Y no se aprobó....

Caiga quien caiga, con la autocrítica revolucionaria rumbo al Socialismo

Después de conocer los resultados “irreversibles” (según palabras del Consejo Nacional Electoral) con más del 88% de voto escrutado, a favor del NO a la Reforma Constitucional, debemos hacer una profunda reflexión.

Una reflexión que por ejemplo, nos lleve a entender porqué con 5 millones de inscritos en el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), subrayo de nuevo “socialista”, y con 7,5 millones de personas que votaron por Chávez para la presidencia hace a penas un año, ahora los partidarios de la reforma nada más han sumado poco más de 4 millones (4.379.392, un 49,29% en el Bloque A y 4.335.136, un 48,94% en el Bloque B). ¿Cómo demonios es esto posible? ¿Ha perdido el chavismo 3 millones de seguidores en solo un año? Evidentemente que no.

Los venezolanos oposicionistas han votado todos y su base es la misma, de los 4.292.466 que votaron a favor de Rosales como candidato presidencial en diciembre de 2006, ahora a penas han votado 50.000 más en contra de la Reforma, por tanto no es que la oposición escuálida haya convencido a 3 millones de chavistas para su causa contrarrevolucionaria, no. Los votantes del NO son los mismos de siempre, la oligarquía representada entre otras por Fedecámaras, la mayoría de la pequeña burguesía nacional conservadora por defecto y bastión del capitalismo, la clase media disociada de aspiraciones pequeño-burguesas junto con sectores populares alienados hasta la médula, ya sea por determinadas iglesias de diverso signo temerosas de perder poder económico en tanto que capitalistas, ya sea por la cultura del consumismo juvenil de la MTV y los centros comerciales o sea por el puro miedo a lo desconocido. Las causas son otras, están en otro lado. Hay que buscarlas en las filas chavistas, y son mucho más profundas de lo que algunos quisieran creer.

¿Qué ha pasado? Pues han pasado muchas cosas, más de 3 millones de personas que siguen apoyando a Hugo Chávez en la presidencia (las encuestas de apoyo a su figura también así lo atestiguan) no han creído merecedora de su voto a esta Reforma Constitucional. ¿Por qué?

Las razones son varias. En primer lugar, la conciencia de clase del pueblo venezolano que apoya al gobierno no está ni mucho menos todo lo madura que los socialistas desearíamos. En segundo lugar, determinadas tareas pedagógicas desde las filas revolucionarias no se han hecho nada bien. El mensaje no ha llegado suficientemente y además podría haber sido mucho más atractivo, más decidido y radical en favor de la causa que decía enarbolar: el socialismo. Ha quedado demasiado diluido y desdibujado entre tanto articulado cambiado, alguno de forma rimbombante e innecesaria, al menos para el fin confeso de la Reforma.

Después de muchísimo años de capitalismo neoliberal salvaje, con su correspondiente ideología ultraindividualista, el pueblo venezolano no pudo ni puede pasar de la noche a la mañana, de ser un pueblo indiferente e individualista1 a ser un pueblo comunitario y socialista como por arte de magia en menos de 3 años (el tiempo que lleva el gobierno hablando abiertamente de caminar hacia el socialismo desde una perspectiva anticapitalista). Hay que profundizar y mucho en la Revolución Cultural pendiente. No pocas conciencias que apoyan al Presidente Chávez, son de una inconsistencia revolucionaria tremenda. Tampoco se ha tenido tiempo ni espacio para más. Se debe caminar decididamente por abrir los ojos al pueblo y como veremos más adelante, ciertas actitudes desde el gobierno no ayudan en nada.

No ayuda en nada la corrupción que campa en gran medida impune por las filas chavistas, disfrazada de revolucionarios que acaban de serlo cuando se quitan la camisa del Che Guevara al llegar a casa. “Revolucionarios” que viven como nuevos burgueses vilmente enriquecidos gracias al tráfico de influencias al que se presta todo poder. Esto no es nuevo en Venezuela o en ningún país con tantas diferencias en la distribución de la riqueza, pasó mucho más en la IV República antes de llegar el gobierno revolucionario, pero ahora es sencillamente inadmisible. Esto crea un desaliento tremendo en el pueblo honrado y revolucionario, ya que con sus acciones burguesas y su verborrea revolucionaria, los capitalistas travestidos manchan las ideas que dicen portar. De esta manera el pueblo menos consciente llega a pensar que todos los gobernantes son iguales. Al final ¿el único que no es igual quién es?, pues la respuesta clara es Chávez, que ha probado su incorruptibilidad poniendo en juego su vida públicamente en más de una ocasión a favor de los intereses del pueblo. Con esta lacra hay que acabar y en nada ayuda la falta de decisión a la hora de combatir la corrupción por parte de determinados sectores de las filas oficialistas. Falta dotar al pueblo y al Poder Comunal desde la base, de mecanismos eficientes y revolucionarios para acabar con la corrupción de alcaldes, gobernadores y resto de funcionarios arribistas del poder, rojos por fuera, blancos por dentro. ¡Demos un paso decidido en esta dirección! Sin miedo, caiga quien caiga.

