Soy uno de los millones de venezolanos que se equivocó con el referendo del domingo. Por creer que ganaría el Sí escribí lo que escribí ese día. Muy pocos olfatearon lo que en realidad se avecinaba, porque incluso entre quienes estaban contra la reforma (en realidad, contra la reelección continua), esperaban perder, y muchos de ellos estuvieron prestos para desconocer los resultados, denunciar un fraude y propiciar hechos de violencia, estimulados desde afuera.
El caso es que ocurrió lo inesperado. Una oposición que estuvo en capacidad de movilizar a más electores de cuantos le han acompañado desde diciembre de 1998, en los momentos picos: 2000 (relegitimación), 2004 (revocatorio) y 2006 (reelección), obtuvo ahora cuatro millones y medio de votos, apenas un pelín más de los que logró atraer el chavismo: 4.379.392. No sé si es pírrica o como quiera calificársele, pero es una victoria, como lo del chavismo es una derrota.
Lo que no se discute es que todo fue originado en la abstención de tres millones de electores que hace sólo un año, en las presidenciales, habían estado entre los siete millones que reeligieron a Chávez.
Muchas respuestas está teniendo la pregunta ¿Por qué se abstuvieron? Es natural que sea así, porque son múltiples las razones, y variados los cristales para ver lo sucedido.
De todas las respuestas, creo que hay tres fundamentales: una, que la reforma no fue bien comprendida ni asimilada, ya lo reconoció el presidente Chávez: "Pudiera ser que aún no estamos maduros ni preparados para asumir el proyecto socialista... me equivoqué con la selección del momento estratégico", y cuando decía que quienes votaron por él en diciembre habían votado por el socialismo. ¿Por qué no la comprendieron ni asimilaron? Ahí entran otros factores, incluidas la deficiente explicación y la propaganda de la oposición, los medios y la Iglesia.
Una segunda causa tiene que ver con la falta de una estructura partidista debidamente organizada e imbricada en todas las áreas sociales. Con un Psuv en formación, y muchos ex emeverristas desplazados, no eran las mejores condiciones para enfrentar tan exigente compromiso. En Zulia sólo votaron 400 mil de los 800 mil del Psuv.
El descontento con la gestión gubernamental, estadal y municipal, también debe sumar, permite entender las enormes diferencias entre los porcentajes de abstención y los del Sí en los estados. ¿Cómo se explica que en Amazonas (65,76%), Portuguesa (63,08%) y Trujillo (62,16%) votaran por el Sí con niveles parecidos a los de las presidenciales de hace un año, mientras en Táchira (42,68%) y Miranda (43,78%) lo hicieron muy por debajo del promedio nacional (48,94%)? ¿La votación de Caracas no tiene nada que ver con sus gobiernos? *Esta noche a las 10, en TVes, hablaré con el general Müller Rojas sobre estas cuestiones.
El Presidente
¿Cuántos puntos subió el prestigio del presidente Chávez desde que en la misma madrugada del lunes, minutos después que la presidenta del CNE anunció los resultados, los reconoció pese a la insignificante diferencia? Difícil de medir los efectos, tanto en el país, como en el exterior. Su discurso y la forma como se presentó para decirlo, calmado, razonador, después de conversarlo con ministros y otros colaboradores, fue convincente, tranquilizador; demostró ser un gran demócrata. Precisamente, para tratar de borrar ese gran impacto se difundió la especie de que había sido presionado por el alto mando militar.
Sin embargo, creo que algo de lo que ganó esa madrugada se echa por la borda el miércoles,cuando calificó de "victoria de mierda" la obtenida por la oposición, y que remata al día siguiente cuando acusa de irresponsables e inconscientes a quienes de los suyos se abstuvieron el domingo, si ya había reconocido que seguramente fue un error suyo hacer ahora las propuestas socialistas, y que éstas no habían sido asimiladas. Es como el padre de siete hijos a quien le aplazan a tres en exámenes, y sin ver qué ha sucedido, pretenda castigarlos, en lugar de ayudarlos a recuperarse en el examen de reparación. Pero no dudo que rectificará.
"Eso habrá que discutirlo", dijo en algún momento. Es lo que hay que hacer, sin caerse a cuchilladas. Esa derrota puede ser buena si es oportuna para examinar las deficiencias que seguramente tantas victorias al hilo no dejaban ver. La corrupción y la inseguridad, la formación del Psuv para introducir correctivos en esta fase de su organización; ver problemas del funcionamiento del gobierno y su aproximación, o no, a los ciudadanos, y responder la pregunta que se hizo "¿Se equivocó Hugo Chávez de momento" cuando propuso el socialismo del siglo XXI? Ese debate "es un reto", quizás el más importante que tiene ahora el presidente Chávez. Debe asumirlo como propio y orientarlo para extraer las lecciones indispensables y las decisiones que sean pertinentes.
La contraloría
Uno de los problemas que no ha podido ser vencido ni atacado eficientemente en estos años del proceso iniciado en 1999, sigue siendo el de la corrupción, ese monstruo de mil cabezas hace tiempo así definido por el presidente Chávez. En ocasiones él ha llamado a emprender una guerra a esa lacra social, pero de poco han valido sus palabras.
El problema sigue igual. El país tiene decenas de organismos contralores, centenares más bien si se incluyen los de la contraloría social, y uno rector que debe ser la Contraloría General. De poco han servido. En los últimos años ha estado al frente Clodosbaldo Russián, un hombre honesto, luchador social, pero que, como se dice en la calle, no ha dado pie con bola en esas funciones.
Su ineficiencia en tan importante función acaba de ser señalada por miembros de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, que tampoco es que haya sido muy activa, pero reveló casos que ellos han procesado y que mueren, junto a tantos otros, en los archivos de la CGR.
Y sin embargo, el amigo Clodosbaldo aspira a ser reelecto, se postuló, figura en la terna de donde tendrá que ser electo el nuevo Contralor en los próximos días. ¿Se habrá hecho un sincero examen de conciencia sobre su gestión? Seguro que no. De haberlo hecho, no se habría propuesto. Si en la Asamblea existe una real disposición de contribuir a combatir ese flagelo, no debería reelegirlo.