Moral, valores y prácticas revolucionarias

En el siglo XXI que se inicia las condiciones que predominan en la realidad del mundo son el hambre, la desnutrición y la pobreza. Esas condiciones son la resultante de un sistema económico, el capitalismo, que no sólo establece la relación del hombre con los medios de producción, sino va mucho más allá, impone una cosmovisión que orienta la forma de ver y encauzar la vida del ser humano en sociedad.

Los propulsores del capitalismo y quienes se benefician de su aplicación aprovechan e incentivan la propensión del hombre al egoísmo -en lugar de hacerlo con elementos positivos, como la cooperación y la solidaridad- para implantar valores alienantes en las personas. Ese cuerpo de ideas o cosmovisión que justifica el individualismo, la explotación, la opresión, la desigualdad, la exclusión, es lo que se denomina moral burguesa. Esta forma de vida ha sido presentada como la única posible para organizar la existencia en sociedad y por ende también su moral, como conjunto de valores que orientan la relación entre los seres que la conforman.

Sin embargo, la constatación de la cruda realidad que hoy vive la humanidad, demuestra el agotamiento de las fórmulas del sistema aplicado y la urgente necesidad de cambio. Así lo avizoró hace más de cincuenta años el extraordinario científico Albert Einstein cuando acerca de esa necesidad de cambio escribió lo siguiente:
“El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.” (Artículo ¿Por qué el socialismo?, Tribuna Popular, N° 102, Suplemento Especial, febrero-marzo 2004)

En esa utopía posible de hacer de la sociedad humana una sociedad donde exista la justicia social, que permita a la humanidad vivir dignamente y en paz se inscribe el ejemplo de Bolívar, Miranda, el Che y tantos otros que han abandonado familia, fortuna personal y carrera profesional para unirse a la lucha por cambiar lo existente.

Esta visión que tuvieron estos hombres en su lucha por cambiar el futuro del mundo, integra una cosmovisión del ser humano y la sociedad, y es diametralmente opuesta a la cosmovisión capitalista. Esta moral revolucionaria es una fuerza que nace de la conciencia individual y su interrelación con lo social. Esta fuerza no es un fin en sí mismo sino un medio que empuja a la liberación de la opresión.

Pero esta fuerza o moral revolucionaria que nace es preciso mantenerla, ello se logra en la práctica diaria, en cada acción, y no sólo en el discurso. La práctica de la moral revolucionaria es capaz de trascender la muerte y generar la creación de la fuerza transformadora del hombre y la sociedad.

Con esta moral revolucionaria se lucha contra la pobreza, la desigualdad, la exclusión y también contra la alineación, porque para participar en ella es preciso, como requisito indispensable, vencer el individualismo primero.

Principios y valores para conformar la Conciencia Social.

La trasformación de la sociedad no es posible sin la transformación de los individuos:
No hay Revolución sin Revolucionarios(as)... y no hay Revolucionarios(as) si su conducta no está guiada por valores revolucionarios.

Una conducta revolucionaria, además de reconocer los Derechos Humanos, reconoce que deben compartirse también RESPONSABILIDADES HUMANAS.

Todo revolucionario debe asumir como deber su responsabilidad social de crear, preservar y mejorar la vida del otro(a), de la humanidad y del planeta.

Desde hace algunos años revolucionarias y revolucionarios del mundo comprometidos con un cambio de las injustas condiciones de vida actuales, promueven un nuevo pacto social, una Carta de las Responsabilidades Humanas (http://www.alliance21.org), propuesta en la cual la responsabilidad es definida en tres dimensiones:

1) asumir las consecuencias directas e indirectas de nuestros actos;
2) unirse para salir de la impotencia; y
3) reconocer que nuestra responsabilidad es proporcional al saber y poder que cada uno(a) tenga.

De acuerdo a este compromiso, a los y las revolucionarios(as), en la medida que reconocen los efectos de sus actos para las presentes y futuras generaciones, su sentido de responsabilidad les exige actuar con humildad, precaución y autocrítica. Todo(a) Revolucionario(a) que tenga poder debe someterse al control de aquellos(as) en nombre de quiénes lo ejerce, por lo cual, su gestión debe ser transparente. De igual forma, las acciones, conocimientos teóricos y competencias técnicas, para que tengan un sentido revolucionario, deben ser compartidos con solidaridad y puestos en función de la justicia social y del bien común de la humanidad.

