Sorprendentes revelaciones de un agente de la Disip demuestran cuál es la calaña de quienes intentarán conducirnos hacia un baño de sangre.
Ya quisieron hacerlo en 1998...
A mediados de 1998, todos los periodistas del canal sabíamos que el próximo Presidente de la República era Hugo Chávez Frías; igualmente, los directivos de la estación estaban convencidos que el candidato del MVR arrasaría en el proceso electoral de diciembre de ese año. Mientras tanto, debíamos continuar cubriendo nuestra pauta diaria, a la par de no comentar con la gente en la calle lo que era un hecho irremediable. Y es que los dueños del canal, de uno u otra forma, nos instaban a darle una "ayudita" a su candidato, Enrique Salas Römer. Era perder el tiempo, pero existía la posibilidad de un milagro a última hora si tomamos en cuenta la poderosa campaña mediática para presentar al electorado a un Chávez comunista y totalitario; eso podría derrumbarlo y revertir la realidad. Vano intento, pues el teniente coronel se alzó con el triunfo y aplastó al candidato de los poderosos.
Sin embargo, detrás del telón se desarrollaban acontecimientos que por primera vez revelaré a los venezolanos; fui, sin quererlo, protagonista de primera magnitud en el mundo sórdido y peligroso de la conspiración. Estuvo en peligro la seguridad personal propia y de mi familia; hoy, se repite la situación y, si Dios me ayuda, estaré fuera del país luego de redactar este reportaje. Quiero estar a salvo con mi señora e hijos, rogándole a la providencia que con el presente relato se detenga lo que mentes malignas y antinacionales están planificando para nuestra pobre nación. Pero demos un salto en el tiempo y regresemos a Octubre de 1998...
Cierto día, cuando estaba con mi camarógrafo en las instalaciones del Consejo Supremo Electoral, para cubrir una rueda de prensa que había convocado el candidato Chávez, junto a su esposa María Isabel, se me acercó un hombre (lo llamaremos Saúl)) bien trajeado, moreno, alto, simpático. Dijo, entre otras cosas, que le gustaban las novelas del canal, que el noticiero no se lo perdía, que yo era un excelente reportero. En fin, el tipo se presentó agradable, comunicativo, bromista; entre chistes, risas, café y cigarros, el desconocido compartió con la mayoría de los colegas que estábamos en el sitio. Pasaron varios días y volví a encontrarlo en una manifestación de Proyecto Venezuela; luego de los saludos de rigor, mientras hacía los preparativos con el camarógrafo, se me acercó:
— "Chamo, te tengo un tubazo bien arrecho, a Chávez lo van a joder, el comandante no gana la elecciones".
Yo reí levemente y caminé unos pasos hacia la tarima pues el candidato de Proyecto Venezuela estaba llegando; los colegas de otros canales y yo hacíamos las preguntas de rigor entre empujones, cables y un calor asfixiante. Abajo, en la avenida, el ruido era ensordecedor; Salas Römer juraba derrotar a Chávez. Bajé tres peldaños de la escalera de la tarima y allí estaba Saúl otra vez:
— ¿Entonces, chico, qué dices?.
— Mira, vale -le expresé- eso que dijiste es delicado, por otra parte, aquí hay muchas especulaciones; además, no te conozco y...
Sin dejarme terminar, me interrumpió y, enseñando un sobre de manila, dijo:
— Aquí están las pruebas, vamos a un café en Cacaito y te las muestro.
Dudé un poco y hasta sentí resquemor. "¿Por qué yo?", le pregunté. Su respuesta fue elocuente,
— Porque eres un periodista serio, objetivo; nuestra gente ya te ha investigado....
En ese momento quise retirarme del sitio y perderme, pero la intuición periodística y un extraño presentimiento que debía "pararle bolas" al hombre, hicieron que aceptara, pero en otra fecha. Quedamos en reunirnos al siguiente día y almorzar en un restaurante en La Plaza Candelaria. Esa noche no pude dormir.
