Las
denuncias de Diosdado Cabello y Mario Isea no son conchas de ajos.
Tienen una base real: las investigaciones de las autoridades y la
indiscreción de los conspiradores. Lo que siempre hemos dicho, no hay
dirección política en los partidos de la oposición. Son unos bates
quebrados, incapaces de elaborar una estrategia con apoyo popular. La
falta de un líder y de una estrategia permite que los grupos
aventureros tomen el control. Ahora vuelve el mismo escenario, los
aventureros logran imponer la línea del magnicidio y del golpe de mano.
El radicalismo de los violentos gana a los desesperados e irracionales.
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El apoyo principal de los dirigentes aventureros proviene de los dueños de medios de comunicación, metidos hasta el cuello en cualquier “parada”, no importa sus orígenes y consecuencias. Ellos proceden a partir de dos premisas: la idea de que son impunes y no hay poder en Venezuela que se atreva a enjuiciarlos y en todo caso ellos pueden irse al exterior a vivir un exilio con lujos y dólares. Los aventureros tienen la ventaja de arrastrar a su favor a ese tipo de pequeña burguesía del Este de Caracas de escaso cerebro y odios fanáticos.
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El fracaso de la nueva aventura está más que anunciado. No podrán escapar de un rotundo fracaso. A diferencia del 11 de abril de 2003, hoy el pueblo está alerta y organizado. Su unidad y movilización están garantizados por el vínculo del liderazgo de Chávez. Las especies que “El Nacional” explota con no disimulado regocijo sobre el llamado “chavismo disidente” no son sino especulaciones alegres para intentar forjar justificativos de su conducta. A los “genios” que rodean “El Nacional” no se les ocurre otra cosa sino versiones grotescas. Total, es el mismo proyecto: formar un gobierno bajo el mando de Fedecámaras y el grupo de dueños de la carne, privatizar todas las empresas del Estado para entregarlas a las manos de los magnates de los dólares, comenzando por PEDEVESA, la joya de la corona tan ambicionada por los grandes intereses norteamericanos.