Regalitos de Marx en Navidad

A todos los camaradas revolucionari@s, socialistas y neo-bolivarian@, en esta hora: “Los seres humanos hacemos nuestra propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado”.

A quienes dudan que una derrota táctico-electoral pueda ser vuelta victoria estratégica: “La democracia es el camino al socialismo”.

A quienes no saben qué más dar (o pedir) a la revolución. O no saben cómo dar más de lo que ya le dan a diario: “A cada quien de acuerdo a su habilidad, a cada cual, según su necesidad”.

A quienes creen que la Historia (general) y su historia (personal) básicamente dependen de superhombres infalibles: “La historia de toda sociedad existente hasta el momento (no es otra cosa que) la historia de la lucha de clases”. (…) “La Historia no hace nada. No crea ricos fabulosos. Ni libra las batallas. La Historia no es sino la acción de los hombres en busca de sus propios fines”.

A quienes confían en que la revolución va a ser impulsada principalmente desde las oficinas, lógicas e intereses del Estado: “Para el burócrata el mundo es un mero objeto a ser manipulado por él”.

A quienes todavía confían en la “mano invisible” del mercado. O a quienes dicen que Venezuela es un gran pais porque es petrolero. Y que no nos hace daño seguir siendo eternos mono-productores: “Véndale a un hombre un pescado, y él comerá por un día. Enséñele a pescar… y usted habrá arruinado una excelente oportunidad de negocios”

A quienes aun creen que alguien puede llegar a hacerse multimillonario y seguir siendo socialista en el intento: “El rico hará cualquier cosa por el pobre, excepto bajarse de sus espaldas”.

A los políticos de oficio y operadores dilectos de la burocracia: “El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”.

A los oligarcas, burgueses, lumpem-proletarios y eternos recalcitrantes de derecha: “ Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos”.

A los coterráneos encandilados por Hummer y BMWs, prebendas y comisiones, viáticos y brindis, casinos y cargos, que creen que el pueblo, por definición es y será maleable y resignado: “Los trabajadores no tienen nada que perder, salvo sus cadenas. Tienen (en la revolución) un mundo por ganar”.

A quienes profesan que es posible combinar manirrotismo neo-adeco y revolución socialista: “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”.

A los empresarios, intendentes de organismos públicos y oficinistas del Ministerio del Trabajo: “El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”.

A esos eternos “revolucionarios”… de callejón o parloteo de cafetín: "Charlar y hacer son cosas diferentes, más bien antagónicas" (de una carta a su hija).

A todos quienes se sienten los protagonistas, galanes o estrellas y divas o diosas de la revolución: “El motor de la historia es la lucha de clases”.

A aquellos pseudo-revolucionarios o supuestos hombres “muy correctos y de bien” o maridos o jefes, que vejan, explotan, golpean (o consienten vejar, explotar o golpear) a mujeres o niñas: “Todo aquel que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin la insurrección femenina. El progreso social puede ser medido por la posición social del sexo femenino”.

A quienes profesan que hacer socialismo es puramente ligereza de lemas y de fanatismo individual, obstaculizando por ende la creación de puentes entre las diversas clases y grupos de una sociedad: “La sociedad no consiste en individuos. Es la suma de sus interrelaciones, las relaciones dentro de las cuales dichos individuos se mueven”.

A los politiqueros, publicistas y peritos de imagen, duchos en venderle al pueblo lujos como necesidades, haciéndoles ver sus necesidades como comodidades: “La necesidad es ciega hasta que se transforma en consciente. La libertad es la conciencia de la necesidad”.

A quienes sueñan que un hombre puede acceder a su realización y realizar una “revolución humana misántropa”, es decir, aislándose como ermitaño de su respectiva sociedad: “El ser humano es en el sentido más literal, un animal político. No es, simplemente, un animal gregario. Sino un animal que sólo puede alcanzar individualizarse a sí mismo en contexto de la sociedad”.

A quienes creen que se puede construir socialismo sin revolución ético-estética que la aromatice y aliente: “El arte es siempre y en todas partes la confesión secreta y, al mismo tiempo, el movimiento inmortal de su tiempo”.

A quienes campantemente asumen que hacer contra-hegemonía es cuestión básicamente de voluntarismo, activismo político, recursos de propaganda y, sobre todo, apasionamiento partidista: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación”.

A los obreros, proletarios, artesanos, asalariados, braceros, jornaleros, labriegos, peones, labradores, segadores y trabajadores informales y todos los pata en el suelo de siempre: “Los desposeídos no tiene nada que peder sino sus cadenas. (…) Tienen un mundo qué ganar”.



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Luis Delgado Arria


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