Tampoco ayuda en nada, esa mistificación del ciudadano revolucionario Hugo Rafael Chávez Frías propulsada por las campañas de marketing desarrolladas por los profesionales que se encargan de la propaganda oficialista. Un revolucionario tan grande como Lenin siempre estuvo en contra del culto a la personalidad, no hay que olvidarlo jamás. Esta misma propaganda se ha vuelto en contra de la Reforma, porque ha ayudado a publicitar la falsa idea de que Chávez quería eternizarse en el poder. Por supuesto, la propuesta absurda e innecesaria de ampliar de 6 a 7 años el período presidencial no ayudó a combatir estos argumentos. Esto no se ha llegado a justificar racionalmente fuera de una perspectiva de culto a la personalidad en clara disonancia con los mensajes al pueblo que el mismo Chávez ha repetido por pasiva y por activa, un y mil veces, diciendo que la Revolución no es suya, sino del pueblo y que nadie es imprescindible para su desarrollo.

Para ser justos, habrá que admitir que en este momento histórico, Chávez sea prácticamente imprescindible como aglutinante entre el pueblo revolucionario honrado y la dirigencia que lucha por sus intereses. Su conexión y compenetración con el pueblo es indudable. Sin duda que Chávez ha jugado y juega un papel fundamental, como uno de los motores de la Revolución Bolivariana en conexión con las bases, con el pueblo. Es una constante inspiración para los revolucionarios venezolanos anónimos por su probada valentía y franqueza, saltándose la parte corrupta y chaviburguesa de la dirigencia oficialista que muchas veces gobierna a nivel local y/o regional adulterando la colaboración y lucha compartida entre el pueblo y Chávez. Pero los arribistas de los niveles intermedios e incluso altos de la dirigencia, junto con el culto a la personalidad de la publicidad del régimen crean desconfianza en el proyecto socialista y fomentan el culto a la personalidad, algo totalmente antisocialista y sí bonapartista y burgués. Una cosa es que el pueblo se ponga una foto de Chávez en su casa, le dediquen una canción popular o que le tenga un amor infinito, son sentimientos legítimos, humanos y totalmente comprensibles (yo mismo estoy pensando como artista en hacer una obra sobre él). Pero lo que es incomprensible es poner de telón de fondo en los mítines de Chávez una foto con su cara a tamaño 15x15 metros. Esto es literalmente inadmisible y los revolucionarios honestos de la dirigencia harían mejor en otorgarle a las formas la importancia que merecen en todo proceso revolucionario. El presidente Chávez, por sus propios méritos ya tiene el suficiente carisma para liderar el pueblo revolucionario, tanto redoble de tambores y pompa resulta contraproducente y es la principal cortina de humo tras la que los arribistas corruptos, los nuevos ricos surgidos del chavismo, ocultan sus miserias gritando más alto que nadie aquello de “¡que viva el comandante Chávez! o ¡Patria, Socialismo o Muerte!”. Como por todos es sabido, hasta los loros pueden repetir determinadas frases sin saber, y sin querer saber, qué significan en realidad.

Por otro lado, está clarísimo que la Reforma tenía artículos de popularidad incontestable que se hubieran aprobado por abrumadora mayoría de haberse realizado la consulta artículo por artículo, como suena. Esto hubiera impedido que se hubiera metido tanta paja como se metió en la Asamblea Nacional con la redacción de determinados artículos. Además, de haberse hecho así, ya tendríamos aprobados algunos tan importantes como los referidos a la reducción de la jornada laboral, el Seguro Social para trabajadores autónomos incluidas las amas de casa, el reconocimiento del Poder Popular (Consejos Comunales, consejos obreros, campesinos, etc..) y tantos otros que ahora se quedan en el tintero por culpa de ir en bloque. Hubiera sido absolutamente revolucionario haber confiado en el pueblo para que el mismo hubiera aprobado los artículos con los que estuviera de acuerdo. Por menospreciar al pueblo, por pensar que era un niñito pequeño que no podía saber lo que era mejor para él, ahora tenemos el barco de la Reforma parcialmente hundido. No es que el pueblo en general sea vago o indiferente (hay de todo), es que a los que confían en Chávez y la Revolución Bolivariana con esta Reforma no se les ilusionaba lo suficiente. Tenía poco vigor revolucionario y determinadas sombras, que resultaban incomprensibles. De este modo, tenemos muchas buenas iniciativas estancadas y sin cobertura constitucional, para goce y disfrute no sólo de los de siempre (oposición nítida y confesa) sino de la derecha chavista que nunca quiso la aprobación de esta Reforma. Burgueses que trabajan desde dentro para encauzar la revolución y alejarla de su carácter socialista. Sector que fue cayendo a medida que el proceso fue avanzando a favor de darle más poder al pueblo en la economía, como fue el caso del ex-general Baduel y el partido socialdemócrata (o social-liberal) Podemos. Ahora sería bueno dotar al pueblo de armas democráticas para que el mismo fuera eliminando a los representantes que dicen estar con él mientras trabajan desde dentro a favor de los de siempre (¡y de ellos mismo claro!).

