Una lección de diplomacia borbónica

El temario y el incidente del cierre de la Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile demuestran varias cosas, entre ellas:

1) La intención integracionista de las autoridades españolas con la América Latina ha chocado con realidades inaceptables para una mentalidad muy alejada del igualitarismo que supone tal integración, pues ésta nunca podrá darse entre quienes se creen superiores y sus desiguales a quienes se manda a callar.

2) El empeño en imponerle a la contraparte indoamericana el modelo hambreador y saqueador del neoliberalismo gringo-español, con el manto de ayuda que no pasa de ser el canje de los espejitos por oro, tal como lo practican las empresas españolas en la región (aquí nos quitaron la línea aérea Viasa).

3) Hablar de Cohesión Social mientras lo que se clama en todas partes es justicia social, resulta por lo menos una manera de eludir el verdadero y gigantesco problema en una región que en ese foro se calificó de tener la mayor desigualdad social en el mundo. El esquema de la cohesión plantea un imposible: unir lo que no es posible cohesionar: la riqueza con la pobreza.

4) La defensa de un malhechor internacional, cómplice de tres invasiones genocidas a países soberanos y de un golpe de estado en Venezuela durante su gestión de gobierno, es por lo menos un delito de cohecho, además de una defensa inmoral de la impunidad de un fascista, agravada tal solidaridad automática con una evidente intención de impedir el derecho a la libertad de expresión de un presidente porque se refería a un ex presidente que ni siquiera fue electo directamente por el pueblo, situación en la que se encuentra también el rey Borbón descendiente del Fernando VII genocida que derrotaron nuestros ejércitos populares hace casi doscientos años en la América del Sur, Méjico y Centroamérica.

Pero lo más lamentable del final de la Cumbre fue la lección de diplomacia en la que tanto insistió el jefe del gobierno español Rodríguez Zapatero (electo por votación de segundo grado), para tratar de educar en esa materia al presidente electo y reelecto por el pueblo venezolano Hugo Chávez, pero que, soberbio y de mal talante, pateó su rey Borbón, grotesco, ordinario y mandón, además de mal educado al retirarse de la reunión con un gesto de matón de barrio que señala con el dedo a su víctima, una escena que vio el mundo por televisión e Internet, y que dejó muy parado el auspicio español a una unidad hispanoamericana que bajo esas premisas no tiene futuro.


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