Los documentos que me mostró en el comedero, eran reveladores :
"El 24 de Julio de 1998, a las 09:00 horas, se efectuó una reunión en el salón de conferencias de la Disip, entre un grupo de funcionarios de la CIA y el director del organismo general Rafael Aníbal Rivas Ostos. El grupo de la CIA estuvo comandado por el legendario 'Basilio', hombre de confianza de la Disip. Utiliza varios nombres como James Brown y Robert Scott. Basilio llegó de Estados Unidos acompañado de diez cubanos con quienes se alojó en el hotel Eurobuilding. Entre los puntos que se discutieron en la reunión se destacan: cotejar datos de militares afectos al candidato Chávez, nombres, historial, domicilio, actualización del IHP y proceder en consecuencia. Utilizar al comisario jubilado Cesar Montaño Rodríguez (alias Miguel) para que conforme una unidad que siga al candidato Chávez y, cuando se dé la orden, eliminarlo. El comisario Montaño tiene fama de asesino, inescrupuloso y traidor. El equipo (expertos en inteligencia y explosivos) lo forman Ruvel Bogadi (alias Burgos), ex DIM, ex Disip, Hugo Marcano (alias Yogourt), Indira Cartaya Linares, Mayelín Rojas Colmenares. Gustavo Capiello, inspector jefe que se desplaza en un vehículo Hiunday Excel YDO-267, Rosa Piñero (alias Nelly), inspector jefe; Jhonny Oropeza, sub comisario; María Tortosa (alias Steffany), inspector jefe; Carlos Morales (alias Gustavo), inspector jefe; Asdrúbal Acosta (alias Cónfiro); Elizabeth Malavé (alias Mary), comisario general y jefe de la Inspectoría General; José Alejandro Natera Ramírez (alias Moisés), comisario general".
En otro documento, estrictamente militar, se revela que los oficiales antichavistas (para 1998), eran, entre otros, "Comandante General del Ejército, Rubén Rojas Pérez; 31ª Brigada de Infantería, comandada por el general de brigada Esteban Godoy Peña; Base Aérea Libertador, comandada por el general de brigada César José Arteaga; 42ª Brigada de Paracaidistas, comandada por el general de brigada Nelson Benito Verde Graterol; Brigada de Cazadores, comandada por el general de brigada Hernán Rojas Pérez; Comando Regional Nº 5, comandado por el general de brigada Ramón Antonio Rodríguez Mayol".
El corolario de ambos documentos era patético: "liquidar a Chávez o evitar, mediante un golpe preventivo, el triunfo electoral"
Luego de cuatro horas revisando las hojas del documento, una a una, llegué a la conclusión que había coherencia en el contenido. Otra sorpresa de Saúl fue cuando me "chapeó"; en efecto, era una identificación de comisario de la Disip. Continuaba con mis resquemores; el asunto no me cuadraba en el sentido de ¿por qué captar al reportero de un canal de televisión que a todas luces apoyaba al candidato de AD y Copei.? Mi nueva fuente (invalorable fuente), con otros informes, fotografías, grabaciones, videos y datos de inteligencia que me entregaba casi a diario, me convenció que hablaba en serio y que buscaba la manera que esos planes para evitar el triunfo de Chávez, salieran a la luz pública. Al final, y para tranquilidad del país, ni liquidaron a Chávez ni hubo golpe militar. Más tarde, durante el primer año de gobierno bolivariano, fuentes militares y funcionarios de inteligencia, confirmaron a un experimentado colega de un medio impreso, la autenticidad de todo el material que me entregó Saúl. También me informaron que el Presidente Rafael Caldera detuvo, con mucha energía, la conspiración que se gestaba en 1998. Pero...
Saúl regresó hace dos semanas, en Julio del 2003, con noticias aún más graves; ya no trabaja en la Disip pero me asegura que "no hace falta que esté adentro; allí tengo varios panas, igual en la Dirección de Inteligencia Militar". Lo encuentro en las cercanías de la Asamblea Nacional; conversamos mientras nos dirigimos hacia la Iglesia Santa Teresa. Lo noto desmejorado, canoso, "es que perdí a la vieja, chamo. El año pasado se me murió en la casa; un infarto...". Seguimos caminando y entramos a un viejo edificio; el apartamento es sencillo pero muy limpio e iluminado.
