Por muchos conceptos el 2 de diciembre de 2007, será considerado como una fecha histórica en Venezuela. Sería fácil, y quizás provocador, decir que los partidarios del NO, reconocen como suya la Constitución Bolivariana que el Presidente Chávez proponía reformar. La verdad es que el NO representa un rechazo en bloque a las reformas y a la gestión del Presidente y el partido oficial (PSUV, Partido Socialista Unido de Venezuela).
Recordemos que en la reelección del 3 de diciembre de 2006, 62.8% del electorado respaldó a Hugo Chávez con 7 millones 300 mil votos. Por consiguiente en un referéndum donde tanto en los bloques A y B, el SI sumó alrededor de 4 millones 300 mil votos, se puede concluir, por diferencia, que 3 millones se restaron de la propuesta presentada por el Presidente, pero tampoco se sumaron al NO de la oposición.
De aquí surgen dos tareas. Por un lado, urge que los vencedores del NO presenten al pueblo venezolano su proyecto alternativo. En un proceso de carencias fundamentales, de alimentos, vivienda, empleo, etc., no basta hablar de democracia y de economía de mercado. Ahora bien, la constatación es clara y neta: la oposición no tiene tal proyecto. Su heterogeneidad es tal que junto a golpistas del 2002, se encuentran “chavistas” que reconociendo su adhesión al Presidente no estuvieron dispuestos a sumarse a sus reformas; estudiantes universitarios – motor de la protesta –; empresarios; hombres de negocio; clase media y en fin los abstencionistas que inclinaron la balanza a favor del NO. Volver a la política reconocer sus reglas y procesos no es fácil. Eso significa que la oposición vuelva atrás en su equivocada decisión del 4 de diciembre de 2005 cuando decidieron no presentar candidaturas a los 167 escaños en disputa de la Asamblea Nacional. Con ello se excluyeron de la política y cayeron en la conspiración y el golpismo, prácticas, que después del discurso de Chávez, donde reconoce la victoria del NO, ya no son posibles.
Para los vencidos del SI el significado del referéndum es alcanzar los objetivos que allí se propusieron; esta vez, por otros medios. Es lo que expresa la declaración del Presidente Chávez cuando reconoce la victoria del NO y dice que no está dispuesto a someter al pueblo a la espera de los resultados, pues Venezuela no se merece tal tensión y parafraseando a Bolívar expresa que “si la mayoría no lo acepta, lo delego a la posteridad”, pero aclara que “no será una posteridad de 100 años”, y que por ahora “la propuesta social aquí contenida la seguiremos trabajando”.
El poder, por su responsabilidad, peso y magnitud de las decisiones que se toman, es un ejercicio en soledad. Entre el Presidente y el grupo más cercano de consejeros y ministros y el pueblo hay un vacío, donde las directivas siguen orientaciones tortuosas o bien no llegan a destino. Más aún, es un terreno donde se desarrolla el sabotaje, el mercado negro, el tráfico, la especulación, y la mafia. De allí nace el desabastecimiento de la población, los planes de vivienda que nunca se realizaron, la carne, la leche, el papel higiénico que faltan cruelmente en los mercados de las grandes ciudades. (Cuestión ya conocida en los últimos días de la Unidad Popular en Chile, cuando la oposición jugó al sabotaje y al desabastecimiento).
Pero, no todo es explicable por ese vacío. La dirigencia política y social es responsable por cuanto nunca ha entendido que no basta proclamar la distribución justa del producto del trabajo, sino que además los precios deben reflejar la realidad del mercado y que entonces la verdadera acción no es su fijación arbitraria sino la intervención eficiente al nivel mismo de la producción. Confundida la autoridad, y a veces muy mal asesorada, en discusiones abstractas sobre el socialismo del siglo XXI, olvida los principios fundamentales de la transición a partir de la actual sociedad capitalista de Venezuela, en su etapa más corrupta, es decir, el capitalismo mafioso, alentado por el Imperio que no pierde ocasión para comprar conciencias y financiar operaciones de desestabilización.
