Miradas desde el poder popular socialista

La crisis capitalista y la revolución bolivariana

Los titulares de prensa nos anuncian diariamente el vaivén propio de una montaña rusa que sacude a las bolsas de valores. Wall Street, el cac 40, Londres y el FTSE se han ido incorporando al lenguaje cotidiano de nuestros paisanos. Las distancias geográficas que nos separan de Berlín, Seúl o Moscú, se minimizan gracias a una globalización mediática que actúa a una velocidad impresionante y que nos habla insistentemente de “activos tóxicos”, derivados, de la caída del Dow Jones, de quiebras descomunales de entidades bancarias, de la pérdida de legitimidad de las calificadoras de riesgo y un sinnúmero de conceptos y temáticas antes circunscritos al limitado y exclusivo espacio de eruditos e intelectuales.

Se encuentra el capitalismo en una crisis terminal? O es uno de esos ciclos “naturales”, descritos por Kondratiev hace ya muchísimos años? Cómo se come eso de la crisis? Cómo nos afecta? Qué oportunidades se abren o se cierran para el movimiento anticapitalista mundial?

A fines de los años sesenta y comienzos de los setenta del siglo XX, el movimiento anticapitalista se frotaba las manos anunciando el definitivo colapso y derrumbe capitalista. La guerra de Vietnam, la crisis del petróleo, Paris del 68, la sustitución del oro como respaldo del dólar por papeles o bonos de la reserva federal, junto a la crisis que generaba ya entonces la sobre-producción capitalista, hacían que entre café y café nuestros buenos intelectuales se dedicaran a planificar los detalles del socialismo victorioso que habría de campear a lo largo y ancho del planeta. Combatientes populares, movimientos sociales organizados gestaban acciones heroicas en selvas y ciudades de nuestro continente, confiados en la inevitabilidad del pronto triunfo revolucionario, enmarcados en un determinismo histórico hegemónico en las filas de los incansables cazadores de utopías.

Las cosas no se dieron así. Cayó el ex bloque socialista sin disparar un tiro, y peor aún, sin resistencia popular alguna. El viejo y cansado capitalismo se dio un respiro largo, refundándose al calor del neoliberalismo a comienzos de los años ochenta del mismo siglo XX. Superó su crisis, se fortaleció bajo un concepto cada vez más excluyente, opresivo y depredador, hasta esta nueva situación, que se nos presenta como una crisis que arranca desde lo hipotecario, pasando por la crisis crediticia, todo enmarcado en el ámbito financiero, para ya reconocerse su ampliación a la economía productiva, la economía real.

Vivimos como bien dice nuestro Comandante-Presidente, la crisis perfecta. Crisis estructural del capitalismo, crisis energética, crisis del eco-sistema, crisis humanitaria: hambre, migración, enfermedades, crisis de valores, crisis del pensamiento, de ideas.

Pero la pregunta que nos hacemos es la siguiente: basta con diagnosticar los males que afectan al capitalismo, sus enormes debilidades para esperar pacientemente a orilla del camino ver su paso fúnebre? Es correcto política y éticamente seguir apelando a que nuestros buenos intelectuales (principalmente europeos) en pomposos eventos o desde sus centros de estudio nos indiquen las rutas a seguir desde sus mollejúos análisis teóricos?

Seguramente el capitalismo podrá superar la profunda crisis actual, aunque ciertos rasgos estructurales mantendrán su fragilidad. Habrá mayor concentración y centralización del capital. Seguirá prevaleciendo la lógica de la acumulación y reproducción ampliada del capital, de la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación de la plusvalía por parte del patrón. El estado recuperará cierta función “reguladora”.

Parece ser que Adam Smith está con un pie en el sepulcro, acompañando a Milton Friedman y sus Chicago boy´s, allá en la misma fosa donde reposa Francis Fukuyama, su “fin de la historia” y “la muerte de las ideologías”. Quizás con tanto avance genético logren revivir a Keynes, remozándolo, otorgándole un “carácter más humano” al capitalismo moderno, añorando el viejo Estado benefactor. Viejas fórmulas, para nuevas realidades. Seguramente el reformismo vuelva por sus fueros, proponiendo puentes de plata con la vieja dominación. Lo cierto es que la lucha de clases sigue y seguirá siendo el motor de la historia, y que la vieja ecuación capital/trabajo no terminará de resolverse hasta que la humanidad (socialismo) derrote definitivamente a la barbarie (capitalismo).

