Miles de piketeros y piketeras recorrieron las principales calles de la Capital Federal de Argentina, para reclamar tres demandas: La libertad y desprocesamiento de los luchadores sociales, aumento de salarios, el incremento y la universalización de los planes sociales que palian el hambre crónica de desocupados.
Uno de los presos más reclamados es Raúl Castells, líder del MIJD, Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados. Castells, un hombre de casi sesenta años, procesado desde hace dos semanas junto con otros 40 luchadores sociales, puestos bajo arresto en el último mes. 17 de ellos son trabajadores petroleros que habían ocupado la planta Caleta Oliva, en la provincia de Santa Cruz al extremo sur del país. Después de triunfar en su acción sindical, estos obreros fueron cazados y apresados en sus casas en horas de la noche por la policía provincial. La marcha fue organizada por varios movimientos de desocupados, algunos del Bloque Piketero Nacional. No participó el Polo Obrero.
Botellazo de derecha
La nueva marcha piketera ocurre en un ambiente de reclamos múltiples, de tipo democráticos, laborales y de sobrevivencia.
Un día antes, el miércoles 9, la comunidad judía y algunos organismos de derechos humanos, se movilizaron hasta la Plaza de los Dos Congresos en una multitud que sobrepasó las 30 mil personas. La acción fue para rechazar la absolución de todos los procesados y sentenciados del acto terrorista que derrumbó el edifico de la Mutual judía en 1994 y dejó 85 víctimas mortales. Exigen el procesamiento del expresidente Carlos Menem, de varios de sus ministros y de un banquero de religión judía. Esta vez fue destacada la ausencia del presidente Néstor Kirchner en la movilización.
Además se movilizaron los vendedores ambulantes, que reclaman su derecho a trabajar en las veredas contra el Código de Contravención de la Ciudad de Buenos Aires, y la libertad de sus propios detenidos, definidos por los dirigentes como “secuestrados políticos”.
También se mantienen en conflicto 119 obreros gráficos del diario Clarín, que además de reclamar derechos laborales, exigen al gobierno que haga cumplir la Ley. El Ministerio del Trabajo dictó la Conciliación Obligatoria, figura de la legislación laboral argentina que obliga a las empresas a reenganchar a los despedidos mientras esperan resolución judicial.
Los médicos, enfermeros y empleados hospitalarios son el último sector laboral que completa esta jornada de acción social.
La nota urticante del día fue la agresión física contra la marcha del MIJD que encabezaba la esposa de Castells, Nina Peloso. A la altura del 800 de la emblemática calle Corrientes, la activista Orfidia Díaz fue herida de un botellazo en la cabeza lanzado desde un edificio. Los presuntos culpables fueron detenidos, se trataría de dos profesionales de alta clase media indigestados por el odio anti piketero pregonado en los últimos tiempos.
Fuentes judiciales que nos solicitaron anonimato señalaron a este corresponsal que se están preparando expedientes con el objetivo de procesar a otros dirigentes de esos movimientos de desocupados. Consultamos a Juan Carlos Alderete, jefe de la CCC, además de confirmar la versión, adelantó que él está “enterado de esa intención” y “no sería raro que me metan preso en los próximos días”, manifestó. Según las fuentes, también podrían ser arrestados Oscar Pitrola del Polo Obrero y otros referentes de los MTD y del MST.
El propio diputado Luis D´Elía, también piketero, pero amigo del gobierno, aceptó que “no sería extraño que también me metan preso”. Habría una operación política para sacarle los fueros legislativos en la Cámara de Diputados de la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires.
Ambiente sísmico
Estas luchas y protestas tienen un marco nacional signado por dos hechos que conmovieron a la sociedad y sus capas políticas.
Esta semana fue un sismo telúrico de 6.3 en la escala de Richter que afectó a 15 provincias argentinas, incluida la Capital Federal, el pasado lunes 6 de septiembre. Pero de mayor “escala” cataclística fueron las declaraciones del ex presidente Raúl Alfonsín, quien denunció el viernes de la semana pasada que “se prepara un golpe de Estado” contra el Néstor Kirchner.
Aunque causó espasmos periodísticos, nadie le dio crédito a estas declaraciones por considerarlas “una expresión desesperada de su soledad política” y su aporte al pacto político que mantiene con el PJ para sostener institucionalmente al gobierno.
Sin embargo, en el exterior, el alerta de Alfonsín tuvo mejor éxito. Algunos medios latinoamericanos resaltaron sus dichos. En Venezuela fue beneficiado con el rango noticioso de la televisión estatal en el programa del prestigioso periodista Walter Martínez (de origen uruguayo).
Entre sismos, cismas, presos y protestas callejeras constante, Argentina se debate en la cuerda floja de una realidad que parece encaminarse a un punto de no retorno en lo social.