A pesar de la campaña emprendida por la prensa derechista contra Chávez, todavía es popular en Venezuela, pues su permanencia en el poder ha marcado la diferencia El trayecto del aeropuerto Simón Bolívar al centro de Caracas sorprende hasta al más fuerte de los viajeros. No es que la pobreza en la Venezuela rica en petróleo mantiene niveles alarmantes de acuerdo a los niveles latinoamericanos. He visto casos peores en Perú; las madres con ojos apagados, para quienes un libro no es más que una masa inteligible de papel y tinta, y niños que jalan los pantalones, para obtener a cambio unas monedas, lloriqueando: "Señor, por favor, estoy hambriento". En Venezuela, el choque no tiene nada que ver con la pobreza absoluta sino más bien con la manera como se aprecian los contrastes sociales a lo largo de la geografía, y en particular, en la altitud. Hugo Chávez, el presidente socialista del país, a menudo es culpado por la polarización política de la sociedad venezolana. Pero el hecho es que la base de esta división - la polarización de riqueza y poder – que se vivió mucho ante de Chávez, se muestra a través del paisaje urbano. Suponga que usted va pasajero camino a Caracas. A lo largo del camino, indudablemente miraría por de la ventana a su derecha, por donde vería muchos edificios altos y ostentosos con ventanas pulidas, algunos de ellos con jardines bien cuidados, que sobresalen de cada balcón como si fuera una exposición de flores que se elevan en el cielo. Éstas son las casas de la clase media. Luego, si usted voltea y mira a su izquierda, se enfrentaría con la realidad que experimenta la mayor parte de los venezolanos: el barrio. Es imposible describir la arquitectura de un barrio en Caracas si se toma como referencia a una vecindad pobre en Londres, París o Nueva York. Viéndolo desde lejos, es como si Dios hubiera tomado una carretilla gigantesca llena con cientos de miles de cubos diminutos, hechos a media y luego se puso a verter los contenidos indiscriminadamente sobre las montañas. Como los cubos ruedan, se paran sin orden alguno y uno queda encima del otro, todos desafiando de alguna manera la fuerza de la gravedad. Pero por supuesto, los barrios fueron construidos por el pueblo: la gente pobre del campo que emigró a la ciudad durante el Siglo XX. Cuando llegaron, al no encontrar casas o tierras a precios accesibles, ocuparon tierras ociosas en los cerros y comenzaron a rodear la ciudad con sus ranchos, construidos con cualquier material de que disponían: por lo general una combinación de ladrillo, bloque y lata, o, en el peor de los casos, cartón. La vista del balcón de mi amigo en el piso 24 de un edificio, situado en un municipio de clase media en Los Dos Caminos, es espectacular. Es como si contemplara la ciudad desde lo alto de un faro que ha sido colocado en el centro de una inmensa edificación. Hay calles organizadas, edificios modernos, centros comerciales relucientes, y el constante embotellamiento. Alrededor de los edificios se encuentran los barrios. A tres o cuatro kilómetros de donde me encontraba se encuentra el barrio Petare, uno de los más grandes en América Latina que alberga casi medio millón de venezolanos. Por la noche, Petare reluce con luces amarillas y blancas que brillan como las luces de miles de árboles de navidad. Pronto el barrio brillará con luz blanca, solo habrá que esperar que el programa del Gobierno de sustituir los viejos bombillos amarillos por blancos que ahorran energía se culmine. El paisaje ofrece una dimensión física que hace pensar que Caracas está ubicada sobre sí misma: mejor dicho, literalmente, la gente pobre que vive en lo alto observa a los ricos que habitan en la parte baja. En lo que respecta lo político, la sociedad venezolana, en el medio de su revolución socialista del Siglo XXI tiene algunos rasgos de guerra de épocas anteriores. Aquellos que fueron socialmente excluidos anteriormente, ahora tienen poder político; aunque los ricos se queden con la mayor parte del poder económico e ideológico dado que son dueños de medios privados y otros negocios. A pesar de que Chávez ha ganado 10 elecciones y referendos (inmediatamente aceptó la derrota en el referéndum que perdió), la guerra de la desinformación contra la democracia venezolana sigue incrementándose. Hace dos semanas, uno de los presentadores de Globovisión dijo a sus espectadores, muy seriamente que un robo bancario en Altagracia de Orituco era culpa de Chávez. Luego, vi un programa de entrevistas donde tres expertos de clase alta anunciaron, sin mostrar rasgos de ironía, que ellos estaban planeando una marcha contra el "hambre y la pobreza". Increíblemente, ellos se refirieron a su hambre y a su pobreza. Unos días antes, yo había estado haciendo compras en un frecuentado supermercado de Caracas, ubicado en una zona de clase alta del la ciudad. La selección de productos alimenticios, frescos, congelados y enlatados, apilados en los anaqueles, era tan impresionante como los que se aprecian en Tesco o Wal-Mart (supermercados británicos). El único producto que no pudimos encontrar fue la leche, que está siendo acaparada e ilegalmente exportada a Colombia por productores y distribuidores en un intento por violar los controles de precios establecidos por el Gobierno sobre productos alimenticios básicos. Y a pesar de la esporádica escasez, los venezolanos de todas las clases sociales consumen más alimento que nunca antes. En los barrios, los supermercados nacionales Mercal venden alimentos a la mitad del precio del mercado.
