Es completamente denigrante ser militante comunista o llamarse comunista tomando solo por defensa la concepción de su esencia escudándose tras las filas del acumulado histórico que consumo la lucha revolucionaria del movimiento bolchevique dirigido por V. I Lenin hace ya casi un siglo y en el hecho de la completa vigencia que cobra hoy mas que nunca la doctrina del marxismo-leninismo.
Pues hablo con derecho de causa, aunque para muchos no le importe en el peor de sus indecorosas repugnancias, que fui militante y dirigente de la jcv y del pcv a quien le entregue parte importante de mis mejores años de juventud al legado del glorioso partido de grandes camaradas de incalculable valor heroico y revolucionario como lo fueron: Juan Bautista Fuenmayor, José Mayobre, Tortosa, Ernesto Silva Telleria, Salvador de la Plaza. Eduardo Gallegos Mancera, Gustavo Machado, Miguel Otero Silva, Jorge Saldivia Gil, Kotepa Delgado, Key Sánchez, Rodolfo Quintero, Ricardo Martínez, Alberto Lobera entre muchos otros centenares de camaradas que enarbolaron al máximo de sus esfuerzos hasta con sus propias vidas el propósito y los objetivos que manifiesta el contenido de su programa cual determina la existencia de ser del partido.
El partido no puede ser ejercicio de una función errada, no puede cometer la torpeza de funcionar como un gran medio de información masivo asolapado por el merito de su historia que perteneció a su debido momento histórico, ahora queriendo ejecutar su programa desde la superestructura del Estado, perdiendo valor de reconocimiento ante las grandes mayorías del pueblo a quienes se debe abocar y acompañar en su estricto carácter de clase explotada-trabajadora, díganme camaradas en donde esta el pcv, esta convertido en un partido que no cumple con sus funciones estrictamente políticas, sino meramente técnicas, de propaganda, de policía de su militancia, en su influencia moral y cultural.
Haciéndose ciego de la realidad concreta que vivimos en el curso del desarrollo de la sociedad cual ubica este preciso momento histórico que inscribe la vida política de nuestra nación. Revistiendo en sus políticas formas culturales que devienen en lo irresoluble. Actuando tradicionalmente como el partido que tiene su carácter esencialmente “educativo”, moralista, de cultura, demostrando en ese factor en particular concebirse como libertario, ya que vive la margen de los otros partidos y del movimiento popular revolucionario para educarlos. Ese liberalismo no es lo realmente condenable puesto que esa condición le es inherente a cualquier determinado partido orgánico.
En lo que si podemos hallar abstracción como tal de la acción política inmediata, esta en que todavía un “partido de cuadros” se constituya desde un solo punto de vista bajo la orden y comando de una elite que opera indirectamente hacia las masas, observándose contradicciones y miserias en el seno de su quehacer, cual solo lleva predicas morales, con estímulos sentimentales que no sirven de nada sino existe atención directa en los procesos de acumulación de fuerzas del pueblo en su conjunto desde as comunidades hasta los sindicatos.
Otro factor importante a tomar en cuenta es la negación a la crítica y a la autocrítica que ejerce la valoración dialéctica sobre la realidad, cual se ha hecho latente en el debate interno mas allá de las decidas en los espacios establecidos de decisión nacional (congreso, asamblea) por la militancia que forma parte de las masas que son expresión de la parte mas avanzada de la sociedad, son insuficientes de acuerdo a la dinámica de la realidad cambiante en curso que tiene de por hecho liquidar al sentimiento de apego casi familiar que se aferra a sus raíces orgánicas.
Muy bien para la hostilidad de muchos camaradas podemos decir ciertamente que un partido jamás esta acabado, en el sentido que todo desarrollo crea y encomienda nuevas tareas, pero sin dejar de tener en cuenta que su existencia deviene en el transcurso de los acontecimientos históricos, el que va plantear impostergablemente la realidad y no sentimientos, ni mucho menos leyendas o el sectarismo místico.
Así desde luego que cada partido no es más que una nomenclatura, que unas siglas que agrupan los intereses de una clase, siendo evidente que en su deber ser el partido tiene que proponerse la eliminación de la división de clases. Resaltando que el momento histórico que vive este proceso de transición revolucionario en el llamado que exige la necesidad de sumar las voluntades políticas de las fuerzas revolucionarias cuales permita la cohesión de los revolucionarios en esta fase del proceso bolivariano que nos lleven a dar pasos mucho mas acabados para el alcance del objetivo del socialismo y el máximo estadio superior del fin de la sociedad sin clases.
Y por ultimo reflexionar frente al espejo del análisis de las situaciones, el como se encuentran las correlaciones de fuerza, entendiendo el conjunto de factores externos e internos, políticos y sociales que nos señala los intereses que subsisten sobre la realidad en las que giran las perspectivas del desarrollo de la sociedad ha alcanzar a su paso contra los elementos retrógrados que sujeta el viejo modelo parasito, putrefacto inherente a la burguesía y a la sociedad capitalista al que se logre detonar el dispositivo emprendedor de las políticas prestas de la organización, la movilización, activismo de los intereses puestos en común del pueblo apuntado al resultado del poder popular, la ofensiva ideológica, transformación de la superestructura del Estado para la toma del poder y la edificación del socialismo.
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