¿Racismo o clasismo en Venezuela?


Una imagen en particular que tengo grabada en la mente es la de Nelson Bocaranda transmitiendo desde Miraflores la caída de Chávez tras el golpe de abril del 2002, celebrando su alegría porque por fin habían sacado a los monos de Miraflores.

Estos epítetos, no pueden sino venir de una mente subdesarrollada con ínfulas de superioridad. Y de hecho considero, que el mayor obstáculo que presenta Hugo Chávez como presidente de la República es su gentilicio. La oposición no se identifica con este hombre que no se parece a ellos y que quiere tener en su gabinete a homosexuales, negros, indios y hasta ex-convictos. Por Dios santo, debe ser que nos fue muy bien con los expedientes supuestamente limpios de Caldera y Piñerúa.

Pero Bocaranda no dijo nada original, para variar. Mono es una expresión que se utiliza con indiferencia por todos los venezolanos para expresar su rechazo hacia alguien que consideran en particular bajo de clase. Se sobrentiende, por supuesto, el símil racial que no puede ser menos nazi, al igual que en las expresiones come arepa, negreao, negro es negro y pare usted de contar antes de que me venga en vómito.
Las cuales se supone no deben causar ningún tipo de reacción porque quien quiera que sea objeto de ellas, debe aceptar su rol al margen de una sociedad donde él o ella son mayoría, pero de la cual son marginados sólo por no poder llegar a ser o parecer lo que el objetivo nacional persevera en alcanzar: ser blanco, hijo de europeos. Los únicos capaces de clase y distinción según los conceptos con los que nos bombardean a diario los medios de comunicación, como si Caracas fuera la Ciudad del Cabo de antaño.

Pero el venezolano no es un ser sin corazón. Siente remordimiento como todos los demás seres humanos del planeta con excepción de adecos y copeyanos. Es por esto que el clasismo sale de nuestras bocas como una verdad bíblica. Sabemos que está mal ser racistas, pero en vez de aceptarlo y luchar contra ese sentimiento vil, lo tapamos con un romanticismo absurdo e ilógico. Yo no soy racista, soy clasista.

¿Qué coño significa esto? Nunca he podido entender esta explicación. Acaso significa que a mí sí me gustan los negros e indígenas, lo que no me gustan son los pobres. ¿Odio a los pobres? Si es así, entonces sin duda alguna existe un odio hacia negros e indios, porque son estos quienes componen el grueso de la población viviendo en pobreza en el país.

Pero lo peor de que todo esto esté pasando es el hecho de que los sectores marginados de alguna manera se la calen. Que nadie se haya levantado y organizado como un José Leonardo Chirinos y le diga a Nelson Bocaranda, me vuelves a llamar negro de mierda y te volteo la cara de un coñazo. ¿Dónde esta el Martin Luther King criollo que se pare en el podio y diga las cosas como son sin miedo a represalias o a que lo tilden de resentido?, el cual es otro concepto de obscura concepción y objetivo cuyo único fin es el de hacer que cualquiera que abra la boca la cierre inmediatamente so pena de verse marginado.

¿Pero cómo carajos no va a estar resentido un ciudadano al cual lo han estado negreando toda su vida como si el color de su piel o el tamaño de su cartera fueran realmente la medida con la que se puede juzgar justamente su valor?

El resentimiento es un sentimiento tan válido como el amor o el odio. Nuestro país es libre porque nuestros libertadores lo sentían en contra de los españoles y su corona. El resentimiento fue el pulso que batió las venas del pueblo francés en la Bastilla. Y el resentimiento será el único móvil que al final liberará a Venezuela del petit comitte que la mantiene en el estado de atraso en que se encuentra.



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