La aprobación en primera discusión de la Ley para la Protección de los Animales Domésticos, Dominados, Silvestres y Exóticos Libres y en Cautiverio, es un hecho significativo que merece el reconocimiento de todo aquel que trabaja por la construcción de una sociedad más humana, gobernada por la razón y la justicia. La Asamblea Nacional ha dado un paso importante hacia el establecimiento de una legislación acorde con los compromisos adquiridos internacionalmente por la nación en materia de protección animal, y de esta manera cumple con su responsabilidad. Asimismo, esta ley significa un alto reconocimiento a todos los colectivos populares y las organizaciones ambientalistas y de protección animal; a todos los luchadores sociales cuya trayectoria es un testimonio de compromiso con la construcción de relaciones más dignas entre los seres humanos y los demás animales.
La mora legislativa en materia de protección animal contaba ya al momento de esta aprobación con varias décadas. La ley toma en consideración el marco establecido por instrumentos legales suscritos por Venezuela, como la Primera Declaración Universal de los Derechos de los Animales, aprobada por la UNESCO, y posteriormente por la ONU.
El amplio consenso internacional que existe sobre la necesidad de establecer una ley que dignifique el trato que la persona humana da al animal es un síntoma de la superación de aquella vieja matriz cultural que establece al ser humano como centro del universo. Este paradigma, con sus desastrosas consecuencias ambientales, da paso a concepciones más progresistas de la relación del ser humano con su entorno. Los movimientos sociales y políticos más avanzados han venido asumiendo la agenda ambiental como parte de sus programas de lucha. Venezuela no es la excepción.
Los enemigos más furibundos de esta Ley son aquellos agentes económicos que obtienen lucro de la violencia en contra de los animales. En Venezuela, actividades como el coleo y las corridas de toros están asociadas al consumo de alcohol, y encuentran en las compañías licoreras a sus principales patrocinantes. Estos poderosos representantes de la economía del vicio y la violencia ejercen toda clase de presiones en favor de mantener vivo el circo romano en el siglo XXI. No es sólo en defensa de los animales que se condenan estas actividades, sino también por la dimensión social de aquellos espectáculos de masas que se centran en la violencia y la muerte. El trato que una sociedad brinda a los animales refleja los valores que la sustentan. La aprobación definitiva de esta ley es un paso más en el tránsito hacia una sociedad justa y solidaria.
Firman:
Colectivo Libre Aquiles Nazoa
Colectivo de Montañismo y Ecologismo Tatuy
Organización para el Rescate y Conservación Animal ORCA
Asociación para la Formación Integral AFIN
Emisora Comunitaria para la Organización Social ECOS 93.9