Vamos a dejar a un lado ese cruce de palabras con la oligarquía. Ellos son una sarta de sonámbulos que no tienen amor ni escuchan arpegios. En las horribles noches del Este sufrido y pantallero, se puede oler el cruel aroma de la descomposición humana que los engulle (estar alegre porque a unos venezolanos no se les dé mejoría social, es el colmo de la crueldad). No le demos más espacios. Echémoslos en la sección de “cartas devueltas por falta de dirección” (nunca está donde debieran estar)
Ahora vamos a lo nuestro: a unirnos en los intensos proyectos revolucionarios. Dejemos que el odio y la ofensa no pasen los límites de la razón. Penetremos en el bosque de la creatividad, escuchándonos, dialogando, censurándonos, aportando ideas, hurgando en los inmensos espacios que la Revolución nos da para que construyamos sueños.
Vamos a reunirnos para que analicemos en encarnizados debates, lo que vendrá a ser el futuro de la patria grande. Pongamos en cada esquina de Venezuela un buzón, para que el pueblo deposite en ellos, los proyectos que se anhelan, como horizontes reivindicativos y diga que es lo que ve como fallas y aprendizaje, para que esos tres millones y pico que estuvo ínclito, se descubra y suelte todo el caudal de razones que lo hicieron censurar al gobierno ya seguir a Chávez. Utilicemos los medios radiales, de prensa escrita, televisión e Internet, para que el pueblo acuda al combate, pero sin mostrarle al enemigo incoloro, bestial e injusto al cual hemos doblegado en tantas ocasiones, el alfanje que aniquila.
Vamos a la charla revolucionaria. Nada que tenga que ver con esos batracios anuros, compradores de Viagras y amuletos de la suerte, debe tragarse un minuto de nuestro tiempo. Que no se oiga en nuestras reuniones alguna relación que tenga que ver con el reyezuelo, cuyo hijo no trabaja ni hace muchacho y chulea como un gilipolla. Nada de eso. Borremos al borrachín del Norte de la agenda socialista. Dejemos que sea la historia quien se lo trague, para luego vomitarlo en la olla más hirviente y grande del Averno.
Ahora que sabemos donde se cuela el melado, démosle a nuestro Líder Chávez Frías, el más grande espaldarazo y tratemos de tomar de él la lección de que “águila no caza moscas”. Mucho tiempo hemos perdido tratando de que esos tiranos de comiquitas reflexionen y sepan que ellos también son venezolanos, pero que desafortunadamente las muecas de sus rostros nos indican que habitan un “jalovuen” eterno, y por lo tanto son muertos y brujas, esperpentos y sombras.
Ahora que sabemos matemáticamente que el NO sólo le sacó 183.278 votos de ventaja al MARAVILLOS SÍ, más 4 votos que es la sumatoria de lo que aportó María Isabel, Baduel, Hermán Escarrá e Ismael García, la grandeza revolucionaria nos infla el tórax como pecho `e turcas, y que además entre esos 183.282 votos, están 100.000 de los cobardes traicioneros que se creyeron aquello de “que me van a quitar uno de mi carros, me van a despojar de mi hijo para llevarlo a la estepa de Herman Hess, me van a quitar una de mis cachifas y una de mis amantes, me van a quitar una de mis bolas…” Más los otros que trabajando en direcciones de Estado, en alcaldías, en gobernaciones, en los Inces, en los ministerios, (los de las boinas rojas de mentira) no aguantaron la cagueta y echaron su voto en el cajón de la traición, pues no nos queda más que pensar que CHÁVEZ ES ÚNICO.
Ahora debemos escuchar el llamado de la Revolución y ponernos a trabajar por ella con más fuerza, sin egoísmos, sin flojera, sin mendicidad. Somos revolucionarios y el efecto que nos dejó esta experiencia, es un cúmulo de esperanza. Vamos pues de frente y con orgullo. Hemos pasado una prueba, que en verdad muchos queríamos, así como cuando el golpe petrolero identificó a los meritocráticos, ¿que hubiera pasado si no los descubrimos? Hoy Venezuela luce una atmósfera distinta. La oposición no llegará al objetivo que se planteó, como era la de derribar a Chávez atrayendo millones de votos. Los chavistas que no votaron, están con el líder. Es cuestión de que recuperemos el génesis revolucionario, volcándonos al trabajo sin descanso por las comunidades, por la seguridad, por el bienestar, por vernos a todos inmiscuidos en el quehacer sin descanso por la patria bolivariana. Tenemos un jefe que sabe donde pisa y que en su sencillez nos indica que…”POR AHORA…”
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