Asumiendo responsabilidades...

El 4 de febrero de 1992:

El 4 de febrero de 1992 un grupo de militares en ejercicio se rebeló contra un gobierno ilegítimo, que había masacrado a cientos/as de ciudadanos/as durante las jornadas de protesta antineoliberal de los días 27 y 28 de febrero de 1989 y sumió al país en una oleada represiva para sustentar la aplicación del tristemente célebre Paquete de Ajuste Estructural del Fondo Monetario Internacional (FMI), contrario a los intereses colectivos y nacionales.

Tras el fracaso militar de la rebelión, el actual Presidente Hugo Chávez asumió la responsabilidad de los hechos ante las cámaras de televisión, al decir: “asumo la responsabilidad”, marcando un hito en un país no acostumbrado a tales actitudes.

Hugo Chávez y sus compañeros involucrados en la rebelión fueron juzgados y condenados a prisión. Durante el cumplimiento de la sentencia y producto de la presión popular, el hoy Primer Mandatario fue absuelto tras 2 años de presidio por el ex presidente Rafael Caldera y emprendió una nueva fase del Proceso Revolucionario junto al pueblo, en condiciones de clandestinidad, debido a la intolerancia y la represión reinantes durante la VI república.

El pueblo respaldó la renovación ética y moral de la Patria al favorecer la opción bolivariana con cerca del 57% de los votos emitidos en las elecciones presidenciales de diciembre de 1998 y Hugo Chávez asumió la Presidencia de la República el 2 de febrero del siguiente año.

Está demostrado que el pueblo valora altamente el ejercicio de responsabilidad y da su respaldo a quienes así proceden.

La renuncia de Jesse Chacón:

Otro ejemplo es la reciente renuncia interpuesta por el ministro de Comunicación e Información (MinCI) del Gobierno Revolucionario, Jesse Chacón Escamillo, constituye un acto ejemplar de la ética revolucionaria bolivariana en el seno del Alto Gobierno y del Proceso Bolivariano, el cual exige el ejercicio de la Responsabilidad Social de cada ciudadano/a y de las instituciones públicas y privadas ante sus actos.

La mencionada renuncia obedeció al manejo incompleto de la información sobre el caso de los ocho efectivos militares lesionados por la ocurrencia el 30 de marzo pasado de un accidente (incendio) en instalaciones del Fuerte Mara de Maracaibo. El Presidente Hugo Chávez será quien tome la decisión de aceptar o no la renuncia. Durante la realización del programa "Aló Presidente" de fecha 4 de abril del corriente, el Presidente de la República, al referirse a las condiciones de salud de los soldados heridos, emitió opiniones, basándose en la información disponible que sobre el caso se le había suministrado.

Al respecto, el titular del MinCI declaró: “... asumiendo que el origen de esta falla de información es de la absoluta y única responsabilidad del Ministerio bajo mi dirección, he tomado la decisión de poner a disposición del Señor Presidente de la República mi cargo como Ministerio de Comunicación e Información a partir de este momento, reiterando mi condición de servidor público, comprometido con el proceso que hoy enrumba a nuestra Patria por el camino de la dignificación del Pueblo Soberano”.Asimismo, el ciudadano ministro se disculpó con los soldados heridos y sus familiares.

La Asamblea Nacional ha designado una Comisión Especial de Defensa para investigar el caso que nos ocupa y anuncia resultados en los próximos días; sin embargo, una vez más, jugando con el dolor de los heridos y sus familiares, los medios comerciales de difusión dan un deplorable tratamiento informativo del accidente, pretendiendo convertirlo en objeto de manipulación política al presentarlo como una supuesta “represalia por la presunta participación de los efectivos militares en el proceso de recolección de firmas” para solicitar un eventual referendo revocatorio del mandato presidencial.

En los próximos días, los resultados de las investigaciones revelarán las verdaderas responsabilidades, y los verdaderos revolucionarios serán quienes las asuman.


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