nos sorprende la emergencia de nuevas piezas sueltas que reconfiguran el sujeto para armar, por eso Cortázar se aferra tercamente al porvenir como la posibilidad de la irrupción del ser: "no puede ser posible que estemos aquí para no poder ser". El futuro, como lo asegura la mecánica cuántica, es un campo de posibilidades infinitas donde la vida juega a reinventarse de manera sobrecogedora, balbucear por adivinanza, ha sido una tentación humana que tensa la angustia de no conocer lo que vendrá, por eso existen y tiene éxito las empresas encuestadoras y las brujas adivinadoras con sus naipes y bolas de cristal. Hechiceros, pitonisos y sociólogos comparten los mismos ardides y ademanes, unos desde la pretendida ciencia estadística que supone que es posible medir el interior de la vida secretas de las masas, extrayendo con una hipodérmica social, de su yugular, el misterio de su deseo político y de su caprichosa voluntad, revolviendo la sombra de los arcanos para conseguir allí el rostro insondable del devenir. Habría que revisar a Mandelbrot y a Laurent para saber de qué se trata la estadística como ciencia de las aproximaciones inestables.

Roland Barthes, en su fragmento de un discurso amoroso, habla del enamorado como un loco predictor del futuro (claro, no se puede predecir el presente o el pasado), por eso el enamorado conjura siempre su duda fundante interrogando al ser amado y buscando signos que nieguen su respuesta.

Desde la física, se habla de la retro causalidad cuántica, que no es otra cosa que la posibilidad de que el futuro afecte el presente ¿Será esto lo que pretenden las encuestas? ¿Adelantarse al futuro, conseguir un resultado y volver al presente, para afectarlo de tal modo que se produzca el futuro anunciado?

La guerra de encuestas y torneo de expertos sobre el futuro, solo sirven para desde ellos, establecer escenarios que nos guíen en la intemperie y la tormenta de los días que corren. Aquí nos atrevemos a adivinar varios de los múltiples escenarios que se avecinan desde uno u otro resultado, tratando de ser lo más asépticos posibles y amarrando sin consuelo a nuestra subjetividad para que no cobre sentido e influya, sustituyendo los escenarios por nuestras opiniones y deseos.

I d´not SMOKING

La estrategia abstencionista se apoya, fundamentalmente, en el revuelo de la indiferencia, la desesperanza, la rabia y al frustración de gruesas capas de la población, disgustada por el colapso de la economía. Sin entrar en consideraciones de fondo de quien tiene la culpa, si María la boyera, la guerra económica o la incapacidad del gobierno, densos sectores de todas las distintas clases se agrupan en este territorio, y como pescador en rio revuelto, algunos opositores han creído que puede haber ganancia de pescadores. La pregunta es: ¿Quién y cómo se cobra políticamente la abstención? ¿De qué manera la abstención se convierte en fuerza política organizada y movilizable, que intervine activamente para cambiar la relación de fuerzas? ¿Hay una agenda oculta o manifiesta que se desplegará a partir del 20 de Mayo por parte de los abstencionistas, o solo se trata de la inmadura pataleta de la resignación?

Por ahora, hay tantos argumentos validos y racionales para votar como para no hacerlo, el tema es, a donde se llega y que se puede lograr con cada estrategia. Dicen los que saben de todo, los expertos que vemos en los medios de comunicación, que la estrategia abstencionista solo pueden tener éxito si esta supera el 70% y se da en el marco de una situación preinsurrecional. Pareciera que ninguna de estas dos condiciones están hoy presentes en el escenario, faltando escasas horas para el evento electoral y que es una estrategia que solo apuesta a la repercusión que pueda tener la presión internacional intervencionista.

SE SUBEN EL TELON, Falcón frente al espejo de Alicia

Gil Yépez, director de data análisis, ubica a Falcón por encima de maduro por 7 puntos. Ante el auditorio de Venamchan en un hotel de valencia, aseguro que el triunfo de Falcón dependerá de que se reduzca la abstención , pues "los votos esta allí, en un universo en el que Maduro oscila entre el 20 y el 22% como techo máximo de crecimiento, y un rechazo que oscila entre el 75 y el 80% (recordemos que para estas elecciones el número de inscritos en el consejo electoral es de 20.700.000 de electores, lo que significa que 1 punto % es equivalente a 210.000 sufragantes aproximadamente). Esto significa que 10 puntos son 1.100.000 votos, 20 puntos son 2.200.000 votos lo que supondría según esta estadística que el presidente maduro tiene un piso duro, que a su vez es su techo de crecimiento, cercano a los 5 millones de votos. Partiendo de esta premisa, Datanálisis considera que con una abstención superior al 70 % Maduro ganaría. Ya que al contar con más de 22% de los votos emitidos tendría mayoría, al interior del 40% de una población votante.

