Por otro lado, no son pocos los cristianos que participan en los servicios religiosos de Navidad por costumbre o tradición, no motivados a reflexionar en los rostros de Cristo en los pobres de hoy como los millones de niños víctimas del SIDA, desamparados, deambulantes, huérfanos, discapacitados, hambrientos, enfermos, pobres y marginados. Mujeres embarazadas huyendo de las guerras, deportadas por ser inmigrantes, abusadas o explotadas o sufriendo por sus hijos que tal vez estén en las drogas, presos o alcohólicos por ejemplo. Estas realidades generalmente no son presentadas oficialmente en los servicios religiosos navideños, por ser consideradas erróneamente poco espirituales. Ni mucho menos se denuncia la dictadura del consumismo culpable en gran parte de muchos de nuestros males psicológicos y socio-económicos.
La predicación y valores de la dictadura del consumismo son: vales cuanto tienes, las cosas valen mas que las personas, las apariencias son las que mandan, la alegría reside en consumir a cualquier precio, gastar y gastar, decorar y hacer fiestas abundantes, tienes que regalar a todo el mundo; aunque meses después estemos con las deudas hasta el cuello. Se nos destruye lo humano-divino que todos poseemos. Se nos coisifica. El mercado es la salvación. El materialismo vulgar, las fiestas y decoraciones jamás podrán llenarnos nuestro interior, hacernos mejores seres humanos y mucho menos hacernos felices. Desde una perspectiva cristiana, sólo los grandes valores que Jesús de Nazaret que vivió y predicó desde su nacimiento de desprendimiento, paz, solidaridad, empatía, sinceridad, respeto, justicia y amor, son los que nos otorgan fundamento, sentido, dirección y felicidad verdadera a nuestras vidas como personas y al mundo. No los valores de la dictadura del consumismo al que se nos acostumbrado y practicamos todos conciente o inconcientemente.