Desde la primera elección del presidente Chávez se cumplieron cinco años el pasado 6 de diciembre. No me queda ninguna duda en calificar como exitoso ese primer lustro de gobierno y no lo hago por fanatismos, ni por razones propagandísticas, ni por pertenecer al tren de funcionarios que han acompañado al Presidente en todo este período. La afirmación nace luego de analizar, sin visceralidades afectivas, todo lo ocurrido en el país desde diciembre de 1998, momento de la elección presidencial, y el hecho objetivo de seguir hoy siendo Presidente de la República y de contar con un importante respaldo de electores, que la oposición política calcula en un 35%, pero otros lo calculan en más del 50%. Cualquiera de las cifras supera ampliamente el respaldo tenido por todos los Presidente de Venezuela pasados después de su primer año de gobierno.
Y supera también el de cualquiera de los presidentes latinoamericanos habidos, dejando fuera a Allende quien, luego de su primer año de gobierno, subió su popularidad de 33 % a 51 %, lo cual, sin embargo, no impidió la confabulación internacional y nacional que llevó a su caída y asesinato. Excluyo también a Fidel Castro por tratarse de un proceso muy distinto del nuestro. En todo caso, Chávez tiene una alta popularidad luego de haber gobernado en condiciones muy difíciles: haber soportado un golpe de Estado y un secuestro de su persona, una paralización de la economía consecuencia de lo anterior, un paro nacional empresarial de más de dos meses, la paralización y el sabotaje de la industria petrolera nacional con la producción de un déficit fiscal de unos 10 mil millones de dólares, una campaña calumniosa de la prensa nacional y sus amos internacionales, un sabotaje sistemático interno y la manifiesta enemistad del gobierno interventor y corrupto estadounidense.
Si lo señalado no significa éxito, entonces que alguien le ponga otro calificativo a esa situación. Pero allí no se queda la cosa. En estos cinco años, Chávez modificó la Constitución e incrementó su contenido democrático, participativo, soberano y de justicia social. Ha hecho del pueblo el centro del acontecer político y social venezolano; ha inculcado los valores patrios en todos los venezolanos, incluyendo a los de la oposición, quienes hoy enarbolan la Bandera Nacional en forma orgullosa, tienen a mano la Constitución de la República y cantan todas las estrofas de nuestro Himno Nacional. Además, ha enseñado a la gente a ejercer sus derechos democráticos. No voy a hablar del segundo puente sobre el Orinoco, ni de las 4 líneas de metro que se construyen simultáneamente, ni del ferrocarril nacional, ni de “barrio adentro”, ni de la creación de los ministerios de Educación Superior y de Ciencia y Tecnología, ni de las 4 nuevas universidades, ni de los 4 institutos de tecnología creados, ni de la política internacional soberana, ni del mantenimiento de precios petroleros altos, ni de las tierras rurales y urbanas entregadas en propiedad a sus poseedores, ni de los logros deportivos nacionales e internacionales. Mejor no sigo. Indudablemente, cinco años de éxito total.
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