¿Por qué el Neoliberalismo es salvaje?

Hay expresiones que se ponen de moda y que una buena parte de la gente repite sin profundizar en su verdadero significado. Tantas veces se ha dicho la frase “neoliberalismo salvaje”, que es posible que haya perdido, en el medio de su popularidad, su sentido verdaderamente profundo.

El neoliberalismo es salvaje, sencillamente porque sus leyes son salvajes. Para analizar esto que parece un simplismo, es indispensable recordar cómo surge esta doctrina económica que hoy oprime a una buena parte de la humanidad.

DE SMITH A REAGAN

El neoliberalismo es el nieto, genéticamente modificado, de las ideas liberales surgidas a raíz del capitalismo aparecido tras la revolución industrial. Estas ideas fueron sintetizadas particularmente por Adan Smith en su libro “Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, aunque en su desarrollo también intervinieron pensadores de la talla de Locke, Montesquieu, Hume y John Stuart Mill, entre otros.

El capitalismo vivía momentos de gloria, alzándose sobre los hombros de hombres, mujeres y niños explotados, hasta la aparición de las luchas sociales de principios del siglo XX, la Primera Guerra Mundial y el crack económico de 1929. Entonces, el Estado pasó a tener una mayor ingerencia y control social, hasta que, en la década de los ochenta, los gobiernos de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña, y Ronald Reagan en Estados Unidos, principalmente, retomaron las viejas ideas liberales, acompañadas de una alta dosis de publicidad y el asesoramiento de los tecnócratas de moda, que rebautizaron las ideas del siglo XVIII con el nombre de neoliberalismo, vendiéndolas al mundo con cualidades de panacea.

El neoliberalismo considera a la economía como un sistema que se autorregula basado en las leyes de la oferta, la demanda y la competencia, y frente al cual el Estado sólo debería intervenir en situaciones excepcionales. Parte de una concepción eminentemente comercial de la economía, en donde la persona es una pieza más del sistema. El ser humano hará funcionar la maquinaria económica en la medida en que sus necesidades lo obliguen a consumir y sus instintos egoístas lo hagan desear más riquezas para, de esta forma, consumir todavía más.

PARTIENDO DE UNA BASE INMORAL

Evidentemente, si la concepción del ser humano de la que se parte para hacer la propuesta económica es aquella que considera al ser humano como un ser esencialmente inmoral, puesto que sólo actúa en base a sus intereses particulares sin importarle la suerte de quienes le rodean, no se puede esperar más que la doctrina a desarrollar también produzca, en su aplicación, resultados inmorales. En este sentido, dentro del pensamiento neoliberal, ética y economía andan por caminos separados.

La necesidad hace al hombre dependiente, en consecuencia, dejar la economía a las leyes del libre mercado lo que está planteando, en el fondo, es que aquellos que tengan mayores necesidades, es decir los pobres y los excluidos, estén condenados a ser más dependientes y, en consecuencia, sujetos a ser explotados e incluso, oprimidos. Estos esquemas responden al mismo principio de la ley darwiniana de la “sobrevivencia del más apto”, con el pequeño detalle de que aquí no estamos hablando de animales, sino de personas. De allí el calificativo de “salvaje”.

UNA LIBERTAD QUE SÓLO EXISTE PARA LOS QUE TIENEN

El libre comercio es una posibilidad de la que sólo pueden gozar aquellos que tienen con qué. Quien tiene dinero para comprar un bien puede escoger a quién se lo compra. Quien tiene dinero para pagar a un trabajador, puede escoger a quién contrata. Pero quien tiene la necesidad de trabajar para ganar lo mínimo indispensable para sobrevivir, no se puede dar el lujo de escoger, tiene que aceptar cualquier trabajo. Tampoco puede escoger lo que comerá, porque sólo podrá pagar hasta donde le alcance.

Una persona sólo será más productiva en la medida en que mejore su salud y su educación. Ahora bien, si la manera de acceder a estos servicios es pagando por ellos, ¿cómo podrá una persona que haya nacido en un hogar pobre mejorar su nivel de vida? De allí que es “salvaje” pretender que sólo aquellos que pueden pagar reciban salud, educación y otros bienes indispensables, porque simplemente esto violenta la dignidad humana.

EL PAPA Y LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

En este sentido, son magistrales las consideraciones que hace Juan Pablo II en sus encíclicas Laborem exercens y Centesimus annus, en donde también califica al capitalismo de “salvaje”, mucho antes de que el concepto se pusiera de moda en nuestro país.

El Papa plantea la dignidad del trabajo humano, el cual no puede ser visto simplemente como una mercancía a ser vendida o pagada, o como una manera de mejorar la productividad y de reducir costos, sino que tiene que ver directamente con el desarrollo pleno del ser humano y con su esencia. El ser humano trabaja porque es persona y no porque forma parte de un sistema económico en el cual él sólo es una pieza más. De igual manera, el trabajo es una forma de crecimiento personal, pero también social, porque engrandece a los pueblos y a la familia.

GLOBALIZANDO LAS INJUSTICIAS

Ahora bien, cuando abandonamos el plano particular y vemos al mundo en su conjunto, nos damos cuentas que las leyes del capital generan las mismas injusticias, pero en el plano de las naciones. Peor que esto, es ver que en los países en los que se han aplicado las fórmulas neoliberales, no sólo los resultados macroeconómicos no han sido, a la larga, los esperados, sino que además, en el plano social, estas recetas lo que han logrado es profundizar mucho más las inmensas brechas que existen entre ricos y pobres. De allí que, la fortuna de sólo una de las personas más ricas del mundo sea superior al PIB de varias de las naciones más pobres, por sólo mencionar uno de los ejemplos más clásicos y dramáticos.

Pero, además de todo, está el problema de la apropiación indebida de los bienes colectivos, como es el caso de la tierra y del ambiente. Dentro de este esquema económico, la tierra deja de ser el sitio en donde se nace y se vive y del cual se extraen los alimentos, para convertirse en un elemento más de la cadena de producción, lo que generalmente trae como consecuencia el monocultivo y por ende la escasez de alimentos, los cuales tienen que ser traídos de otros lugares. Con el medio ambiente sucede peor, puesto que la falta de intervención de un Estado que controle los daños que se le pueden causar a la naturaleza durante el proceso de producción, hace que comunidades enteras hayan visto enfermar a sus hijos luego de la instalación de una fábrica.

La propuesta del neoliberalismo es sencillamente un “sálvese quien pueda”. Obviamente, en una situación así, cualquiera se vuelve un “salvaje”.

mphelnacional@yahoo.com


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Mary Pili Hernández

Ex-ministra de la Juventud, ex-viceministra de Relaciones Exteriores para América del Norte, y ex-concejal por el Municipio Libertador. Cristiana, Periodista, Socialista, Bolivariana, Antiimperialista y Chavista.

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