El capitalismo, estamos convencidos, no caerá de por si o por la fatalidad de su destino histórico. Caerá cuando los Movimientos populares anticapitalistas hayan acumulado y construido las fuerzas suficientes para enterrarlo. Fuerzas políticas, ideológicas, sociales, económicas y materiales.

Y esta crisis, encuentra a los anticapitalistas, en un estado aún frágil y en un proceso de construcción incipiente.

Sin embargo, no se eligen los tiempos de la confrontación. Podemos y debemos planificar las batallas por venir, dónde y cómo combatir, por ello es necesario avanzar consolidando en esta coyuntura histórica. Sumar fuerzas, extender las alianzas sociales y nacionales, desnudando las cualidades criminales del capitalismo. Es un tiempo de construcción de legitimidad de nuestro proyecto histórico y de su materialización continental. El capitalismo lleva en su vientre la esencia depredadora del medio ambiente, ha radicalizado su naturaleza explotadora del trabajo, sus rasgos inhumanos que condenan a millones al hambre, a las enfermedades, a la muerte, su carácter fanático y suicida, su vocación guerreristas y genocida. Debemos denunciar la arquitectura financiera que hace al neoliberalismo capitalista y sus andamios. El sistema que nos ha mantenido esclavos mediante sofisticadas cadenas y garrotes. Al FMI, al Banco Mundial, al GATT, a sus expresiones regionales, llámense Corporación Andina de Fomento (CAN), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero también a sus soportes y representaciones políticas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), en fin todos los vericuetos leguleyos e institucionales del norte opresor. Son éstos, momentos para explotar el éxito, deslegitimando las columnas constituidas de la dominación capitalista y afianzando las potencialidades del mundo multipolar y la democratización necesaria de los organismos internacionales y regionales.

En esta dirección, es vital para nosotros, los anticapitalistas, liberar los más amplios territorios geográficos, sociales y espirituales. Es imprescindible alcanzar nuevas colinas en la lucha de ideas, desalojando los vicios y antivalores de ese carcomido capitalismo; extendiendo las zonas de influencia del socialismo, como utopía y realización efectiva del humanismo, de la solidaridad, de la fraternidad y el amor, de la igualdad, el respeto y defensa de la diversidad, de las estéticas florecientes, de las artes y las culturas, de protección y resguardo de la naturaleza y medio ambiente, de lo multicultural y lo plurinacional, de la producción social armoniosa con la vida, de la cultura socialista del trabajo, de la defensa popular integral y todo ello sólo puede concretarse en una nueva institucionalidad: el Poder Popular Socialista, cuya base constituyente se encuentra hoy en día en los Consejos Comunales, las Comunas y las Ciudades Comunales.

Se resume allí, en las Ciudades Comunales, el proyecto histórico-estrategia revolucionaria, movimiento popular y organización revolucionaria que comienzan su proceso de fusión natural. La gran partera de la historia anuncia a esta nueva criatura, la piedra angular del proyecto histórico socialista venezolano.

Venezuela bolivariana, en su espacio natural e inseparable América latina y el Caribe, vive tiempos de gracia. Uno de los efectos inmediatos de la crisis capitalista será que los Estados Unidos, el Imperio, dejarán en el abandono a sus serviles lacayos regionales. La Colombia de Álvaro Uribe Vélez, el Perú de Alan García, el Chile de la concertación han quedado huérfanos de discurso y de ideología (también de apoyo financiero y militar). Los sabios Pueblos van allí pegaditos recogiendo la siembra, el aprendizaje, así se plasman las luchas de los Pueblos originarios en el Cauca y el Valle del Cauca, las huelgas y movilizaciones crecientes de trabajadores colombianos, situación que se repite animadamente en Puno, Lima, en el Perú, en el Pueblo-Nación Mapuche, y los jóvenes antagonistas en el Chile de Bachelet.

La corriente bolivariana tiene la palabra. Debe proyectarse como Bloque Regional de Poder, sobretodo cuando ha derrotado fuertes iniciativas contrarrevolucionarias, las más importantes, en Bolivia. Será la fusión de los destacados avances formales de los gobiernos revolucionarios, de izquierda y progresistas (ALBA, Banco del Sur, Unasur, Petroamérica, Petrocaribe, etc.), con el hasta ahora ausente rol protagónico de los movimientos populares y sociales, quien le dará vigor y dinamismo al cambio de época que se nos viene como lluvia fresca, después de una larga jornada de sequía que nos envolvió a los buenos y buenas.


hernandez_juana69@yahoo.es


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