La
FAO solicitó a los líderes mundiales en junio, 30 mil
millones de
dólares anuales para relanzar la agricultura
y evitar amenazas futuras de escasez de los alimentos.
Sólo recolectó 7 mil 500 millones de
dólares
pagaderos en cuatro años. Contraste esto con los 700 mil
millones del plan de rescate de EEUU, sin incluir los de Europa.
Los gobiernos de Estados Unidos y Europa gastaron en una semana el
equivalente al monto que se necesita para paliar el hambre en el mundo
por casi 50 años.
El pasado 30 de junio, en la apertura de la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) realizada en Roma, el presidente de esta institución multilateral, Jacques Diouf, solicitó a los líderes mundiales 30 mil millones de dólares anuales para relanzar la agricultura y evitar amenazas futuras de escasez de los alimentos.
La FAO sólo recolectó en esa oportunidad -y con mucho esfuerzo- 7 mil 500 millones de dólares pagaderos en cuatro años, cifra que se traduce en unos mil 875 millones de dólares anuales.
Dicho monto representa tan sólo unos dos dólares anuales por cada persona hambrienta en el planeta.
En contraste, durante la semana transcurrida entre el 30 de septiembre y el 8 de octubre, Estados Unidos aprobó $700 mil millones en el “paquete de rescate financiero”; Alemania salvó un banco inyectándole 50 mil millones de euros (unos $70 mil millones), además de la decisión de Gran Bretaña de comprar acciones en siete bancos por unos $90 mil millones, así como poner a disposición de los bancos unos $350 mil millones en garantías crediticias.
“Frente a este telón de fondo, como explicamos a personas con sentido común y buena fe que no es posible encontrar 30 mil millones de dólares al año que permitan a 862 millones de personas hambrientas disfrutar del más elemental de los derechos humanos, el derecho a la alimentación”, decía Diouf en junio pasado.
El monto destinado en esta semana a la inyección de capitales en el mercado financiero mundial hubiera permitido alimentar y desarrollar programas de producción de alimentos y seguridad alimentaria por aproximadamente 50 años. Por si este panorama no fuera suficientemente desolador, anualmente se desperdicia comida por valor de 100 mil millones de dólares y el exceso de consumo por parte de los obesos asciende a otros 20 mil millones a nivel mundial.
Por otro lado, la industria bélica movilizó el año pasado unos 1,2 billones de dólares, y seguramente este año la cifra se verá incrementada. Para la industria de la guerra y el rescate de bancos probablemente siempre habrá suficientes recursos, mientras se le pedirá a la gente que corra un agujero en el cinturón.
En cambio, parece que la ayuda alimentaria aparecerá sólo “cuando los desposeídos y los excluidos” salgan “a la calle para expresar su descontento y desesperación”, según expresó Diouf.
El pasado 30 de junio, en la apertura de la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) realizada en Roma, el presidente de esta institución multilateral, Jacques Diouf, solicitó a los líderes mundiales 30 mil millones de dólares anuales para relanzar la agricultura y evitar amenazas futuras de escasez de los alimentos.
La FAO sólo recolectó en esa oportunidad -y con mucho esfuerzo- 7 mil 500 millones de dólares pagaderos en cuatro años, cifra que se traduce en unos mil 875 millones de dólares anuales.
Dicho monto representa tan sólo unos dos dólares anuales por cada persona hambrienta en el planeta.
En contraste, durante la semana transcurrida entre el 30 de septiembre y el 8 de octubre, Estados Unidos aprobó $700 mil millones en el “paquete de rescate financiero”; Alemania salvó un banco inyectándole 50 mil millones de euros (unos $70 mil millones), además de la decisión de Gran Bretaña de comprar acciones en siete bancos por unos $90 mil millones, así como poner a disposición de los bancos unos $350 mil millones en garantías crediticias.
“Frente a este telón de fondo, como explicamos a personas con sentido común y buena fe que no es posible encontrar 30 mil millones de dólares al año que permitan a 862 millones de personas hambrientas disfrutar del más elemental de los derechos humanos, el derecho a la alimentación”, decía Diouf en junio pasado.
El monto destinado en esta semana a la inyección de capitales en el mercado financiero mundial hubiera permitido alimentar y desarrollar programas de producción de alimentos y seguridad alimentaria por aproximadamente 50 años. Por si este panorama no fuera suficientemente desolador, anualmente se desperdicia comida por valor de 100 mil millones de dólares y el exceso de consumo por parte de los obesos asciende a otros 20 mil millones a nivel mundial.
Por otro lado, la industria bélica movilizó el año pasado unos 1,2 billones de dólares, y seguramente este año la cifra se verá incrementada. Para la industria de la guerra y el rescate de bancos probablemente siempre habrá suficientes recursos, mientras se le pedirá a la gente que corra un agujero en el cinturón.
En cambio, parece que la ayuda alimentaria aparecerá sólo “cuando los desposeídos y los excluidos” salgan “a la calle para expresar su descontento y desesperación”, según expresó Diouf.