El careo sobre el 23 de Enero (como fecha histórica) entre Margarita López Maya, Héctor Acosta y Orlando “Cabezón” Yajure, conducido por Ernesto Villegas Poljak en VTV, me dejó un mal sabor respecto de la única dama presente.
Uno termina por convencerse que hay “intelectuales” de Izquierda cuyo “light-ismo” raya tanto en la imbecilidad, que parecieran todavía influidos por aquel “mojón” del “fin de la historia” de Francis Fukuyama. Según esa tesis, a partir de la caída del Muro de Berlín era normal que “todos” nos fuésemos a comer hamburguesas a Mac´Donald y nos volviésemos adictos a las teleculebras de Delia Fiallo.
Fue mucha la “intelectualidad” venezolana que ante aquella avalancha de “contraideología” cocinada en el Departamento de Estado, “abrió las patas” sin nada a cambio. Quedamos, en el argot popular, “turulatos”, y entonces Rafael Caldera y Teodoro Petkoff pasaron a ser las mejores vainas para Venezuela.
Siento que la profesora López Maya todavía está bajo los influjos de esa “adicción”, de donde les fue imposible salir también a personajes como Américo Martín, Carlos Raúl Hernández ó Agustín Blanco Muñoz. “¡Débiles de espíritu!, diría Fernando Soto Rojas.
Ocurrió que, en el programa, cuando la profesora López Maya evaluaba las experiencias socialistas del siglo 20, se limitó a decir que (sic) “estuve en Nueva York, y ahora allí las prostitutas y las sirvientas son las rusas” (¿?)...
Yo, que en ese momento aseaba mis dientes, me fui en vómito del tiro. ¡Qué vaina tan amarga que después de 70 años de revolución, con cuatrocientos millones de experiencias en lo social, político, económico, cultural, estético, moral, doméstico, industrial, formativo y existencial, el proceso soviético sea despachado con un “ahora las putas y las cachifas de Nueva York son las rusas”... (¡Válgame Diós!...).
¡No, profesora!...; con toda la venia de su género e investidura, no puede ser usted el referente de nuestra “intelligentzia” criolla para auscultar nuestro proceso desde la óptica de la crítica profunda, que mucha falta nos hace. Si quisiéramos propaganda gringa, querida profesora, como lo es su triste “conclusión” sobre el socialismo soviético (pura propaganda gringa, camarada), nos bastaría con irnos hasta los buhoneros del cine y comprarles las “peliculítas” esas de The History Channel donde dicen que Mao Tse Tung fue un dictador, el Ché Guevara un asesino y Salvador Allende un depravado sexual.
Profundidad, querida profesora...; y más allá de eso, honestidad intelectual, camarada. Si no, quédese comiendo sus hamburguesas de Mac´Donald y viendo las “peliculítas” de The History Channel. Nosotros buscaremos otras fuentes...
(jeramedi@yahoo.es).