Por último, destacar la importancia de la cultura y la educación. Hace falta poner al pueblo con la superestructura cultural al nivel donde se quiere llegar en la estructura económica. Aunque bien es cierto que sería bueno que en esto último, también nos fuéramos aclarando. Si queremos llegar al socialismo socioeconómico, primero o justamente a la vez, deberemos de ir conformando ciudadanos “socialistas culturales”. Cambiar radicalmente el sistema educativo y los currículums oficiales, para fomentar la participación, la corresponsabilidad, la conciencia de clase, la cooperación, el altruismo y en definitiva el amor al prójimo. Aunar éxito personal a éxito colectivo. Superar el individualismo capitalista no sólo en los contenidos sino en los procedimientos educativos y en la administración de los centros de enseñanza. Explicar por televisión de forma pedagógica cómo funciona el sistema capitalista, su economía a la luz del marxismo, la ciencia más desarrollada que explica su funcionamiento. Hacerlo de forma clara, rigurosamente científica pero popular en las formas (que no populista). Y si no se quiere parecer sectario, invitar a debates entre las distintas posiciones ideológicas o explicar las distintas explicaciones económicas, incluidas las burguesas, para derrotarlas con la fuerza de la razón, de igual a igual ante el mismo tiempo televisivo, para que el pueblo juzgue. Pero poner el debate económico, todo los días y a todas horas encima de la mesa señores, que esto no es un juego, es una revolución y el tiempo es oro. Los contrarrevolucionarios no descansarán, nosotros tampoco podemos ni debemos hacerlo.

Es urgente confiar en el pueblo, darle armas para la democracia protagónica, pensar que ya es mayor de edad y apostar claramente por él, por sus decisiones. Sean estas lo radicales que fueren, caiga quien caiga. Ese es el antídoto para el mal que puede acabar con la Revolución minando su moral.

A continuación paso a enumerar una serie de medidas que se deberían tomar de forma inmediata, después del Referéndum, por parte del gobierno, para salir de esta derrota parcial y ganar la guerra en la que estamos inmersos:

  • Bajar el sueldo por decreto a todos los altos funcionarios que forman la élite burocrática del poder estatal burgués heredado de la IV República, tanto a diputados de la Asamblea Nacional, como (sobre todo) a gobernadores y alcaldes. De manera que ganen no más que un obrero cualificado como decían Marx, Engels y Lenin.
  • Dotar al pueblo de verdaderas armas legales para denunciar y destituir a los funcionarios corruptos en un breve lapso de tiempo. Darle un peso protagónico en las iniciativa de la Fiscalía y en la elección del Poder Judicial.
  • Profundizar la coherencia socialista entre forma y fondo en la propaganda revolucionaria.
  • Hacer un referéndum con un paquete de medidas económico-sociales de carácter más o menos radical, para una vez aprobado asestar un duro golpe a la burguesía venezolana e internacional, legitimando el rumbo socialista de la Revolución Bolivariana. Expropiando lo que haga falta y el pueblo democráticamente considere oportuno.

Compañeros, hermanos, camaradas, esto sólo ha sido una derrota parcial, de la que podemos y debemos sacar una victoria mayor que si hubiera salido el SÍ en la Reforma. No hay mejor defensa que un buen ataque, armémonos de valor y exijamos que caigan los falsos que tanto daño hacen a la Revolución, todos los Badueles que queden fuera del barco o nos hundiremos nosotros. Seamos imaginativos y decididos con nuestros objetivos. Demandemos más poder para el pueblo, luchemos por nuestros intereses ya que nadie que no se sienta pueblo lo hará por nosotros. ¡Que empiece la fiesta democrática y revolucionaria!, ¡exijamos lo que es nuestro!, Es hora de la Revolución dentro de la Revolución. Fuera los corruptos y antirrevolucionarios, fuera los arribistas y falsos aduladores que encorsetan e impiden la marcha de la Revolución desde dentro, ¡Que nadie nos tome por chamitos2! ¡Que caigan los disfraces y caretas! Se acabó el Carnaval, comienza la Revolución.

* Jon Juanma es el seudónimo artístico/revolucionario de Jon E. Illescas Martínez, licenciado en Bellas Artes, artista plástico, analista político y teórico del arte socialista.

Para cualquier comentario con el autor sobre el artículo:

jonjuanma@gmail.com

Para ver una parte de la obra plástica del autor:

http://jon-juanma.artelista.com/

http://jonjuanma.blogspot.com/

Notas:

1. Por supuesto hablo en general, socialistas y comunistas hay en todas las sociedades incluso y (cada vez más) en Estados Unidos, la cuna del imperialismo actual.

2.Niños pequeños, en criollo venezolano.



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