La trama y urdimbre, con que se pretende plantear argumentos, en relación a que nuestro libertador Simón Bolívar: primero, fue hecho prisionero y luego fusilado. Segundo, que murió envenenado, deben ser aclarados.
La ruta de Bolívar año 1830.
Bogota, enero 20 de 1830, mensaje del libertador al Congreso Constituyente de la república de Colombia.
Turbaco, 26 de mayo de 1830, carta fechada, dirigida al mariscal Sucre, en correspondencia a la despedida que escribió al libertador su fiel lugarteniente.
Cartagena, 2 de julio de 1830, carta dirigida a la señora Mariana Carcelén de Sucre, viuda del mariscal Sucre, con el pésame ante el asesinato cometido en Berruecos.
Soledad, 17 de octubre de 1830, carta dirigida a Joaquín de Mier, agradeciéndole la hospitalidad que le ofrece en su casa de campo cerca de Santa Marta.
Barranquilla, 9 de noviembre de 1830, carta al general Juan José Flores, con comentarios sobre la situación política.
Barranquilla, 25 de noviembre de 1830, carta al general Daniel F. Oleary, donde se refiere Bolívar al mal estado de su salud.
Hacienda de San Pedro Alejandrino, el 10 de diciembre de 1830, última proclama de l libertador.
Hacienda de San Pedro Alejandrino, el 10 de diciembre de 1830, testamento del libertador.
Aclarando del puño y letra de Bolívar su enfermedad.
Un año, 3 meses, y varios días, antes de su muerte, en carta escrita desde Guayaquil el 13 de septiembre de 1829 a su antiguo edecán el general Daniel Florencio Oleary, expone el libertador su puntos de vista relativos a la situación política y bosqueja algunas posibles soluciones a la crisis que vive el país.
La carta dice así: ya usted, estará impuesto de que he salido de una enfermedad de bilis, que me ha dejado bastante débil y convencido de que mis fuerzas se han agotado casi todas: no es creíble el estado en que estoy, según lo que he sido toda mi vida: y bien sea que mi robustez espiritual ha sufrido mucha decadencia o que mi constitución se ha arruinado en gran manera, lo que no deja duda es que me siento sin fuerzas para nada y que ningún estímulo puede reanimarlos.
Otra carta al general Oleary, fechada el 25 de noviembre de 1830 en Barranquilla, donde se refiere Bolívar al mal estado de su salud.
Yo sigo de peor en peor con mi salud; ya he perdido hasta la esperanza; pues una debilidad suma y un continuo padecimiento de achaques diferentes me tienen en un estado de desesperación que me hace ver la vida con disgusto. En estos últimos días he tenido una tos que me atormenta día y noche.
Desmontando su fusilamiento.
El libertador en los años 1829 y 1830, siempre estuvo rodeado de sus militares más fieles y honestos.
¿Si fue hecho prisionero y luego fusilado?, creemos nosotros que Manuela Sáenz (1793-1859), vivió 29 años, después de la muerte de Bolívar, se hubiese prestado a esa realidad oculta, igual Simón Rodríguez, quien murió en 1854.
Mentira y mentira que Bolívar fue fusilado.
Desmontando su envenenamiento.
En el testamento del libertador, era su voluntad que de sus bienes, se le den a su fiel mayordomo José Palacios, la cantidad de ocho mil pesos en remuneración a sus constantes servicios.
José Palacios, líquido o sólido que ingería el libertador, antes era probado por el.
¿Por qué José Palacios no padeció o murió del mismo mal que nuestro libertador?.
Bolívar vive.
Si en el panteón nacional, reposan los restos de nuestro libertador bien, de ser todo lo contrario, nada va a cambiar nuestro amor y respeto por el, lo amaremos y seremos sus hijos por siempre.
Si un laboratorio demuestra que Bolívar fue envenenado, lo lamentable, es que nunca se sabrá quien o quienes lo envenenaron. Se tiñe una mancha sobre el entorno de Bolívar, sus hombres más leales, su mayordomo, que lamentablemente no pueden defenderse ante semejante acusación. Creo seria triste al final de la historia pagarles con esta incertidumbre o acusación. Salgamos en defensa del general Mariano Montilla, general José María Carreño, coronel Belford Hinton Wilson, coronel José de la Cruz Paredes, coronel Joaquín de Mier, primer comandante Juan Glen, dr: Manuel Pérez Recuero, mayordomo José Palacios. Al final, ellos también son Bolívar.
Por último, la venta de un libro, puede tener la trama y urdimbre, un escritor inventa, ya que “el papel aguanta todo”, pero colocar al icono, al símbolo de nuestra patria, en dimes y diretes, cae muy mal.
Por ser Ernesto Villegas, un periodista serio, responsable, muy prudente, pienso que no midió, que frente a los televisores, hay un pueblo que piensa, por lo tanto debe permitir que la otra cara de la moneda se exprese. Las cartas del libertador, de su puño y letra, están ahí, muestren y demuestren que no son originales.
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