Esto significa que en la medida en que un mayor número de personas se incline por votar, crece la probabilidad de Falcón. Yépez, llega a asegurar que de votar entre el 60 y el 65%, la ventaja de Falcón podría estar por el orden del 20%.

Revisemos el manojo de naipes, que Falcón tiene en sus manos: En primer lugar puede ganar o perder la partida. En segundo lugar, puede retirarse de la contienda faltando horas para que esta se realice, aduciendo que no se cumplieron las condiciones acordadas con el CNE. Lo que le crearía un serio problema a Maduro y reconciliaría a Falcón con la oposición Radical. Según los abstencionistas, de darse este escenario, Maduro correría solo, pero su triunfo quedaría en entre dicho.

Pero volvamos atrás, Qué pasaría si Falcón pierde con un estrecho margen? ¿Desconocería el triunfo de Maduro? O, ¿Aceptaría los resultados achacándole su derrota a la oposición abstencionista? O, ¿Cantaría fraude? Creando una situación impredecible y radicalizando el escenario postelectoral.

¿Y si por el contrario Falcón, se sobrepone a todas las apuestas, y gana las elecciones? ¿El gobierno de Maduro reconocería los resultados? De reconocerlos, ¿Surgiría una cohabitación a lo Nicaragüense, como ocurrió durante el gobierno de Alemán? ¿O por el contrario, Falcón sería capaz de irrumpir en el nuevo escenario, negándose a ser juramentado ante la ANC, relegitimando a la AN opositora, generando de este modo una crisis política en la estructura institucional levantada por Maduro?

En todos estos escenarios ¿Qué papel jugaría la Comunidad Internacional intervencionista? ¿Y el sector militar que hasta ahora se ha mantenido impecablemente neutral, institucional y no beligerante? Malas lenguas, a las que por supuesto, restamos toda credibilidad, hablan de ruidos de sables y malestar al interior de la fuerza armada, al punto que varios oficiales de distintas fuerzas han sido detenidos para ser investigados. ¿Podría ocurrir que toda esta circunstancia lograra manifestarse como línea de fuga de la realidad, creando una anomalía salvaje con consecuencias impredecibles?

Como podemos ver, la audacia de Falcón de mantenerse como candidato lo llevo de una situación en la que nadie daba medio por su candidatura, a ser un factor decisivo en la coyuntura. Por ahora, gane o pierda, todo pasa por él. Ahora, de ganar, habría que ver que haría con el poder que conservaría el gobierno saliente: TSJ, CNE, ANC, FANB, Fiscalía, Defensoría, Contraloría, 19 Gobernadores y más de 300 alcaldes que podrían cercar su gestión.

De ganar, ¿Cómo serían los pactos y recomposiciones para romper el cerco o sería un gobierno colegiado con Maduro? ¿Cómo sería el trato de Falcón con la oposición abstencionista derrotada? ¿Se entendería con las distintas corrientes del chavismo de izquierda, a fin de debilitar a la derecha dominante? Esta probabilidad abre un nuevo campo de juegos.

BERTUCHI EN SU PROPIO CALDO

Cuenta una leyenda urbana digna de poco crédito que Bertuchi es un candidato del oficialismo para restarle votos a Falcón, rompiendo así la polarización, incluso por la redes sociales a circulado en los últimos días una tesis peregrina según la cual, este pastor estaría casado con un familiar de un alto funcionario del gobierno. A esto Bertuchi responde, que se trata de la guerra sucia contra el crecimiento de su candidatura.

Lo que sí es verdad, y sea como sea, Bertuchi se ha convertido en un autentico fenómeno electoral inesperado. Todas las encuestas afirman que oscilan entre el 7 y el 14, y una que otra encuesta, de pronto, lo coloca por encima de Falcón. Esto hace que Bertuchi tenga varios ases en su juego y pueda dedicarse a desojar la margarita: abdicar, faltando horas para las elecciones creando una suerte de "Dakazo" electoral que le asegure el triunfo a Falcón, o mantenerse como alternativa a ver si los números y la suerte le deparan el triunfo, o al menos lo llevan a posicionarse como un sólido liderazgo opositor alternativo con miras a futuros escenarios.