— Yo me voy el próximo mes para Puerto La Cruz -dice-; allá compré una casita. Alerté a mucha gente sobre el golpe del 11 de Abril y nadie me paró; hablé con militares y con gente del gobierno, son una mierda, querían que Chávez cayera. Al presidente ya lo tienen en la parrilla; todo el mundo está conspirando y le quieren ver los huesos; están seguros que antes de fin de año se acaba el gobierno.
Saúl lo cuenta todo:
— Medina Gómez, González González y Ramírez Pérez son unos psicópatas, unos asesinos; se han reunido con gente de la CIA y con ex disips; quieren asesinar al presidente. El alcalde Leopoldo López es otro fascista y tiene un arsenal a buen resguardo; Enrique Mendoza cuenta con su ejército privado y entrena paramilitares. El Juan Fernández (perteneció a la secta Tradición Familia y Propiedad) y Horacio Medina son los autores intelectuales del sabotaje a Pdvsa. Hay mucha gente armada en el este de Caracas, con equipos de comunicaciones, armas largas y cortas. Los sectores de ultraderecha de la oposición apuestan a que no se dé el revocatorio; quieren un gobierno militar tipo Pinochet. Tienen listas de dirigentes chavistas para echárselos al pico cuando tumben el gobierno; la gente de Causa R sabe lo que viene. Hay francotiradores en el país y no importa que el G2 cubano, la DIM y la Disip trabajen día y noche; aunque tienen infiltrada a la Coordinadora Democrática, el apoyo gringo es muy arrecho. Los gringos se mueven con inteligencia, recursos, tecnología y mucha prudencia. También se mueven como pez en el agua el Mosad de Israel y el MI6 de los ingleses. El Pentágono lo decidió: hay que sacar a Chávez como sea, con referendo o sin referendo. Un tipo que conoce a alguien con peso en la oposición me dijo que están esperando en la bajadita a Chávez.
En esta vaina lo que viene es un baño de sangre, tú verás. En el Tribunal Supremo también tienen la carta de un antejuicio de mérito; el Presidente ha abierto demasiados frentes y los enemigos están regados como arroz. La Casa Militar no es confiable. Los empresarios y los dueños de los medios no aguantan más a Chávez y no les importa si al hombre lo liquidan; políticos, periodistas, escritores, un gentío, no cree en salidas electorales. Hay individualidades en la Coordinadora Democrática que no quieren violencia, a esos los ven como gallina que mira sal en los sectores duros. Y no te creas, el gobierno también tiene mucha gente armada hasta los dientes en los cerros y los batallones de reserva son una verga bien arrecha. En la Fuerza Armada hay mucha angustia y si bien se dicen institucionalistas, que respetarán la Constitución, ni ellos mismos saben cómo reaccionarán con el asunto del referendo o si se desata un enfrentamiento incontralable . Muchos oficiales, en privado, dicen pestes de la oposición pero también critican al gobierno porque hay demasiada anarquía. Un coronel de la Guardia Nacional me dijo que la solución que manejan varios generales es una Junta Militar de Gobierno transitoria, que no desatarán represión aunque sí mano dura contra el desorden politiquero de los dos bandos Y lo que te expreso no es cuento porque de un lado y del otro saben que el choque final es inevitable; también saben que la victoria no les será fácil. Pagarán justos y pecadores; los pendejos, el pueblo, recibirá la peor parte.
Despido a Saúl con la amarga sensación de que dice la verdad; triste por el futuro de mi querido país. No estrechamos las manos con fuerza, tomo el ascensor y ya en la calle Saúl se asoma a la ventana. Creo que es la última vez que nos veremos; a estas horas ya debo estar viajando a otro país. Un abrazo a mis hermanos venezolanos, no importa si son chavistas o escuálidos; que Dios los proteja.
Nota (*): el autor es un conocido periodista de un canal de de televisión comercial que prefiere, por elemental seguridad, mantener su nombre en reserva.