En otra ocasión, me paré para comprar un café negro en uno de los kioscos multiusos que están ubicados alrededor de Caracas. La selección habitual de periódicos en contra del gobierno estaban expuestos: El Nacional, El Mundo, El Universal, el Nuevo País, así como uno o dos más moderados. La mayor parte de ellos con una historia anti-Chávez, pero el titular que más atrajo mi atención fue el de Tal Cual, un periódico supuestamente liberal: “¿Otra dictadura? ¡Nunca!". El año pasado uno de sus titulares en la primera página fue "Heil Hugo". En la parte inferior se encontraba un fotomontaje de Chávez con un bigote de Hitler. A pesar de estas provocaciones, ni Tal Cual ni ninguno de los rotativos derechistas más extremos ha estado sujeto alguna vez a alguna censura por parte del gobierno de Chávez. Las encuestas muestran que el porcentaje de venezolanos que están "satisfechos por sus trabajos democráticos", se ha elevado del 35 % al 59 % durante la presidencia Chávez. El promedio latinoamericano es del 37 %. En diciembre, Chávez sufrió su primer fracaso electoral. Los cambios constitucionales que habrían consagrado la democracia participativa y eliminado el límite de períodos de un presidente, fueron rechazados por los más estrechos márgenes en un referéndum de escala nacional. Mientras que el voto de la oposición permaneció sin alteración en cuatro millones y medio, más de una tercera parte de partidarios del gobierno optó por quedarse en casa. Se han expuesto múltiples razones para explicar esta abstención masiva: la escasez de leche; los altos índices de delincuencia y corrupción; la complejidad de las propuestas; la ineficiencia burocrática; una pobre campaña y complacencia. Indudablemente, la propaganda de los medios privados también jugó su parte para confundir a los partidarios de la revolución y reforzar el apoyo a la oposición. Un hombre con quien hablé me dijo que su suegra, una fiel votante chavista, se había abstenido, temiendo que si las enmiendas eran aprobadas, el Gobierno se apropiaría de su apartamento. Rrevisé los archivos del voto para el área de la clase media donde yo me estaba alojando y aproximadamente el 87 % de mis vecinos había votado contra la propuesta. Sin embargo, sería absurdo si la oposición proyectara demasiada comodidad ante su victoria en el referéndum. Chávez sigue siendo popular de manera aplastante y el Gobierno es capaz de reenfocar sus esfuerzos sobre la base de que aquellas personas que se abstuvieron saldrán a votar en futuras elecciones. Lo que realmente se esconde detrás de la estridente histeria anti-Chávez (la mayor parte de ella financiada por el gobierno estadounidense) no es una economía decadente o una represión estatal, sino la exclusión de la antigua clase dominante y sus aliados en Washington de grupos de poder estatal. Mientras Venezuela mantiene muchos de los rasgos de la época pre revolucionaria, incluyendo burocracia y corrupción, algunas encuestas independientes demuestran que los ingresos de la clase obrera y mayoría pobre se han elevado en un asombroso 130 % en términos reales. Pero los cambios en la vida de la gente implican más que sólo mejoras en el nivel de vida material. Durante una visita que hice a la ciudad de Naiguatá en la costa del Caribe, me encontré con una de las 2.000 nuevas clínicas que proporcionan asistencia médica de alta calidad a la los pobres de Venezuela. Conversé con Antonio Brito, un doctor venezolano de 25 años que se había graduado recientemente de la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba. El doctor Brito me dijo que la tercera parte de los 94 estudiantes en su clase, venían de comunidades indígenas. Aquellos que se graduaron con él, sirven ahora en sus comunidades indígenas. Pregunté a Brito cuánto costaría el tratamiento a un extranjero como yo. "Aquí, el tratamiento médico es completamente gratis," contestó. "El único requisito es que usted sea un ser humano." En el barrio 23 de Enero de Caracas conocí más ejemplos de la transformación que vive Venezuela. En una parte del barrio, noté tuberías de gas recién instalados que sobresalían por los lados de cada casa. Los habitantes también están conectados con el mundo exterior. En el sector la Cañada, visité un infocentro que proporciona formación gratuita en el área de computación y el acceso a Internet banda ancha ilimitado en 74 terminales. Uno de los facilitadores explicó que el infocentro es el resultado de un trabajo mancomunado entre el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la comunidad local. El Ministerio proporcionó los materiales de construcción, el apoyo logístico y las computadoras, y la comunidad construyó el centro y eligió el personal. Quinientos infocentros similares se han abierto en los barrios Por supuesto, la revolución socialista de Venezuela no ocurre en un vacío geopolítico. La reaparición de la multipolaridad, específicamente el resurgimiento de China y de Rusia, ha creado posibilidades económicas y políticas para países del tercer mundo que antes habrían sido impensables. Varios países latinoamericanos, entre ellos Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han decididamente rechazado la ortodoxia neo-liberal y la hegemonía estadounidense, y están cooperando a través del ALBA, otros comercios mutuos e inversiones. En Sudáfrica, la victoria absoluta de la izquierda en las elecciones a la ANC (Congreso Nacional Africano), fue en parte inspirada por los cambios que ocurren en América Latina. Un lema popular pintado en paredes en América Latina refleja “Un Mundo Mejor es Necesario”. Por primera vez en una generación, un mundo mejor también es posible.
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/ The Guardian / 17 de febrero de 2008 |