Muchos decían que Bertuchi le quitaría votos a Falcón, pero lo que las encuestas muestran cuando estudiamos la composición de votos del pastor, es que la mayorías de los que se inclinan por su propuesta política (¿) son personas de los sectores D y E captados durante la ceremonia de la sopa que el pastor reparte. Esta población es militante del Carnet de la Patria y de la caja Clap, y fueron votantes de Maduro, de manera que la candidatura evangélica muerde con más fuerza en el Madurismo descontento de los sectores populares.

¿Son automáticamente transferibles, los voto de Bertuchi a Falcón? Habría que esperar que se produzca ese escenario. Generalmente, las terceras opciones, en condiciones de polarización, aparecen bien posicionadas en las encuestas pero luego su resultado final no es tan eficiente como ocurrió con Podemos, en las ultimas elecciones en el Reino de España, pues generalmente funciona lo que los encuestólogos nombran como economía del voto. Por eso decimos, con mucho rigor científico, a lo mejor quien sabe.

MADURO EN SU LABERINTO SOBRE LA CATARATA DEL CHURU MERU

La disyuntiva Hamletiana del poder es siempre, elevarse o caer. Maduro ha logrado sortear distintos momentos difíciles, neutralizando a la oposición y a las fuerzas irruptoras al interior del pacto de gobierno. Por eso ahora viene a cobrar su éxito político, en una circunstancia económica desfavorable nunca antes vivida en Venezuela.

Maduro necesita ganar, aunque algunos dicen que lo que más le conviene es perder, pues si pierde, dejaría al candidato ganador la posibilidad de ejecutar las medidas leoninas aun más neoliberales y fondo monetaristas que el gobierno no se atreve a tomar. Estar en la oposición le permitiría oxigenarse y recomponer sus fuerzas, pero esto pasa porque exista un pacto con el hipotético ganador, que le garantice la sobrevivencia política a sus fuerzas en una transición pacífica previamente pautada. El dilema de las fuerzas heterogéneas que conforman el bloque del gobierno, es fundamentalmente y en primer lugar, la necesidad, la certeza que necesitan: ¿De perder y entregar, se le respetaría su existencia política y se le darían garantías de alternabilidad? Y en segundo lugar, el problema interno, temen la posibilidad de que se produzca una fragmentación y posterior diáspora, al perderse el poder que los mantiene unidos.

Algunos analistas desde la derecha, como Gil Yépez y Luis Vicente León, creen que ese es el escenario más conveniente para todo el país. Pero Maduro no parece pasearse ni por asomo por esta posibilidad. Encuestadoras como Interenlaces, le da, en un escenario de 57% de electores, un triunfo con el 47% sobre un Falcón con el 34% y un Bertuchi con el 14. Lo que significa que su ventaja sería considerable. Maduro quiere y necesita ganar, para ello requiere de una alta votación, pues si saca menos sufragios que los obtenidos en 2013 contra Radonsky (alrededor de 7.300.000 votos, con un padrón electoral superior a los 17 millones). Imaginemos este escenario, Maduro ganando con poco mas de 6 millones de votos, pero perdiendo contra sí mismo en relación con 2013 y con un padrón de inscritos mucho más alto hoy, 2018, unos 20.7 millones de votantes, eso significaría ganar con una merma considerable que impactaría la gobernabilidad de su nueva gestión.

Maduro no se puede dar el lujo de ganar en la raya como ocurrió en el 2013 tras la muerte de Chávez y mucho menos que los votos de sus contrincantes sumados, sea superior a su propia votación. Por eso se ha propuesto una meta, 10 millones (cifra que el propio Chávez no pudo alcanzar). Del mismo modo, Maduro debe manejar la paradoja de la abstención, porque una cifra alta de abstencionistas le conviene, pero desluce la legitimidad del evento electoral. Si gana con una masa crítica de abstención alta y un resultado ajustado, los días posteriores a ese triunfo serán muy interesantes.

¿Qué pasaría en su corriente política si Maduro pierde? ¿Se mantiene unida, se depura, se recompone, comienza una guerra por el control y el liderazgo, o se desgasta, desintegra y emergen nuevas corrientes hoy silenciadas? o ¿Será que el vórtice de la derrota arrastraría por igual a gobierneros y disidentes? De ganar, se erigiría como líder indiscutible, pues sería muy difícil cuestionar su éxito, ¿Pero, que haría, cuál sería el tratamiento que le daría a las contradicciones internas?

