Un día como
hoy, Día de la Dignidad, en el que celebramos la bravura de nuestro
pueblo. Se nos fue el hijo de Inés María Puerta y Ruperto del Rosario
Páez, Jesús María Páez Puerta, “El Gordo Páez”.
Nació
en el Solsticio de Verano, 20 de junio de 1952, en Carora estado Lara.
Desde pequeño el arte le atrajo y lo muestra en su autobiografía “El
Nido del Colibrí”, donde escribe “Con el ritmo monótono y el vaivén
del pedal de su máquina Eterna, Inés me hipnotizaba, entonces
me concentraba en dibujos que fluían esplendidos sobre el papel, y
era mago por eso”. Fue también en su niñez cuando aprendió que
el pan, la catalina y el biscochuelo, “eran el premio de fin de semana
a las buenas acciones, escolares y domesticas”, no pudiendo entender
como le contaban que en la ciudad había pan todos los días, sin tener
que hacer nada para merecerlo, entonces reflexiona el adulto que
recuerda
esa escena, que ese pan ganado, “Se trataba de un juego maravilloso
entre abuelos, padres, hijos, nietos. El respeto a los valores
de familia, casero, pueblo… La participación como principio
y fin de la vida. El pan no ganado no puede saber igual
al merecido. ¿Pueden compararse el amor y la felicidad?,
¿Cuánto dinero debe necesitar? Luego viene el abuso, la codicia,
la avaricia, el mercado y el valor contra reembolso. Permitimos
que no roben la inocencia y la ternura, ya no seremos niños sabios,
magos. ¿Quién es el culpable? ¿Cuánto pan se queda sin dueño
y quien lo paga? ¿Por qué? Las respuestas resultan en el capitalismo
y neoliberalismo salvaje, cobarde, atroz y egoísta...”.
En días como
hoy, donde la tristalgia se apodera de mi espíritu, me gusta leer la
autobiografía del Gordo; sentirlo cercano y presente en sus propias
palabras, por eso me di la tarea de compartir mis fragmentos favoritos
con otros y otras.
Escribió
de su etapa universitaria: “Un día descubrí que la miseria no existe.
Es una mentira del conquistador. Dijo que nuestro arte es artesanía
/ el idioma un dialecto / nuestro Dios son ídolos / la música un modesto
folklor / intuimos en ves de pensar y somos protohombres cercanos a
los primates. Así piensan nuestros intelectuales orgánicos de ambos
signos, pues su snobismo cultural y vergüenza étnica insiste, como
la estupidez...”, dejó sus estudios de Veterinaria en el 8vo semestre
y se fue a México a estudiar en la Escuela Nacional de Artes Plásticas
de la Universidad Nacional Autónoma de México (ENAP / UNAM,) donde
se graduó Suma Cum Laude en el año 1979, por que entendió que como
veterinario no podría resolver los asuntos de espíritu, para el espíritu
esta el arte en sus diversas formas.
En México,
también se graduó de padre y compañero de vida, abandonó
las propuestas que le hicieron de quedarse en ese país, por el
patriotismo
y los sueños de crear grandes cosas en Venezuela, a cambio le dieron
burocratismo y rechazo, nos comenta “Así pase de guerrero universitario
a sobreviviente, no graduado, en una escuela básica de artes, sin
registro
en el ministerio de educación hasta 1997, cuando pasa a educación
media. ¡Salud intelecto nacional!”.
El Gordo,
aprendió
el sentido del canto necesario del propio Alí Primera, “ese
capaz de hacernos crecer y excitar la imaginación, la creatividad...
La pertenencia a una nación soberana...”. Cuenta sobre una conversación
con Alí: “Te hice una canción, me dijo y agrego cantando: La sabia
para ser fruto, debe entrar por la raíz. Entonces recordé aquella
vieja discusión donde le argumentaba que Bolívar no era suficiente
para profundizar en la raíz del pueblo, ¡Que torpeza! te referías
a volar lejos de la envidia, despejar el cielo y poder repartir la luna,
en miles de pedacitos.”
Parte de su
autobiografía la escribió en el Spa La Pradera en Cuba, donde
presenció no uno sino cientos de milagros, gracias a tratamientos
y amor.
El Gordo es
amigo, hermano y vida, en el se unieron las artes plásticas, la
literatura
y el canto, en una comunión de amor. Preparaba un acto conmemorativa
cuando la muerte lo sorprendió, pero como el mismo escribió “En
la vida nada muere, todo se transforma
ó quien crea en mi tendrá vida eterna
ó la muerte en mentira, a decir Makiritare.”.