En el área económica, la transición debe regirse por reglas precisas, claras y definitivas. No caben ni dudas ni vacilaciones. Lo primero es definir las áreas de la economía, allí donde se definen la intensidad y la extensión de las batallas por el poder económico. Áreas pública, mixta y privada, pues sus procesos – producción, intercambio, inversión, gestión, relaciones sociales de producción – no siguen la misma lógica. Al fijarse las áreas de intervención la autoridad deberá señalar con precisión la lista de las empresas y condiciones bajo las cuales pasarán al Sector Público. Decisión que deberá ser respetada, sin agregados ni substracciones, y puesta en marcha de manera rápida y sin vacilaciones. Cualquier duda respecto a lo anunciado genera confusión y caos.
Con el Sector Público de la economía se busca modificar los factores de distribución del ingreso. Tarea en sí gigantesca y que en el caso venezolano se basa en PDVSA y otras empresas mineras (aluminio, hierro…) como factor fundamental de excedentes en la economía; a esto agréguese la infraestructura vial y flujo de mercaderías, infraestructura de comercialización; infraestructura científica y tecnológica: centros de investigación; biotecnología agrícola y de salud; represas, embalses, afines; sistema interconectado de centrales hidroeléctricas; telecomunicaciones (telefonía básica y celular, TV, Internet); construcción de viviendas; etcétera… A esta Área de Propiedad Social deben agregarse las grandes transformaciones en la tenencia de la tierra y la comercialización de sus productos.
En lo institucional, una Constitución del siglo XXI no puede reproducir el tipo de constituciones hijas del positivismo del siglo XIX donde aparecen reguladas todas las situaciones posibles. Basta una declaración de principios y derechos de los ciudadanos de no más de 20 o 25 artículos que serán regulados, algunos por leyes estatutarias y otros por interpretación de los tribunales de justicia. En este último caso, y como principio esencial, los derechos de los ciudadanos serán garantizados por el referéndum revocatorio que también regirá para los jueces.
Los partidos políticos de oposición – muchos de ellos involucrados en el golpe y secuestro del Presidente Chávez (2002) – han tratado de soslayar, o minimizar la presencia y acción de los estudiantes en los días de la campaña del referéndum. Al ser entrevistado por la CNN, Stalin González, uno de los dirigentes estudiantiles, de si acaso sentía preocupación por esta actitud de los partidos tradicionales, el estudiante respondió que no se sentía desplazado y que esperaba que los políticos de la oposición hicieran su tarea.
Si la tarea por venir para Chávez es enorme, para la oposición no es menor. Los intereses que esconde son contradictorios y antagónicos. El historial de muchos de los dirigentes de la oposición se vincula al capitalismo mafioso de la época del COPEI (socialcristiano) y de Acción Democrática de Carlos Andrés Pérez, actualmente prófugo de la justicia venezolana. Lo único que los une es derribar a Chávez en una situación en que el fiel de la balanza es un “pantano” donde circulan, “chavistas” decepcionados, tránsfugas en busca de alguna militancia, abstencionistas decepcionados de la política, en fin pueblo sin convicciones y muy escasa voluntad.
Sin embargo, el hombre de la situación sigue siendo Chávez. Pues muchas de las propuestas, entre ellas los derechos sociales de los trabajadores independientes, u otras que no entraron en el referéndum pero que no han sido correctamente formuladas, como por ejemplo el abastecimiento de la población urbana, o la crisis de la vivienda y el empleo, deberán ser conversadas, cifradas, negociadas con los trabajadores, los patrones, gerentes, propietarios, accionistas, en fin todos los actores económicos involucrados.
Chávez es un guerrero formado en la adversidad. Amante de su pueblo, hombre de intuiciones avasalladoras, inconciente del miedo que suscita su asalto al cielo. Por ello, deja a su paso, tímidos, tibios, temerosos, oportunistas, intelectuales adoradores de cadáveres insepultos, en fin burócratas sin convicciones…Por eso, porque el Soberano se expresó –, hoy, deben irse todos. El nuevo equipo deberá recoger los retos de un renacer de la política en Venezuela y Chávez una vez más deberá renovar el poder y mandato, legitimar su rol de conductor con que un día ya lejano, el Soberano lo invistió.
* Director de Fortín Mapocho.com. Chile