¿De darse el escenario más probable, su triunfo, seguiría reciclando al mismo equipo? ¿Nos sorprendería con un sacudón sin precedentes e inesperado? Una consigna dice que con Maduro todo es posible, hay otra que en si misma contiene una paradoja: vota por Maduro, por un gobierno diferente. ¿Suerte de Gato Pardismo inverso? ¿Ya no sería que todo cambie para que siga igual, sería, que todo siga igual para que todo cambie? En la extinta URSS, los obreros bromeaban en las tabernas: EL capitalismo es la explotación el hombre por el hombre, en el socialismo es al revés.

¿Dadas las dificultades por las que el país atraviesa, podríamos dar el beneficio de la duda luego de un poco más de 5 años de ejercicio del actual gobierno y varios decretos de emergencia económica? Hasta ahora poco se conoce del programa para atacar los desafíos del futuro inmediato. ¿Continuaría con el curso de sus políticas actuales? ¿Cómo recuperaría a PDVSA de su postración? ¿Cómo frenar la inflación y recuperar la producción, los pulverizados salarios, la caída al vacío de PIB? ¿Cómo enfrentaría el cerco internacional en marcha? ¿Se entregaría a los brazos del FMI aceptando la aplicación abierta de un paquetazo, ya no en gotas?

Cuando todo puede ocurrir es cuando cualquier cosa pasa.

Los físicos sugieren que la probabilidad es un fenómeno emergente de las fluctuaciones cuánticas, la realidad que conocemos como material no es otra cosa que el colapso de la función de onda que cierra el campo de posibilidades concretándose en un solo evento, en una sola cosa. Esto deriva en que en cada momento la realidad va desdoblándose al concretarse y así se abre a nuevos e infinitos universos de posibilidades. Andreas Albrech, de la Universidad de California, sugiere que cualquier posibilidad ya preexiste en la naturaleza, esto significa que al tirar una moneda al aire comienzan a operar fuerzas que van moldeando el resultado final, mientras las cosas no ocurren y se hace realidad, preexisten en estado de decoherencia, o sea, todas las realidades posibles superpuestas. ¿Se expresará esta vez el abismo abisal del voto fantasma que benefició a Chávez en el 98 y a la oposición en 2015? O por el contrario ¿se impondrá el control político del voto? Cuando este fenómeno se hace manifiesto, puede estar alrededor del 10%, e influir cualquier resultado alterando la verdad de las encuestas. Acaba de ocurrir en las recientes elecciones que dieron como ganador a Trump en USA y en la decisión sobre el Brexit, en Reino Unido. Todo esto significa que es falaz pensar que ya se sabe el resultado al tirar una moneda por el hecho de que ya cayó cara varias veces.

El gato de Schrödinger, primo del gato de Alicia, lo sabía, por eso se mantuvo vivo y muerto, en dos estados cuánticos superpuestos a la vez, hasta que la caja, cual urna electoral, fue abierta. Hay muchas cosas, muchas realidades marchando paralelamente, en y más allá del resultado del 20-M. Pase lo que pase, la suerte del proceso y de los revolucionarios no se juega sólo en unas elecciones y su resultado, aunque este pese hondamente. Pero en el momento en que todos los universos probables colapsan en uno, entonces el resultado también es uno solo, la realidad se habrá impuesto y seguirá siendo esa a menos que alguien la cambie. Entonces, que cada quién se coloque en relación con el plano estratégico del tiempo histórico y asuma su responsabilidad.

La cuantificación clásica, es lineal y determinista. Mira lo cuantitativo, pero desprecia lo cualitativo de las acumulaciones subterráneas. Se extravía en el número, suerte de poltrona metafísica en donde cómodamente se achinchorran los que creen que la realidad solo puede derivar en un solo resultado. Así, pierden la percepción térmica de los tiempos que corren. Descuidan la impertinencia y el accidente. Imaginar que no hay una sola revolución y niegan que la revolución es un permanente comenzar de nuevo, porque nunca termina.

La vida está abierta y nunca se ha dicho la última palabra, hasta los átomos, de lo que todo está hecho, son tendenciales y el mundo es fundamentalmente potencialidad y aquí la voluntad crea al sujeto y suprime el vacio. Hay un cierto vértigo ontológico al pensar que podemos elegir y que por nuestra voluntad pasan todas las encrucijadas del porvenir. Derrida habla del momento de la decisión de donde emerge la subjetividad política. Todos los días senderos se bifurcan en racimos y se abren en pulpo, para que la historia viva y comience a escribirse de nuevo. Sin esta comprensión solo hay dogmatismo, jamás materialismo histórico.



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Juan Barreto

Periodista. Ex-Alcalde Metropolitano de Caracas. Fundador y dirigente de REDES.

 juanbarretoc@gmail.com      @juanbarretoc

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