Un friíto en el estómago. Eso sintió el país chavista al enterarse de que la cancelación del viaje del presidente Hugo Chávez a El Salvador, con motivo de la toma de posesión de su homólogo de izquierda, Mauricio Funes, obedeció a la detección de un complot contra el avión que lo llevaría a Centroamérica.
En varias ocasiones ha habido denuncias similares, todas motivo de automática burla por parte del antichavismo, pero ésta se distinguió de las anteriores por el clima de incertidumbre general que la precedió.
Este clima se generó por la sorpresiva suspensión, sábado y domingo, de dos de las cuatro emisiones del maratón de “Aló, Presidente” con el cual estaba previsto celebrar los 10 años de ese programa.
Las desapariciones mediáticas de Hugo Chávez suelen desatar oleadas de rumores y conjeturas en Venezuela, tanto en sus propias filas como en las de sus adversarios. Unos lo aman y otros lo odian, pero todos, después de 10 años de omnipresencia, se han habituado a saber permanentemente de él, casi siempre en vivo y directo. Hace cuatro años, a principios de junio de 2005, hubo inquietud generalizada por una ausencia parecida. En ese entonces, escribí un artículo titulado “Chavistas al borde de un ataque de nervios” (http://www.aporrea.org/actualidad/a14525.html).
Junto con Chávez, debía viajar a El Salvador el presidente de Bolivia, Evo Morales. Evo vendría a Caracas invitado por el venezolano a acompañarlo en la emisión televisiva del domingo para luego abordar, ambos, un avión de Cubana de Aviación con destino a Centroamérica. Cuba, que como Venezuela y Bolivia es miembro fundador del Alba, supliría así la temporal inoperancia del avión presidencial venezolano originada, según versión oficial, en desperfectos mecánicos.
De haber estallado ese avión cubano, como otro de la misma aerolínea con 73 pasajeros a bordo el 6 de octubre de 1976, tanto la revolución venezolana como la boliviana habrían quedado literalmente descabezadas. Dos pájaros de un tiro.
Los dos son Airbus
El mismo domingo en que fue abortado ese “Aló, Presidente”, un avión de la aerolínea Air France despegó del aeropuerto de Rio de Janeiro con rumbo a París y perdió contacto con la torre de control cuando aún se encontraba sobre aguas brasileñas. Sus restos fueron hallados en el océano Atlántico. Iban a bordo 228 personas. ¿La causa? Inicialmente fue ventilada una hipótesis que no se escuchaba en el planeta desde hacía casi medio siglo: un rayo. El último siniestro aéreo adjudicado a una centella ocurrió en 1962, casualmente con otro avión de Air France.
Otro dato: el avión presidencial venezolano y la nave francesa siniestrada este domingo fueron fabricados por la misma compañía: Airbus, de Francia. El de Air France era del modelo Airbus A330-200 y el que desde el año 2002 suele utilizar Hugo Chávez en sus viajes al exterior un Airbus A319CJ.
En su denuncia del complot magnicida, Chávez nada dijo en relación con esta coincidencia.
Tampoco lo asoció con otro dramático siniestro aéreo, ocurrido el 3 de mayo pasado en territorio venezolano: la caída a tierra de un helicóptero militar en la frontera con Colombia, con 18 efectivos a bordo, incluido el general del Ejército Domingo Faneite. Todos perdieron la vida. El aparato sería el quinto de fabricación rusa, perteneciente a la flota militar venezolana, que experimenta un incidente en el último año. Faneite fue uno de los integrantes del Curso de Comando y Estado Mayor Nº. XXXIV de la Escuela Superior del Ejército, que escogió como padrino de promoción a Fidel Castro.
Un funcionario militar venezolano, consultado en forma extraoficial por la Agencia Popular de Noticias, declaró respecto a la caída del helicóptero:
—Esperemos las investigaciones, pero el sabotaje electrónico es una posibilidad real, no es fantasía.
La fuente agregó:
—Todos los organismos de seguridad e inteligencia del país saben que en Colombia, cerca de nuestras fronteras, existen fuerzas combinadas estadounidense-israelíes y militares colombianos que operan equipos de interferencia y aviones espías, que responden a una estrategia del Comando Sur de EEUU.
Falso terrorista en Brasil
En su reciente visita a Brasil, el presidente Chávez escuchó a su anfitrión, Luiz Ignacio Lula Da Silva, responder preguntas de los periodistas sobre la detención en su país de un presunto miembro de Al Qaeda.
El hombre, de origen libanés, llevaba preso 20 días, desde abril, pero sólo se conoció de su detención en coincidencia con la visita de Chávez por una nota del diario Folha de Sao Paulo. El periódico dijo que sólo el Gobierno de EEUU tenía información sobre el caso, a través de agentes del FBI, y describió al personaje como cabecilla de Al Qaeda.
En rueda de prensa conjunta con el mandatario venezolano, Lula se quejó porque la situación de este investigado fue filtrada desde el exterior:
—Creo que es una falta de respeto que alguien de afuera opine sobre una persona que fue detenida en Brasil y que está siendo investigada sigilosamente.
Eso ocurrió el martes anterior a la caída del avión de Air France.
El miércoles la prensa informó que el libanés, un comerciante con residencia permanente en Brasil, fue liberado al no hallarse pruebas de que fuese un terrorista. Pasó 21 días bajo arresto.
Ojalá todo sea paranoia
La denuncia de Chávez omitió cualquier mención a estos antecedentes.
Más bien, el mandatario dijo que el plan magnicida contemplaba el lanzamiento de misiles contra el aparato de Cubana de Aviación donde él y Evo llegarían a la capital salvadoreña.
Chávez atribuyó la iniciativa al terrorista Luis Posada Carriles, autor de la voladura del vuelo 455 de de Cubana el 06/10/ 1976, y de un frustrado atentado contra Fidel Castro en Panamá, en el año 2000. En esa ocasión, Posada planeó estallar una bomba en un auditorio donde Fidel Castro hablaría ante 2000 estudiantes. Un tribunal panameño lo halló culpable, pero la presidenta Mireya Moscoso indultó a Posada el último día de su mandato.
También responsabilizó Chávez al contralmirante Carlos Molina Tamayo, quien fuera jefe de la Casa Militar del “presidente de transición”, Pedro Carmona, durante el golpe de abril de 2002; así como a Alejandro Peña Esclusa, un venezolano ultra radical de derecha, todos en combinación con los servicios de inteligencia de EEUU.
Desvinculó Chávez al presidente Barack Obama de la operación denunciada, pero aprovechó para exigirle que dé curso a la solicitud de extradición formulada por Venezuela en relación con Posada, a quien le espera aquí un juicio por el atentado de 1976.
Su antecesor, George W. Bush, hizo caso omiso a tal solicitud y más bien facilitó la libertad de Posada, a quien las autoridades de EEUU rehúyen juzgar por terrorismo. Posada trabajó para la CIA mientras el también ex presidente George Bush, padre del otro Bush, fue director de esa agencia. Documentos desclasificados de la CIA indican que ésta estaba informada del ataque de 1976, pero no hizo nada para impedirlo.
Ojalá tanto la denuncia de Chávez, como las coincidencias aquí anotadas, sólo sean producto de un exceso de suspicacia. O simple paranoia. Porque si alguien, en alguna parte, ha dado luz verde para eliminar a Hugo Chávez de la misma manera como al general panameño Omar Torrijos (ver Confesiones de un sicario económico, de John Perkins) lo que nos espera es una guerra civil, con potencial de extenderse hacia otros países de América Latina. ¿O no?
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